Mujercitas: un Matriarcado que resistió a las críticas de varias generaciones
El 29 de noviembre, casualmente día
de mi cumpleaños, Sandra Comino recordó en su muro de Facebook, que ese día se
cumplirían 187 años desde el nacimiento de Louisa May Alcott, según decía
“autora de la tan subestimada Mujercitas”. En el breve posteo, Sandra decía,
también, que “Louisa creó una heroína juvenil en 1868 y se le filtró el
feminismo”. Leí su entrada y le pregunté, de inmediato, si no tenía ganas de
escribir algo más largo, para nuestro Libro de arena. Me respondió, también de
inmediato, que sí, que le encantaba la idea. Acá esta, entonces, este hermoso
texto de mi amiga y escritora y especialista, Sandra Comino. ¡Muchas gracias,
Sand! (Mario Méndez).
Por
Sandra Comino*
“Las Mujercitas no iban a la iglesia,
ni tomaban alcohol, se conformaban con poco y renunciaban a cualquier placer
por beneficiar al prójimo. En una época donde las jóvenes asexuadas eran el
ejemplo de los patriarcados norteamericanos, Louisa May Alcott reivindicó el
matriarcado, inmortalizó a quien se
atrevía a desafiar lo impuesto y amasó el secreto de la perdurabilidad de su
obra. Debajo de una apariencia ingenua se halla una protesta enmascarada,
entroncada en la expresión de mujeres de una época. Niñas que no se someten
(amparadas por una madre -Marmee-, que acata pero transgrede) atraviesan momentos
donde la mujer no puede hacer las mismas cosas que el hombre. Esta constante
obsesión en la vida y, por lo tanto, en la escritura es el mayor atractivo de las novelas de Alcott”. (1)
El 29
de noviembre Louisa May Alcott (1832-1888), autora de la tan subestimada
Mujercitas, hubiera cumplido 187 años. Josephine March, su personaje más
entrañable, fue la inspiración de muchísimas mujeres a lo largo de siglo y
medio ya que la novela es de 1868 escrita nada más y nada menos que en tres
meses.
A
propósito del próximo estreno de la nueva versión cinematográfica de Mujercitas
recordamos que varias anteriores inmortalizaron al personaje. Una de ellas la
dirigida por la australiana Gillian Armstrong en 1994, protagonizada por Winona
Ryder, Susan Sarandon, entre grandes figuras. Quien no se quede prendado
mirándola, como si nunca la hubiera visto, cada vez que la repiten en algún
canal televisivo que tire la primera piedra. Película donde Bhaer
recupera un encanto que en la novela no tenía gracias a la interpretación de
Gabriel Byrne y además le hace justicia a la imagen que los ilustradores de
casi todas las épocas le crearon.
La nueva versión con Meryl Streep como la tía March, Emma Watson en el rol de Meg y Saoirse Ronan como Jo traerá una estela de reimpresiones, ediciones “completas” y hará que Alcott renueve lectores gracias al cine. Enhorabuena.
La nueva versión con Meryl Streep como la tía March, Emma Watson en el rol de Meg y Saoirse Ronan como Jo traerá una estela de reimpresiones, ediciones “completas” y hará que Alcott renueve lectores gracias al cine. Enhorabuena.
Louisa
creo una heroína juvenil en 1868 y se le filtró el feminismo. Las
características de sus personajes dejaban clara su ideología. A Jo le importaba
nada la ropa, se cortaba el pelo aunque fuera lo único lindo que tuviera,
andaba con un vestido quemado en la cola por arrimarse demasiado a las estufas
y despechó al lindo Laurie por irse del pueblo a estudiar. Claro que
luego conoció a Bhaer, un profesor grande y poco agraciado, quien será luego su
marido y padre de sus hijos Rob y Teddy (detalle: le puso el nombre de Laurie,
amor de juventud).
Por supuesto en nuestras lejanas
infancias, según la editorial cambiaban de nombre, a Mujercitas le seguían
otros títulos como: Señoritas, o Las
mujercitas se casan, luego Hombrecitos
y Los muchachos de Jo. Los dos
últimos profundizaban la vida en Plumfield, la escuela que Jo funda en la casa
de la tía March.
Alcott tiene más novelas como: Bajo las Lilas, Rosa en Flor, Una niña
anticuada, El mantel de Tabby inmortalizadas por la colección Robin Hood,
Billiken e Iridium. Pero también otras novelas que no conocimos tanto como La herencia, Detrás de la Máscara, Un cuento
de enfermeras y Sirenitas, Ariel o una leyenda del faro y otras criaturas del
mar, donde retoma el personaje de Andersen, se pueden conseguir y hoy se
consideran piezas arqueológicas. De todos modos es un buen momento para revisar
clásicos escritos por mujeres teniendo en cuenta el contexto histórico y los
siglos que pasaron.
