Adiós a Ana Albarellos

Ayer se fue la gestora cultural Ana Albarellos y desde el Programa Bibliotecas para armar la despedimos con las palabras sentidas de su nieta Camila Castro Chiesino.


Por Camila Castro Chiesino

Nunca nadie me agarró la mano como mi abuela. Entrelazaba sus dedos con los míos y curvándolos como hacemos cuando tomamos agua de una canilla, formaba un cuenco en el que se acumulaba el aire; y con un apretón brusco que unía ambas palmas, imitaba el sonido de un pedo.

A medida que fui creciendo dejó de hacerlo de manera aleatoria y comenzó por aplicarlo en momentos más específicos, como cuando algo le causaba gracia, por ejemplo. Se le inflaban los pómulos; fruncía su boca en una tensión pícara y con sus ojos como dos medialunas, buscaba el brillo cómplice de los míos, para unirse ante la impertinencia de ese sonido. Era un aviso: ‘’Esto tomalo para el chiste’’.

Esconderme atrás de la puerta de la heladera, para tomar agua del pico de la botella no va a ser lo mismo; y ya no habrá fantasmas que puedan asustarme como lo hacías vos cuando aparecías a la madrugada, a paso silencioso por la cocina, para preguntarme en voz bajita, ¿Qué haces a esta hora levantada?

Mucho tendrán que decir sobre tu aporte a la cultura Argentina; sobre tu profesionalismo en el trabajo y sobre tu pasión y respeto por el arte. Me consta.

Hoy en un intento por aferrarme desesperadamente a vos, retomo lo más sencillo: el sabor de las aceitunas en tus zapallitos rellenos; la caricia en la garganta con cada cucharada de tus sopas; los porta velas hechos en manzanas para navidad; las mejores siestas auspiciadas por el olor de tus almohadas; el sonido de tus zapatos sobre el piso adoquinado de Clásica; las noches eternas de música y whisky; la literatura; y los pedos de palma, que ante todo me enseñaron que con humor se sobrevive y se sigue, siempre mirando hacia adelante.

- Camilita ¿Qué haces a esta hora levantada?

- Te extraño abu.

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