Guillermo Barrantes y Lorena Méndez: “Fue buenísimo trabajar con dos proyectos sobre Malvinas, muy vinculados”

Como cierre inesperado del ciclo dedicado a Malvinas en nuestros libros para niños y jóvenes entrevistamos de manera virtual a Guillermo Barrantes, quien escribió Malvinas. Tras los rastros de un misterio y A Kaia no le gusta la guerra, y a Lorena Méndez, que ilustró ambos libros. Una charla realmente muy interesante con ambos autores, en la que no solo aparece la historia reciente, sino que también ronda lo fantástico.


Mario Méndez: Buenas tardes. Bienvenidos Guillermo y Lorena, que son el bonus track del ciclo de Malvinas. Yo no conocía el libro, y tuve la suerte de ser el prologuista del libro escrito por Guillermo e ilustrado por Lorena, porque Andrea Morales, editora de Quipu, se enteró de que estábamos haciendo este ciclo, me ofreció el PDF, lo leí y luego escribí el prólogo, que espero que les haya gustado. 

Guillermo Barrantes: Por supuesto.

Lorena Méndez: Está muy bien. 

MM: También los pongo en un compromiso. Miren si dicen que lo peor del libro es ese prólogo… (Risas). 

GB: En pocas palabras supiste reflejar lo que te pareció y enganchar al lector que está a punto de arrancar con la novela, que esa es la función que tiene el prólogo. 

MM: Muchas gracias. La verdad es que disfruté de la novela. Vamos empezar por esa: Malvinas. Tras los rastros de un misterio. Elegiste un camino diferente al de la mayoría de los textos que hemos leído sobre Malvinas en la literatura infantil, que es el del misterio, entre fantástico y policial. Más que nada, fantástico. ¿Cómo fue que se te ocurrió esa manera de llegar a la cuestión Malvinas?

GB: Más que ocurrírseme, es como que estoy condenado, felizmente condenado, a escribir dentro del género. Hasta me he propuesto sacar algo que esté fuera de lo fantástico, y en algún momento aparece algo extraño, que puede ser de terror, ciencia ficción o fantasía, que invade lo cotidiano. Y el cuento se convierte en un cuento del género. O la novela, o el guion, lo que esté escribiendo. Así que yo sabía que en algún momento iba  a ir para ese lado. Y la verdad es que el disparador fue algo que me pasó con Malvinas. Y que es la ceniza de la novela, y  que tiene que ver con el barco. Hace ya un tiempo, en el año 2001, 2002, 2003, no recuerdo bien, tendría que fijarme en el álbum de fotos, en la playa de San Antonio Este, cerca de Las Grutas, está el puerto, hay un pueblo chiquito y unas playas. Muy lindas, y en aquel tiempo, con poca gente. Estábamos con Romina, mi señora, los dos solos en esa playa, y de pronto a lo lejos veo un barco encallado. Es una locación fantasmagórica que me gusta de por sí, la del barco encallado. El barco solo, de por sí, ya de chico me dio cosa, ese gigante de hierro flotando en otro gigante que es el océano, símbolo de tantos misterios. Si encima el barco está encallado, mejor todavía. Películas como La niebla, de John Carpenter, son también las que me llevaron a amar el género, y a amar los faros, y los barcos que se  acercan misteriosamente en la niebla. En este caso este barco estaba encallado, era el Junella, le saqué unas fotos, me encantó, y seguimos paseando y tomando mate. Después, ya en tiempos de Internet, me puse a buscar, a ver qué salía, y así me entero de la historia de ese barco, que es un poco la que está escrita en los primeros capítulos de la novela, y es la que descubre Lucio, el protagonista. Yo descubro, en ese tiempo, cuando empezaba a usar Internet, que el Junella era un barco que había estado en Malvinas, que había sido parte de la guerra, del lado inglés, por supuesto, que era un baro pesquero y como la flota inglesa no tenía barcos buscaminas que se adaptaran a lo que era el Atlántico Sur, al viento y a ese mar agitado, llamaron a estos pesqueros, los acondicionaron, y el Junella vino, con otros tantos, a hacer de buscaminas. La guerra terminó, el Junella desactivó varias minas, también fue utilizado para trasladar tropas inglesas, vuelve a Inglaterra, después es comprado por diferentes países europeos, después recae en un frigorífico uruguayo, que lo compra, y finalmente  se lo termina comprando a esa empresa uruguaya, una empresa argentina. Saliendo con mercadería del puerto de San Antonio Este es que se incendia, y termina encallado donde yo lo encontré. 

MM: Ha recorrido un largo camino, Junella. 

