Segunda parte de la presentación de Enterrados, de Miguel Vitagliano
Compartimos la segunda y última parte de la charla entre Miguel Vitagliano y Aníbal Jarkowski en la presentación de Enterrados, en el Instituto Ricardo Rojas.
ER: Y este podría
ser un lugar por lo menos apropiado para el derrumbe. (Risas)
MV: Exactamente.
Pero ciertos personajes se encuentran acá. Hay como ciertos cruces que se dan
en esos encuentros. Están los cigarrillos de Aníbal que son Jockey Club Suaves,
y Viñas pidiéndole Jockey Club Suaves. Esas cosas que hicieron que fuera
naciendo Enterrados. No estando
Javier para hablar de la guerra contra el Paraguay, yo no quiero repetir
aquello que está en la novela. En un momento, en uno de los comentarios que se
hacían de la novela hablaban de que tenía un juego revisionista. Me parece que cuando
se planteaba eso, ni se sabía qué era el revisionismo. La novela tiene muy poco
que ver con el revisionismo. No pasa por allí. Creo que la experiencia de la
guerra tiene que ver con esa matanza, que como dice Lou Comparato, que es un
historiador francés, una de las grandes referencias de la guerra de la Triple
Alianza contra el Paraguay, y que me interesaban, porque casi todas las
referencias que hay a muchos personajes que están vivos son referencias a
personas de mi generación. Me interesaba que eso fuera parte del juego. Algunos
más cercanos, algunos menos cercanos. Comparato es un hombre del ’60. Y entre
las cosas que plantea, es que en términos relativos Paraguay perdió mayor
cantidad de población que la que perdió la Unión Soviética en la Segunda Guerra
Mundial.
Esto es pensar en
un país que quedó diezmado, prácticamente sin población masculina, lo que hizo
que las mujeres en ese momento adquirieran un rol sumamente interesante y
complejo dentro de la producción del país, pero al mismo tiempo de la vida
social. De los vínculos y los lazos sociales. Al mismo tiempo, se creó toda una
fantasía respecto de lo que podría haber sido el Paraguay en los tiempos de
Solano López. Qué también es una ilusión, porque cómo no reconocer que el
Paraguay en esas condiciones estaba viviendo una realidad que no tenía, un
tiempo que no tenía. Al mismo tiempo, esa misma guerra de la Triple Alianza
contra el Paraguay, la Guerra Guazú, como se le dice en Paraguay, implicó el
ingreso a la concertación moderna de los países de la región. A costa del
hundimiento del Paraguay. Obviamente que esto lo comento por encima porque son
datos que manejamos, pero a mí me interesaban todos estos aspectos atravesados
por un principio matriz de la Teoría Literaria, que es la teoría del deseo
mimético de René Girard. Lo que estaría planteando esta teoría del deseo
mimético, funcionaría a escala de los personajes, pero también a escala de la
visión de la historia argentina. Pensar la Argentina atravesada por un furor y
un deseo mimético que la consume. Esto es buena parte del XlX, pero también es
el siglo XX. Y al mismo tiempo, es cómo se piensan los escritores liberales en
la Argentina, atravesados por este deseo mimético. El Mitre pensando y negando
cuando escribe su novela Soledad; está escribiendo Indiana, y la está borrando.
Es el deseo mimético pero tiene que borrarla. NO es una fantasía mía que la
famosa frase de Mitre que todos conocemos. Cuando dice: “Mañana estamos en los
cuarteles, en una semana en el frente, y en tres meses en Asunción”. Bueno… los
tres meses en Asunción fueron un poco más de cuatro años. Eso lo conocemos,
pero hay otra referencia que hace Mitre, cuando lo azuzan con respecto a esa
frase que dijo, ya después de Curupaytí. La excusa que busca Mitre es que a
Lincoln le pasó lo mismo. ES curioso. La referencia que busca sigue siendo
Lincoln. Porque le pasó lo mismo, porque también dijo que eran tres meses. Ahí
uno puede ver esa fantasía de este deseo mimético; de emulación, de construir
el deseo propio, ese objeto de deseo, siempre a partir de cuando ese objeto es
deseado por otro.
