Misteriosa Buenos Aires

Las bibliotecas comunitarias cumplen un papel fundamental en la aproximación del conocimiento a los lugares en donde más urge acceder al material, que es cerca del vecino, cerca de sus necesidades cotidianas. Hacer la historia que rastrea los orígenes, la fundación y el desarrollo de una biblioteca es  por tanto interés principal de Libro de arena, que hoy publica acerca de los orígenes de Misteriosa Buenos Aires, la biblioteca del Hogar San Martín.


Por Belén Leuzzi

La biblioteca “Misteriosa Buenos Aires” del Hogar de ancianos “San Martín” ubicada en el barrio La Paternal se ha renovado a sí misma a fin de llegar cada vez más a todos los que residen en su hogar. Desde principio de los años '90 existía ya una biblioteca que dependía del Servicio Social, pero su espacio era muy chico y pronto los libros tuvieron que apilarse uno sobre otro, y con el tiempo dejó de ser concurrida. Pese a esta situación, varios residentes seguían con el entusiasmo por la biblioteca, como don Edgardo Sáenz Samaniego, y otros  que quizá dejaban de asistir por problemas de movilidad. En 2012 asumió un nuevo director, Gustavo Ciappa, que se propuso recuperar la biblioteca como un ámbito de múltiples actividades fomentando no solo la lectura sino otro tipo de acciones. Es así que se consiguió otro espacio físico y se lo fue acondicionando. Junto con Soledad Sánchez, trabajadora social, y demás gente del equipo de la Dirección del Hogar, se propusieron darle vida a la biblioteca para llegar a toda la gente del Hogar, sin que los residentes tuvieran que concurrir al lugar, sino que la Biblioteca  se acercara a  ellos con sus libros y sus otras actividades.


Don Saenz Samaniego, fiel custodio de la antigua biblioteca y guardián del “tesoro”, una tarde, en uno de los anchos pasillos iluminado por los grandes ventanales del hogar, le dijo a Soledad con cierta melancolía y esperanza: “a mí me prometieron muchos directores que la biblioteca iba a cambiar,  si vos llegás a hacer este cambio, yo me puedo morir tranquilo”. Palabras como estas dan el envión fundamental  y el estímulo necesario para emprender cualquier proyecto.
Con este impulso y de a poco, la biblioteca fue tomando forma desde junio de 2012 cuando empezó a pensarse el proyecto hasta su reinauguración en el mes de noviembre. Desde la Dirección del Hogar se emprendió una búsqueda para colaboraciones en este nuevo emprendimiento. Entre otros se logró obtener la donación de una computadora por la empresa Techint, y la donación de libros de diferentes editoriales. También se consiguió articular con otros Programa del Gobierno de la Ciudad. Así conocieron a Bibliotecas para armar y establecieron un vínculo de trabajo y filosofía compartida entre los impulsores del Hogar y Mateo Niro y el equipo del Programa. Mientras se preparaba el espacio físico para la nueva biblioteca, el Programa Bibliotecas para Armar dictó capacitaciones de animación y promoción de la lectura y otra de narración oral y lectura en voz alta para los empleados y residentes del Hogar. Asimismo, colaboraron en el proyecto estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de la Matanza, (Florencia Finella, Susana Quinelli y Viviana Grosso) que hicieron sus prácticas durante el segundo cuatrimestre del 2012, y ayudaron con actividades en las distintas salas del Hogar que promovían la lectura y difundían la próxima inauguración de la biblioteca. Durante estas actividades de incentivación algunos residentes se ofrecieron a colaborar de manera activa en la biblioteca. Edith Ortiz, residente del Hogar, que había estado encargada de una biblioteca en un centro de jubilados años atrás, es hoy una de las personas que la lleva adelante.
El 14 de noviembre de 2012 se reinauguró la biblioteca y se la denominó “Misteriosa Buenos Aires”. Su emblemático nombre que evoca el libro de Manuel Mujica Láinez, como todo el mundo sabe, fue elegido por votación entre los residentes del Hogar. Edgardo Sáenz Samaniego logró cumplir la promesa de la nueva biblioteca. Pero allí no termina la historia, porque la biblioteca no se arma ni funciona sola. Edith y Claudia Fernández de Bibliotecas para armar llevaron una ardua tarea de selección, inventario y catalogación. Luego también se consiguieron más muebles para acomodar la cantidad de libros que iban llegando. Los participantes de este proyecto coinciden que proyectos como este movilizan y hacen movilizar. Es por eso que la biblioteca quiere “salir para afuera”, visitar a todos los residentes del hogar con la ayuda de una bibliomóvil donada por Federico Maschio, un estudiante de trabajo social de la UNLM que, junto con Daniela Aladro que donó las carteleras para publicar las actividades en cada una de las salas, hicieron sus prácticas durante el primer cuatrimestre de 2014, realizando actividades semanales en el área de enfermería con los residentes allí internados. Simultáneamente se está trabajando en nuevos proyectos: grabaciones de cuentos para personas con visión reducida, visita a distintos lugares de interés, diseño d un espacio de lectura al aire libre, talleres literarios, encuentros temáticos sobre escritores, entre otros.

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