La novela Mujercitas nunca fue lo
que a simple vista creyeron los que solo se guiaron por el título.
Hace veinte años escribí un
artículo que se llamó “Mujercitas, una protesta enmascarada”. Jo rompía con el
estereotipo de heroína que deseaba casarse, tener marido, hijos y casa con
jardín. Por eso quienes amamos a Jo nos repelía un poco Meg que sí quería todo
eso.
Mujercitas, tildada de conservadora
y moralizante, se convirtió en un clásico porque como todos los clásicos
siempre tuvo (y tiene) mucho para decir. Mujeres solas que luchaban por
sobrevivir. Con críticas a determinadas conductas sociales y padre en la guerra
que, en definitiva, no era más que el rol masculino ausente al menos en buena
parte de la novela. En el resto el señor March aparece desdibujado.
Alcott estaba interesada en muchos
temas que aún nos movilizan. Una escritora que le costaba publicar. Que tuvo
que hacerlo con seudónimo de hombre. Que fue ridiculizada en varios momentos.
Que escribía por encargo. Pero que siempre encontraba algo para decir que
muchos años después reivindicamos.
“Debería de haber una ley que
protegiera a los desgraciados autores –dijo Jo una mañana, poco después de la
llegada de Emil, al entrar el cartero con un manojo enorme de cartas, como las
que venía trayendo hacía ya algún tiempo-. Esto sería para mí mucho más vital
que el derecho de propiedad literaria internacional, porque el tiempo es oro,
paz y salud, y yo lo estoy perdiendo todo con tener que atender a toda esta
correspondencia, so pena de abandonarlo todo y meterme en un bosque donde no
puedan dar conmigo, porque ni en la libre América puede una ya tener libertad”.
(2)
No recordaba por supuesto esta
frase que me impactó en la relectura. Louisa siempre hilando fino. Acapara con
guiños al adulto y habla como era para ella ser escritora acarreando
dificultades que aunque escribiera para jóvenes no ocultó, como por ejemplo el
rechazo a sus primeros escritos.
En lo personal, en la infancia me
sedujeron muchas cosas de la novela como por ejemplo tener un mejor amigo varón
(Laurie), la
crítica a la superficial de Amy a quién yo aborrecía porque estaba todo el
tiempo pendiente de su imagen y dormía con un broche en la nariz para que se le
afinara. Estaba de acuerdo con Jo cuando rechazaba la idea de que Meg deseara
casarse a toda costa. Y Beth me despertaba mucha ternura. También me encantaba
la madre que no solo defendía a su hija de un maestro violento que le pegaba
con un puntero sino que por ese motivo la retiraba de la escuela. Y me
fascinaba mucho ese mundo femenino: el matriarcado. Aún de niña y sin saber por
qué… disfrutaba que Jo rechazara a Laurie por querer ser escritora. Cosas que
hoy a la distancia me vuelven a fascinar. Y en las relecturas se afianzaron
todos esos aspectos que de niña me deslumbraban porque crecí en un ambiente
campesino y pueblerino que se parecía un poco al contexto de las Mujercitas y eso que ya habían pasado más de cien años desde su escritura.
Alcott
escribió por encargo para un público femenino y joven. Cedió a esas peticiones,
porque razones habrá tenido, sin embargo dejó bien claro su postura. Tanto que
hoy seguimos hablando de ella y sus personajes.
1. Comino,
Sandra: “Un mundo perdurable escrito por mujeres”, en Esto no es para vos, Editorial La Bohemia, Buenos Aires, 2009. pag
117.
2. Alcott,
L. M.: Los muchachos de Jo, Editorial
Acme, Buenos Aires, 1976. Pag.45.
* Sandra Comino es escritora,
docente, investigadora y crítica literaria. Es conocida, entre otros, por sus
libros La enamorada del muro, Nadar de pie, Así en la tierra como en el
cielo y La casita azul, y por haber ganado los
premios A la orilla del viento del Fondo de Cultura Económica en 1999 y el Premio
Iberoamericano de Novela otorgado en La Habana en 2001.
Mujercitas
Louisa M. Alcott
colección Robin Hood
Muy buen comentario. Evoco quf me encantaba el personaje de Jo h toda la novela, me la tragaba leyéndola en siestas obligadas, yo transgrediendo, leyendo. Adore' y adoro a Luisa Alcott🤗❣️
ResponderBorrarTodas queríamos ser Jo! Muy buen artículo, gracias
ResponderBorrarExcelente artículo!La sensibilidad de Beth me atrajo desde mi niñez y las actividades de esas mujercitas me ayudaban a entender que las mujeres debíamos construir nuestras personalidades y perfiles según nuestros deseos e intereses.
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