A mí me parece
que eso tiene bastante que ver con la historia argentina. La novela estaba
pensada fuertemente con eso. Y a partir de una modesta hipótesis que uno podría
desprender de la misma teoría de Girard, y es que en definitiva, esta voluntad
de imitar que Girard transforma en deseo mimético, es algo que él reconoce como
principio antropológico, que no podría ser reconocido si no es objetivado
primero por una narración. Lo que quiero decir, es que la literatura, tanto en
formas narrativas, como en forma narrativa poética, le ofreció al hombre la
posibilidad de descubrir su capacidad de imitación. La literatura está como
principio que construye y revela una cualidad que tiene el individuo. Sin otro
modo, no nos habríamos dado cuenta de que imitamos. Me parece que esto es algo
interesante. Por lo tanto, cuando pienso
Enterrados como una novela que trabaja con la historia, fuertemente trabaja
con el poder que tiene la literatura, para que la historia la imite. Porque en
definitiva, de eso se trata. La historia imita a la literatura, la historia
está hecha de literatura; sin extenderse demasiado sobre eso, partir de estos
principios.
Ahí, cuando
aparece en el Canto V de la Comedia,
ese Canto que fascinaba tanto a Mitre que lo daba vuelta por todos lados. Es el
episodio de Paolo y Francesca. Lo que es maravilloso, es que en el episodio de
Paolo y Francesca aparece un tercero. No solamente que aparece el marido y los
mata. Están imitando un libro, están imitando lo que les pasa a Lancelot y a
Ginevere. Están copiando eso, y esa copia les hace dar cuenta de quiénes son.
Es fabuloso pensar que Dante puso el ojo ahí, en una historia que le era
contemporánea. Era una historia que le era contemporánea a Dante, y cinco
páginas atrás aparece Cleopatra. Entonces, estos saltos del tiempo que se
mueven, ¿por qué no podrían ser las piedras? ¿Qué problema habría si yo hablo
de Tiresias y de López Rega? Porque ese sería un salto, pero ese salto también
estaba en la Comedia.
Renata
Rocco Cuzzi: Eso es porque vos hacés confundir. Estás juntando un montón de
tiempos… perdón porque yo no terminé de leerla… No estoy autorizada…
MV:
Qué mal Renata eh… (Risas)
RRC:
Me da vergüenza porque no la terminé de leer… (Risas)
MV:
Ay, no importa…
AJ:
Yo te cuento el final. (Risas)
RRC:
Cuando vos te referiste a algunas de las críticas que apareció, donde dicen que
esta novela tienen que ver con lo imprevisible…
MV:
Se plantea algo que tiene que ver con lo imprevisible, sí.
RRC:
A mí no sé si me paree tan equivocado decir esto. ¿Por qué? Porque en esta
novela, en la que uno no sabe bien de qué género está hablando. Porque hay
novelas, como Don Segundo Sombra,
donde al final aparece un diccionario, para que uno entienda una serie de
términos. Yo no conozco muchas otras novelas en las que el mismo autor escriba
al final de la novela, una suerte de diccionario explicativo, acerca de los
personajes, de momentos históricos, acerca de teorías… Esta es una novela que
tiene que ver con la historia, con la literatura, con la teoría literaria, una
novela que tiene que ver con el amor, fuertemente. Porque hay historias de
estas mujeres: la mujer de Bartolomé Mitre, la que va a ser la mujer de Solano
López. Volviendo a lo que decías acerca del revisionismo es que tengo la
sensación de que vos elegís algunos personajes fuertemente excecrados por
nosotros, digamos. Vos tomás, del personaje Bartolomé Mitre, justamente lo que
hace que se lo tome como una especie de antihéroe. Porque representa a los
unitarios, pero en esta novela lo que importa es que él es el traductor de la
Divina Comedia. Vos recuperás una dimensión, que no es la dimensión histórica
de este personaje. Por supuesto que tiene que estar, está el momento de la
guerra del Paraguay, el Sitio de Montevideo y todo eso, pero también hay una
recuperación de ese personaje que siempre fue tomado por otro lado. No por el
lado de lo que hizo con la literatura y con el amor.
