La novela rosa de Eros y Psique

El miércoles pasado, en el Parador de Retiro, se realizó un encuentro en el que se trabajó a partir del mito de Eros y Psique. La docente a cargo, Belén Leuzzi, reflexiona sobre la asociación del mito griego con la novela rosa, el tema seleccionado por Libro de arena para repasar durante el mes de abril.


Por Belén Leuzzi

La primera vez que leí el mito de Eros y Psique fue por obligación, en el colegio secundario. Tiempo después,  recurrí en varias ocasiones a aquella historia, en la que puede “entrarse” desde distintos  puntos de vista.
Me reencontré con el mito desde el arte. Ambos protagonistas se destacan por su belleza (la diosa Afrodita siente celos de Psique) y han sido representados en pintura y en esculturas  preciosas, como la de Antonio Cánova que se encuentra en el Museo del Louvre. También se puede acceder al mito desde un análisis sobre las metáforas del alma y la psicología.
No puedo dejar de lado un punto de contacto de este mito con el género rosa y es porque pienso que  tiene una cierta similitud con las historias a las que tienen acostumbrado al público las telenovelas mexicanas.
Están todos los ingredientes. Una mujer vanidosa que no admite competencia por la belleza (Afrodita); un hijo que no acata las órdenes de su madre por amor; allegados a la joven esposa llenos de envidia, que interfieren en su felicidad; la confusión y la traición, que llevan a la desilusión; una suegra que pone mil obstáculos para mantener separado al matrimonio; la vida de la protagonista  en peligro; el amor que triunfa finalmente cuando ambos se aceptan tal como son. Todos esos elementos están presentes en esta historia mitológica.
Es que los dioses griegos, lejos de ser seres perfectos y equilibrados, tienen las mismas miserias que los mortales. En esta historia, tanto Afrodita como las hermanas de Psique tienen el mismo sentimiento que las moviliza a querer destruir a la doncella: la envidia, (ya sea de su belleza o de sus posesiones),  las corroe por dentro y quieren quitarle todo lo que piensan que debería pertenecerles.
A diferencia de lo que podríamos encontrar en  una novela rosa, donde presenciamos el inicio de una relación que suele desembocar en una boda, en el mito de Eros y Psique el conflicto se desarrolla con posterioridad al casamiento.
Y como en muchas historias de amor, un protagonista sumamente hermoso - ¡ni más ni menos que Eros!- en un principio lo hace todo por su amada. Con todo me refiero a desobedecer a su madre, Afrodita, no a rescatar a la doncella de las garras de un dragón o alguna otra criatura maravillosa. (Para muchos hombres parecería que  es más difícil desprenderse de una relación patológica que enfrentar a una bestia).
Entendemos que Eros se pone en peligro al desobedecer el pedido injusto de la diosa, que pretendía casar a la joven con un monstruo  para que se la devorara simplemente por ser bella y humana.
Eros no  tiene un temple totalmente  equilibrado, y cuando Psique desconfía de su esposo por ingenuidad y curiosidad, él no lo duda un instante y la abandona. Vuelve como un niño caprichoso a la casa de sus padres. Hasta que ve las múltiples desventuras a las que Psique es sometida cuando intenta recuperar su amor.
Tarde se da cuenta del error de haberla abandonado porque Psique cae en el sueño del letargo por culpa, nuevamente, de su curiosidad y las trampas de su poderosa suegra.   
Por suerte para Psique, Eros intercede por ella ante Zeus que le concederá a su psique (alma) la gracia de la inmortalidad. Así podrán vivir por siempre juntos. Un mito con  final feliz, como los de tantas novelas rosas.

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