Te presento el mundo


Durante el mes de marzo, se realizó en la Biblioteca Ricardo Güiraldes una Capacitación en Lectura para la Primera Infancia, destinada a mediadores que trabajan con niños y niñas muy pequeños. La misma estuvo a cargo de María Laura Migliarino que comparte con nosotros su mirada acerca de esta experiencia.



Por María Laura Migliarino

“Aunque los niños a los que ustedes leen historias no llegaran a ser lectores, ustedes no habrán perdido el tiempo. Les habrán llenado los bolsillos, colmado la maleta con un tesoro de palabras, relatos, imágenes, de las que podrán apropiarse para no sentirse desnudos, perdidos, frente a lo que los rodea. Los habrán ayudado a fabricar recuerdos a los que volverán mucho tiempo después.” Con estas palabras de la antropóloga Michèle Petit di por finalizada la primera experiencia de Capacitación en Lectura para la primer infancia que se desarrolló durante el mes de marzo en la Biblioteca Ricardo Güiraldes.

Fueron cuatro encuentros en donde un grupo de mujeres nos reunimos a intercambiar saberes, experiencias e impresiones sobre la importancia del vínculo temprano con la literatura pero también para diseñar un repertorio que permita afianzar el vínculo de la biblioteca y la escuela con la familia y la lectura.

En la primera cita, en el momento de la presentación, fue muy grato para todas encontrarnos con mujeres que habían hecho camino por fuera de la carrera docente: mujeres provenientes de la ciencias exactas, del campo de la salud, del trabajo social, con recorridos laborales lejanos a la enseñanza pero interesadas y convencidas de que la historia que transitamos se cambia mirando hacia la infancia. Mujeres jóvenes -y no tanto- que en cada encuentro demostraron muchísimo interés por zambullirse en ese vasto universo denominado “literatura infantil”, que lograron conjugar experiencias actuales de trabajo en sala con sus propias historias y recuerdos en relación a la lectura como madres, hijas y abuelas; y que no se sorprendieron frente a la ausencia masculina -salvo nuestro querido Elías, único entre muchas- porque todavía el cuidado y  la asistencia de los más pequeños sigue plantando bandera en el territorio de lo femenino.

Cada encuentro permitió reforzar ideas de por qué y para qué leer junto a los niños, ponerle palabras a prácticas desarrolladas en el silencio y conocer autores y modos del decir dentro de la literatura infantil. También hubo un momento destinado a conocer algunos de los proyectos de promoción de lectura llevados a cabo por el Programa Bibliotecas para armar en los Centros de Primera Infancia de la ciudad. Particularmente fue interesante la participación de Nora, una maestra que integra el equipo docente del CPI Pulgarcito, que pudo dar cuenta de lo que sucede en una institución luego de nuestras intervenciones y que tiene que ver con el objetivo más importante de todas nuestras actividades: lograr que haya un movimiento en el trabajo diario, que cada mediador/a pueda tomar algo de lo aprendido y reformularlo dando espacio a nuevas experiencias de promoción de lectura en su ámbito de trabajo. En el año 2017, junto a las familias de Pulgarcito, realizamos un libro de tela pensado a partir de las estaciones del año. Esa propuesta, llevada adelante por madres y padres, incentivó a las maestras a realizar nuevas actividades en torno a la temática.  La felicidad entera se hizo presente cuando Nora contó que la amplia respuesta de las familias había ubicado al equipo docente en otro lugar. Que gracias a esa experiencia habían comenzado a pensar en cómo podían armar sus propios proyectos: “Los padres cosieron con gusto y con deseo, nosotras pudimos armar una muestra de fin de año siguiendo el hilo de las estaciones y nos animamos a cruzar la literatura con la música y la actuación sin ser cantantes ni artistas”.
Estas experiencias no dejan de afirmar que pensar junto a otros potencia nuestras capacidades creativas e invita a nuevos modos de hacer, nos hablan de que en el intercambio se construye y se aprende a vivir en comunidad, que la palabra nos forja y nos permite devenir en sujetos. Enhorabuena que esos relatos y esas escenas compartidas no sean solo patrimonio de la infancia, bienvenida la ocasión para que esos encuentros se cultiven.

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