MV:
Sí, claro. Ahí me parecía que estaba el desafío.
RCC:
Una de las cosas que vos decías del Instituto y todo eso, con esta mezcla de
tiempos, uno de pronto se encuentra con lo que dice Dardo Scavino sobre algo.
ES una especie de locura. Decir: en esta novela aparece una cita de Dardo
Scavino, otra… Es decir, es una novela compleja… No para leer…
MV:
Eso es lo que yo decía.
RCC:
Tiene de todo. Tiene mucha erudición. ¿O no es en serio la erudición?
AJ:
Sí, sí.
MV:
Yo insisto con lo de Dante. Para nosotros, el tiempo, los siglos, achatan la
historia de Dante. Achatan su tiempo para atrás. Pero insisto, la historia de
Paolo y Francesca, que para nosotros queda tan lejos como la historia de César,
son historias contemporáneas a Dante. Como era contemporánea la presencia de su
amigo, Guido Cavalcanti, al que menciona. Es más, aparece el padre de
Cavalcanti en el Infierno, y le pregunta por Guido. Y le hace un gesto. Y él
ahí se da cuenta de que el padre todavía no sabe que el hijo murió. Esto es la
vida cotidiana de Dante. Nosotros, por esas cosas que decía Pierre Menard, la
gloria nos impide leer las piedras de la
Comedia. Y a mí, lo que me gustaba en la novela, era jugar con esas
piedras, no cruzar esos personajes, no cruzar el presente. ¿Por qué va a
aparecer la persona que para mí es Cavalcanti? Por supuesto que hay un juego de
desdoblamiento en el que narrador va a decir que el enterrado esto o lo otro.
Me parecía que era pertinente que apareciera eso.
AJ:
Por eso no tiene sentido la idea de “novela histórica”, como tampoco tendría
sentido La Divina Comedia pensada como poema histórico. Objetivamente no lo
son. Ni el poema ni la novela tienen esta reconfiguración que para mí es
alternativa a las causalidades que impone la historia, o los historiadores. Me
parece más un pensamiento del orden de lo poético, y no del del historiador. Ni
siquiera con el del filósofo. Porque trabaja con ese abandono a la continuidad
que produce el derrumbe, no el enterrado.
MV:
Por eso hablaba un poco de esto, de lo que sucede con la materia amorfa del
pensamiento, y la materia amorfa. Porque todo queda en materia, es como si todo
perdiera la forma. Está todo deshecho ahí, y parece como si este tipo volviera
a conectarlo. Y volviera a conectarlo de manera imperfecto, porque haya cosas
que no conecta. Hay saltos. A mí me interesaba lo del elefante, ese punto
vacío, que no tiene explicación. Y entonces, lo que yo suponía era que el
lector iba a darse cuenta de que el invento de que Elisa tuviera lastimada la
mano, y que tuviera un elefante era
imposible. Eso tiene que ver con la fantasía de él que la está llenando
completa, del mismo modo que después le puede tirar un pensamiento cualquiera.
Pensé que eran efectos que si alguna vez estoy enterrado, ojalá que me pase
eso. Que se me ocurra mirar alrededor y no esperar nada.
RRC:
Me parece que hay mucho placer, pensando en el sujeto de la narración, de poder
tomar los materiales que tiene ganas de meter y mezclarlos de esta manera…
MV:
Yo no mezclé todo eh…
AJ:
Lo que se puede decir, muy groseramente, es que no es aleatorio. Esas
combinaciones son posibles por un lector. Todos hacemos lo mismo. Lo que pasa
es que él, sus lecturas, y las de cada uno de nosotros, en las combinaciones
que hacemos. Lo que pasa es que acá es apabullante el nivel y a cantidad de
lecturas. NO son solo literarias, además.
Asistente:
Por eso, yo pensaba agregar a Baudelaire y a Rimbaud, Mallarmé. Lo sentía todo
el tiempo al leer, y me parece que es eso, es que es la novela de un lector,
que lo que urde es una máquina proliferante de lecturas.