GB: ¡Claro! Imaginate, cuando yo me entero de toda esta historia, además corroborada, porque eran todas páginas oficiales de la Marina. Un barco que había estado en la guerra con bandera inglesa y que terminó sus días con bandera argentina, ahí, incendiado, con sus cáscara, en San Antonio Este. No lo podía creer. Ese primer avistamiento dio origen a una novela llamada Encallados, que se editó por el 2011, si no me equivoco, que era totalmente de terror y no hacía ninguna referencia a Malvinas, pero también estaba inspirada en ese encuentro. Después se dio, entre la confianza de Quipu, y las posibilidades de escribir esta novela reciente, en la que incluso pude plasmar eso que me pasó,  en la piel de Lucio. 

MM: La verdad es que da para hablar de verdadero y verosímil, ¿no? Si vos contás esa historia, es bastante inverosímil aunque sea verdadera. 

GB: No te la creen. Se dicen, “Pará, ¿este Barrantes cuánto le está agregando?”. 

MM: ya que investigaste, ¿qué hace un barco buscaminas? Busca minas, claro, pero ¿cómo es eso? ¿Tenés idea? 

GB: Sí. Por lo que investigué, lo que hacen es irlas llevando. La flota argentina había minado gran parte de la costa de las Malvinas. Incluso hoy en día hay minas que no han sido desactivadas. Se habla un poco de eso en la novela también, con respecto a las playas que están cerca del Faro de San Agustín, en Malvinas. Así que las tropas argentinas habían minado gran parte de la costa esperando que llegara el ataque inglés. Y los ingleses precisaban este buscaminas. Que lo que hacían era ubicarlas y arrastrarlas, hacia lugares menos peligrosos, menos dañinos, y si podían, desactivarlas. Algunas nunca explotaron, y quedaron ahí, como inactivas. No hizo falta desactivarlas. Por lo que investigué, un barco buscaminas hace eso. Estos eran barcos pesqueros que estaban adaptados para buscaminas. También estaban un poco “atados con alambre”.

MM: ¡Que laburo peligrosísimo! Porque esas minas también podían explotar mientras se las arrastraba…

GB: Totalmente. Bueno, en la famosa batalla de Bahía Agradable, algunos misiles que lanzaron los cazas argentinos, quedaron incrustados en barcos ingleses, y no explotaron. Se metieron como espadas, como dagas, en los cascos de los barcos galeses, escoceses, ingleses, que estaban llegando a desembarcar en Bahía Agradable, y algunos por supuesto, explotaron. Terminaron hundidos dos barcos. Pero hubo otros que no. Y la versión es que si hubieran explotado estos misiles, tal vez la suerte de la guerra, para la Argentina, hubiera sido otra. Porque esa batalla en Bahía Agradable fue clave. 

MM: ¿Hay alguna razón por la que no explotaron? ¿Eran cosas que estaban fuera de uso? 

GB: Claro. Eran misiles comprados, si no me equivoco, a Francia. Algunos eran de cosecha reciente, y se ve que en el combo venían otros que ya tenían su vencimiento. Aparentemente fue por eso que algunos no estallaron. Es interesante pensar a veces hacia dónde pudo haber rumbeado el curso de la guerra, en esa batalla tan importante. Por si explotó o no explotó un misil. 

MM: Bien. En este libro, Lorena, vos ilustraste la tapa, pero en los interiores solamente te tocó hacer algunas viñetas, ¿no? para iniciar los capítulos. Dos preguntas. ¿Cómo elegís la imagen de la tapa? ¿Lo charlaste después con Guillermo? Porque veo que trabajaron juntos en dos libros, por lo  menos. 

LM: La verdad es que no lo charlamos. Nos conocimos en la Feria. Por un lado, esto es como que me dio más libertad. Si bien estuve muy en contacto con Andrea y estuvo buena su dirección, porque es lo que te va dando como un marco para ilustrar, me parecía que el barco tenía que estar, sí o sí. Yo desconocía el barco y su historia. Así que también tuve que investigar un poco; fotografías, cosas que empecé a buscar… Y bueno, me parecía también que el protagonista tenía que estar en la tapa. Y lo hice mirando hacia atrás. En la cuestión del dibujo, supongo que en la escritura también, hay cosas que las vas resolviendo de una manera consciente, y otras que van surgiendo y van quedando porque te parece que compositivamente van quedando bien. Estos días escuché a un ex combatiente que se llama Miguel Savage, que es de Venado Tuerto… Y estas cosas que aparecen en la ilustración, en el dibujo como de manera inconsciente, y está bueno que haya aparecido así. El personaje mirando hacia atrás, más allá de que hay una mariposa ahí, soslayada, en la tapa…

MM: Apenas sobre el corte…

LM: Sí, apenas. También es cierto que para el personaje fue una bisagra en su vida, un poco como contaba el ex combatiente también. Un antes y un después. En este caso, del personaje, parece que hay un antes y un después a partir de este barco. Y en el caso de la gente que participó en Malvinas, también un antes y un después. En realidad, para todos los argentinos que vivimos esa época. Así que ahí hubo que ponerle fuerza a la tapa, y en la parte de los capítulos a las viñetas, como para hacer una introducción, a cada capítulo. 