AJ:
Que sea un hombre de Letras, se entiende, porque lo que te apabulla por
momentos, es que no precisamente podés percibirlas todas. Por eso el sistema de
las notas, que son muy extrañas. No tienen una normativa, no todas son
informativas. Unas sí, otras no…
Asistente:
Porque de pronto, el mismo que es citado aparece como personaje. O Scavino, que
aparece y va a ver a Saer.
AJ:
O lo que el narrador hizo con lo que dijo el enterrado. A veces son datos casi
innecesarios. Y se vuelven inquietantes por eso. Es muy extraño, no es un
instructivo para entender la novela, sino que es la novela…
Asistente: Es constitutivo.
AJ:
Claro, no es un glosario.
Asistente:
A mí me llamó la atención cuando hablaste de gauchesca. Porque yo no vi
gauchesca, sino Mansilla. Lo digo pensando en una oralidad, pero que se
escribe…
AJ:
Claro.
Asistente:
Tenés frases, hay formas como de corte de verso, hay fraseos que son como las
líneas de Ranqueles. Por momento,
rozando las máximas de Mansilla, que también son parte de la sintaxis de Ranqueles. En la estructura de la
dicción me parece que está mucho más Mansilla que la gauchesca.
MV:
Sí, claro. Lo que pasa es que yo asocio mucho a la gauchesca con Mansilla. No
lo voy a discutir ahora… (Risas)
Asistente:
Eso cuando quizá es el menos nombrado.
RRC:
Pero aparece nombrado.
Asistente:
Sí, pero hay cosas más evidentes.
MV:
Si, claro. Mansilla tiene todo un lugar en la novela, como un personaje, pero
no como otros personajes que son tan destacados. Uno de los personajes que me
parecía que el enterrado podía poner a un costado y no detenerse demasiado.
Porque se le viene encima, porque Mansilla también carga con ciertos dolores
que el enterrado prefiere no ver. Por eso pasa por altos ciertas muertes, el
enterrado. Todas las que se pueden parecer a él las pasa por alto. Hay como
ciertas elecciones en eso. ¿No?
Eduardo
Romano: Aníbal empezó por Borges. Y me parece una novela borgeana. Lo cual es
un oxímoron, por supuesto. (Risas) Las piedras funcionan como el Aleph, las
piedras provocan una sucesión vertiginosa de imágenes, que me hicieron pensar
indudablemente en “El Aleph”. Y al
final, cuando llego a las notas sobre los autores que son muy graciosas,
Ricardo Guiraldes está en dos líneas: “Escribió Don Segundo Sombra en 1926”. Y
sobre otros hay una página y media. (Risas) En la página 264 me hacés confirmar
que con lo que había pensado de “El Aleph”
no estaba ran descaminado. Cuando hablás sobre “El milagro secreto”, de Borges. Y que ese que va a ser fusilado, es
como el enterrado, que también sabe que va a morir.
MV:
Por eso el único texto que él nombra solamente al pasar es “El milagro secreto”. Sería lógico que lo
nombrara, pero es lo que no nombra. Pero eso lo dice Scavino…
ER:
Pero está vinculando dos textos de Borges, y eso me dio de todo un ambiente
borgeano, además de lo poético, que es lo que decía Aníbal.
AJ:
En esa contigüidad el enterrado está como metido adentro del Aleph…
ER:
No está sentado en una escalera, sino que está metido…
AJ:
Exactamente, está metido en el derrumbe.
MV: Y si mirás
esa nota, se corresponde, no con el final de la novela, sino con la mitad de la
novela. Está en el medio. También la nota que revela el final de la novela está
en el medio. Porque ese era un texto de Dardo Scavino que me parecía muy
pertinente. Aparte, como era un texto que no estaba publicado, y circulaba en
Francia, me parece que daba con el verosímil que se construía el personaje,
para que funcionara de esa manera. Y en ese texto, lo que planteaba Scavino era
que en definitiva todo narrador está vivo hasta el momento en que muere. Todo
narrador es Scherezade. De esto se trata. La situación del enterrado es la
situación de “El Aleph”, y la de
contar, contar, contar. Yo estoy contando, y mientras yo cuento estoy vivo.
Hay una anécdota
de Jakobson que me contaron una vez, de la que me estoy acordando desde hoy,
Debe ser por la famosa frase de Jakobson y Nabokov, que me parece que es tan
pertinente en esta situación. Se acuerdan que Jakobson decía que es la primera
vez que a un elefante lo llevan a hablar de zoología. Yo me acordaba de toda
esta situación por los elefantes, por los personajes de la novela. Pero la
anécdota que me habían contado, es que una vez a Jakobson lo golpea un auto,
cae al piso, parecería ser que este hombre pensaba que iba a morir, y empieza a
decir, en las veinticuatro lenguas que hablaba, que se estaba muriendo. Cuenta
después que él quería saber cuál era la última lengua que podría decir que
estaba muriéndose. Entonces me parece que esa situación del lingüista por un
lado, o si se quiere, del narrador, que cuenta, y cuenta, y cuenta, y que
“mientras pueda contar estoy vivo”, que en definitiva es lo que le pasa al
hombre de “El milagro secreto”,
cuando ya no tiene nada para contar, y me parece que en el enterrado hay algo
de eso mientras que va contando, me parecía que ese tenía que ser el final del
enterrado.
ER:
Y después, el título, Enterrados, que
me parece que tiene que ver con esto de las asociaciones, y ahí es donde me
parece que está el aspecto revisionista.
MV:
¿Ah, sí?
ER:
Está enterrado Solano López. Está enterrado el proyecto del Paraguay, que era
un proyecto federal. Y aparece como personaje cada vez más importante en el
texto, el caudillo porteño. El caudillo opuesto. Hay un proyecto enterrado ahí.
Y tiene muchas connotaciones. Si no estuviera enterrada Delfina, Mitre no iría
al prostíbulo a encamarse con tres prostitutas. Con la Triple Alianza. Así que
hay múltiples enterrados…
AJ:
Yo había pensado en la fantasía del machirulo ahí. (Risas)
MV:
No lo había pensado eso… la Triple Alianza. Es cierto.
AJ:
Pasa en todas las novelas, pero en esta combinatoria que suma Eduardo, tiene
que ver con esta novela que va sumando lecturas, que produce nuevas combinatorias,
y es un poco lo que decía en cuanto a la dificultad de la novela. Cuanto más
sólida es la competencia del lector, más entra en relaciones combinatorias que
se multiplican…
ER:
Fijate que en 1852, (con elementos que están en la novela), derrocan a Rosas.
Cae un caudillo. Solano López va a París a buscar nueva tecnología para el
desarrollo del Paraguay. La misma fecha. Y la misma fecha en la que Marx
escribe el 18 Brumario, y Víctor Hugo
escribe Napoleón el pequeño. Y Osmán
diseña Palermo. Ahí hay una fecha en la que se cruzan muchos acontecimientos, del
Río de la Plata, de América Latina y de Europa.
MV: A mí, con
respecto a las piedras y las cosas y estos cruces, se me presentaba un
problema, porque había un personaje que tenía que mencionar porque era
Benjamin. Pero al mismo tiempo, me parecía que si aparecía demasiado corría de
lugar la novela. En este juego de las correspondencias tan estrechas que se
daban, ese mundo tan visitado, ese mundo de los derrumbes que tanto tiene que
ver con Benjamin… Entre las cosas que pensaba, como todos sabemos, en el
trabajo de una novela hay como distintos momentos. Está el trabajo de la
composición, el de la imaginación y la creación y después vienen los otros
momentos de sacarle páginas, y corregir y corregir. En esos momentos de
corrección pesaban mucho esas decisiones. ¿Qué hacer con esas coincidencias tan
fuertes que ya estaban? ¿Cómo manejarlas? Pero en la composición de la novela
no hay una cuestión de mezcla. Hay una cuestión de hibridación. Si bien para el
personaje es una mezcla, para la novela no. Hay una forma muy pautada de qué
cosas pueden aparecer y qué cosas no.
ER:
Las múltiples casualidades…
MV:
Claro.