MM: Suele pasarnos a los que escribimos que las ilustraciones nos sorprenden; o porque no tienen nada que ver con lo que nos imaginamos, o porque tienen muchísimo que ver. No sé qué te pasó a vos, Guille, cuando viste las ilustraciones de Lorena. 

GB: Me encantaron. Pasa lo que vos decís, Mario. Yo trato de no imaginarme mucho. Sí me imagino la novela, pero la tapa, que va a condensar todo en una imagen, trato de no imaginármela tanto, porque siempre me sorprenden los ilustradores. Y Lorena fue el caso. No solamente está todo ahí, está Lucio, con su mochila en plena aventura con las Malvinas, está el faro, la mariposa, sino que como decía Lorena, está mirando hacia atrás. Es la mirada hacia esa guerra que le contaron. Y que ahora va a constatar, o no. Va a descubrir qué ecos de aquella guerra quedaron en la isla. Es una mirada hacia atrás, que también esa una mirada hacia adelante. Está todo en la tapa. Apenas la vi cuando me la pasó Andrea dije que sí, que se notaba que esa era la tapa de la novela. Así que el laburo de Lorena me encantó. Y todo lo que está adentro, las viñetas, está todo muy bien, en ese estilo. A mí me gustó muchísimo. 

MM: Qué bueno. Qué bueno, además, que tuvieron ese diálogo con la editora, ¿no? que suele hacer de nexo entre los dos. ¿Luego de Malvinas. Tras los rastros de un misterio surge el proyecto de A Kaia no le gusta la guerra? ¿O ya estaba pensado? 

GB: Ya estaba pensado. El proyecto, la idea, el desafío, era escribir una novela y un libro álbum. Con el mismo tema. Y el libro álbum, el de Kaia, que fuera dirigido a los primeros lectores. Un tema tan complejo, tan complicado para llevarles como es la guerra. Y que además tuviera cierta conexión. Esto no era algo necesario, No era una condición. Pero estaba la idea, y a mí me gusta mucho conectar los libros. Desde chico, que leía a Isaac Asimov, y toda su saga de ciencia ficción, y de robots, y recuerdo cómo él termina conectando todo. En una especie de universo de como veinte libros. De ahí me quedó eso de que cuando puedo trato de conectar los libros. Es como que se abre un universo que uno imaginó. Y que le regala al lector. Así que estuvo el desafío de escribir los dos libros y tratar de conectarlos. Y bueno, está. La conexión se pudo hacer, es natural. No es que uno necesite leer un libro para leer el otro, para nada, pero están conectados. Además la novela habla de una conexión muy importante. Esta conexión entre libros venía un poco a reflejar el tema que es estar conectados con la guerra, con alguien que uno perdió en la guerra… cómo conecta el amor… Estaba bueno si se podían conectar los dos libros, iba a ser como la frutilla del postre. Así que bueno, no sé qué tan grande es la frutilla, pero uno trató de ponerla. Quedaron conectados. Y en Kaia si había un desafío para mí fue este, el de llevarles este tema a los chicos. Por eso me puse en la piel de los padres, que son los primeros que se enfrentan a estas preguntas.  A mí me pasó. Yo tengo un hijo, Dante, que ya es adolescente, pero cuando era chico empezó con esas preguntas incómodas, y si uno estaba cenando se atoraba con el pedacito de pollo. “¿Cómo le respondo esto ahora a este muchachito?”. En el caso de Kaia, el disparador del libro álbum fue ese: que hace preguntas incómodas. Kaia pertenece a una familia, están cenando y Kaia es una niña que hace preguntas incómodas. Al menos en los libros vamos a rescatar esas preguntas incómodas que nos dan una historia que contar. En este caso fue acerca de la guerra de Malvinas. El desafío para el autor, fue el desafío de los padres, a la hora de contestarle a Kaia. 

MM: Y el desafío tuyo, Lorena, al tomar esta historia, ¿cuál fue? 