RRC:
A mí me parece que vos estás todo el tiempo citando a La Divina Comedia, y la
sensación de cuando yo cursaba Literatura ltaliana, la limitación de uno, era
que leyéndola, lo que no se podía reponer era ese momento histórico que había
vivido Dante. Y en este caso, también me parece que se da. Los que somos
contemporáneos, somos los que más posibilidades tenemos de leer, de desentrañar
esta novela, en uno de los sentidos en los que se la puede entender, y que
probablemente, en otro momento no puedan reponerlos.
MV:
Hay que comer las bananas en el lugar, ¿no?
RRC:
Claro, pero lo que quiero decir es que no toda novela te produce esto. Una
novela que habla sobre la historia, sobre la teoría literaria, sobre la
literatura… NO es un relato cualquiera.
AJ:
Por eso la diferencia entre estas novelas y otras novelas actuales. Yo sentí
una afinidad muy rápida con la novela. Sentí que me interpelaba muy
rápidamente. Incluso yo hablé con Trímboli de esto. Miguel y yo hicimos el
secundario juntos, y recorrimos la secundaria sin que en ninguna clasese haya
hablado de esta guerra.
ER:
Porque nos da vergüenza.
AJ:
Y Trímboli me dijo una cosa, creo que para aliviarme… (Risas) “Tampoco creas
que había tanto para leer”. Me recomendó un par de libros, pero la idea es que
hay un vacío, una censura, un hueco que era una intuición mía y que para
Trímboli era cierta. No una operación a lo Dalessio… (Risas) Una operación
terriblemente impresionante respecto del ocultamiento y el aplazamiento de
hechos históricos, que a veces son menores pero acá son atroces. Yo tengo un
vínculo emocional con la pertenencia al tiempo, y a la historia. Lo que vos
decís respecto de otras generaciones, la narración de tiempo se ha modificado.
Esta idea de pertenecer o no a una comunidad continua en el tiempo, es una de
las dificultades, o una de las diferencias de la edad de lectura. Esto no es el
link que me lleva de acá para allá. Esto es una operación cultural. En ese
sentido, necesitás tiempo, para percibir el tiempo de la patria, pero también
el tiempo de la lectura. NO se puede leer como los links, ir porque sí. Me
parece que sí, son percepciones del tiempo. No me parece que esto que estamos
describiendo de la novela de Miguel, sea algo que escribe a esta edad, con esta
experiencia, con diez novelas ya publicadas, es decir, hay que tomar mucha
sopa. A uno le gustaría tener veinte años y que te salga. Me parece difícil, me
parece que no…
Asistente:
Genera algo… Estamos todo el tiempo hablando de La Divina Comedia… Todo es lectura. A mí se me presentaba como una
especie de desafío. Intentaba ver toda la red. Esto viene de acá, esto viene de
allá… y era fascinante, porque la sensación es que es una novela que con
fluidez, pasa por todo lo leído con una naturalidad que revela el artificio. Y
eso me parecía muy fuerte. Ahí está todo el siglo XlX, pero no solo. Y la red,
cada texto de Mitre, cada texto de los contemporáneos de Mitre, cada carta,
cada texto sobre los episodios, activa las sospechas del lector. Tiene que ver
con el contexto. Me acuerdo de que cuando yo era chica y era estudiante,
Nicolás Rosa dijo que en la literatura todo significa y en todo momento, pero
si eso nos pasa en la vida, es la locura. Yo dije: “Esa es para mí, voy a mi
terapia”. (Risas) Fue revelador. Y creo que es una novela totalmente loca, en
ese sentido. Todo significa, en todo momento. Todo viene de otra parte, pero a
la vez, no es una novela literaria…
MV:
Bueno, las piedras hablan, digamos. Para este hombre las piedras hablan, le
están diciendo cosas hasta último momento.
AJ:
Claro. Les presta atención…
MV:
Y él descubre esas piedras.
Asistente:
En eso, volviendo sobre “El milagro
secreto”. Me imaginaba esta novela, como Hladik compone los enemigos en su
cabeza. Cómo, de repente, lacara de uno de los que lo iba a fusilar, le hizo
modificar el personaje. Me imaginaba en el enterrado pensando este relato, y de
repente, las piedras se le metían. Como pasa en “El milagro secreto”.
ER:
Imagina, más que piensa.
AJ:
Sí, es más imaginativo. Pero digamos, eso es de lo que yo me daba cuenta. Es
una manera de pensar, establecer estas afinidades o correspondencias, o
vínculos, o relaciones. Es un modelo alternativo del pensamiento. Podés
permanecer en un lugar y profundizar, profundizar, ir a la filología, o podés
abandonarte a una nueva combinatoria, que para mí es admirable, que la
percibimos en los poetas. El fundamento de la metáfora, ¿qué es? ¿Unir dos
cosas diferentes? Bueno. Eso es lo que hace un poeta. Si lo propio de la poesía
es la metáfora, es un tipo que agarra una cosa, agarra otra y las une. Es un
pensamiento, por lo menos, raro desde el punto de vista narrativo. No hay mucha
causa. A veces la afinidad es formal, a veces es un color, a veces una
fragancia, pero une dos cosas que no están connaturalmente juntas.
Asistente:
Y sorprende hasta dónde puede llegar.
AJ:
Claro. Hasta dónde podría… No es que se cierra
Asistente:
Uno dice: “Mirá dónde está…”
AJ:
YO creo que la idea de Warburg cómo reorganiza las cosas está buenísima, está
muy linda esa idea…
MV:
Las afinidades electivas, sí.
AJ:
Yo no leí todas las citas que había levantado, pero es muy lindo lo de
organizar la biblioteca como una afinidad.
Asistente:
Y el abuelo de Borges. Tiene más carnadura en tu novela que en todo lo que se
ha escrito hasta ahora sobre el Coronel Borges.
MV:
Bueno, porque aparece tan cerca de Mitre, tan mitrista…
Asistente:
Sí, está ahí, pero lo hacés mover. Lo hacés proliferar más que el propio
Borges, me da la sensación. Es un personaje, no es solo una actancia, una
función.
MV:
Totalmente.
AJ:
O un valor. Algo a lo que uno ya está acostumbrado. A que con ese nombre, viene
tal valor.
MV:
A mí me interesaba ese hombre. Me parecía que en términos narrativos me servía
para poder moverme con él, en ciertas cosas que con Mitre me podían resultar
más duras. Se me ablandaban con él, me permitan movimiento. Y aparte con el
sentido del honor. Estaba toda esta situación, sabida pero todo el sentido del
honor, de la lealtad a Mitre, su amigo, pero la lealtad al presidente
Sarmiento. Esto me daba un juego que me parecía que era potente para marcar, en
una novela que no puede tener más que las descripciones obvias que aparecen en
la narración, pero que no se detiene en describir nada. No sería creíble que
describa. No hay posibilidad para describir. Si no hay posibilidades para
describir ni para argumentar, lo que hay que hacer es contar.
Asistente:
Pero hay momentos en los que sí describís o trabajás escenas, que son las
míticas. La postura en el que pide Mitre, obsesiva, de Delfina; y alguna otra
con Madame Lynch también, que son parte, no de lo fundamentado de la historia,
sino de lo contrario. Lo instalás casi con valor de verdad. Nadie podría dudar
de la postura como la de la salvación. Vas a contrapelo de lo que se ha
comprobado.
MV:
Totalmente, pero me parece que era muy potente esa imagen, y conectada con la
imagen del paraguas salvador, que fue un acto que existió. Que fue
contemporáneo de la fecha que está marcada ahí, que el experimento ese existía.
NO sé si Delfina había pensado en eso, pero estaba todo ese componente.
Asistente:
Y te agradezco el mago, y que recuperás “el mágico Alexander”, que es una
mínima mención que Sarmiento hace en Campaña…,
que tenía una importancia fenomenal, que siempre está como oculto, y vos, con
fervor lo traés ahí; hacés toda esa conexión. Eso es fantástico.
Asistente:
¿Cuánto tiempo te llevó?
MV:
¡Ni loco te lo digo! Esas preguntas las
contestaba con orgullo cuando era chiquito. (Risas) Bueno, de mi parte,
muchísimas gracias a todos ustedes.
APLAUSO
FINAL.
Comentarios
Publicar un comentario