LM: En principio, a mí me llegaron los dos proyectos juntos. Estuvo bueno también, se lo comenté a Guillermo, porque trabajar con dos proyectos que además se vinculaban tanto, se vinculan tanto, estuvo buenísimo, porque te metés ahí de lleno, en todo. Paralelamente surge la guerra Rusia-Ucrania, así que atravesaba todo eso cuando estaba dibujando. Yendo al libro álbum, mi desafío fue encontrar imágenes que se vincularan con lo que iba a aparecer en la novela también, imágenes que se acercaran a la franja etaria de los lectores a quienes va dirigido, y poder emparentar un poco lo que los padres responden, o las respuestas que intentan darle a su hija, que está preguntando. Tratar de unir dos ilustraciones o dos imágenes, asemejándose a ilustraciones más cercanas a lo real, porque tenían que aparecer los soldados, había que poner cosas que fueran una referencia con la realidad. Y lo de Kaia en sí, un poco más lúdico, en cuanto a la imagen. Ese fue el desafío. La verdad es que estuvo bueno, fue zambullirse y decir: “estoy en esto”. Que hubiera cosas que se referenciaran en las dos historias, estuvo muy bueno, me sentí cómoda con eso. Y me ayudó un montón. 

MM: Me imagino que hay una dificultad porque por ejemplo en esta, que creo que es la imagen central, es la nena en la actualidad, con su papá, y al lado una imagen que parece alguna de las fotos de la rendición, o una marcha de nuestras tropas que fueron vencidas.

LM: Sí… también no ir hacia la crueldad y hacia todo el dolor que implica una guerra. Era como tratar de mostrar y no mostrar. Uno poco eso fue. La verdad es que Andrea me ayudó muchísimo, me sentí acompañada: fue como tener una guía que te va llevando. Eso fue muy importante. 

MM: Qué bueno. ¿Se juntaron para trabajar el libro álbum o trabajaste a partir del texto?

LM: Yo trabajé a partir del texto. Sí tuvimos comunicación vía mail. Bocetos y devoluciones sobre los avances. Fue bien fluida la comunicación. Estuvo buenísimo. La verdad es que fue muy grato trabajar. 

MM: Qué bueno. Guillermo, evidentemente, como bien dijiste, se te imponen los temas. El misterio, el terror o el espanto, porque en el medio de esta historia que le están contando a la nena, y que es un buen recurso,  porque es un poco infantilizarle el relato de la guerra, aparece un monstruo. Aparece nada menos que el Yeti de Thule. Trasladaste desde el Himalaya hasta las Malvinas al abominable hombre de las nieves. ¿Cómo apareció ese personaje en medio de un  relato malvinero?

GB: Creo que tiene que ver con esto, con estar felizmente condenado a escribir sobre monstruos, fantasmas, y naves espaciales a veces. Es lo que me gusta desde chico, y me va a seguir gustando. A veces ellos vienen a buscarme a mí. Y en este caso  pasó eso. Porque investigando datos sobre Malvinas, no tan conocidos, algo más en el derredor de las islas, me encuentro con la historia de esa isla; esa isla de Thule, que está más al sur, que es parte de lo que reclamaba Inglaterra, y lo que quería defender Argentina. Pero está más cerca de la Antártida que de la plataforma continental.  Si ya en Malvinas el frío y el mal tiempo son habituales, en estas islas, es así todo el tiempo. Prácticamente son inaccesibles, son muy chiquitas. Y bueno, investigando. Yo vengo investigando acerca de mitos y leyendas, es un tema que me apasiona y sobre el cual escribo, desde hace mucho, en ese modus operandi, de investigar historias detrás de las historias, así como en un momento me encontré con toda la historia del Junella, me encontré con registros de los únicos pobladores que estuvieron en Thule, que fueron argentinos. Primero fueron  investigadores que se quedaron, que construyeron un refugio, muy precario, y se quedaron unos meses. Y ya estos argentinos que estuvieron ahí, dejaron registrado en un cuaderno, que habían avistado a una entidad que no podían definir, a un ser de una especie que no conocían, y que si tenían que emparentarlo con algo era con el Yeti. 

MM: ¿Eso es verdad?

GB: Eso es verdad. Así como el Junella llegó a mi vida y llegó a la vida de Lucio, el Yeti de Thule también. Por eso te digo que estoy felizmente condenado. A veces los busco yo y a veces me buscan ellos. Y en el caso del Yeti de Thule, me buscó él a mí. Repito, son registros oficiales. Y además, después lo corrobora otro grupo de argentinos, que están en la isla que también dicen haber visto una cosa parecida, y dejan el registro. Y encima me sirve mucho a mí, sobre todo para el libro álbum de Kaia, no solo por el monstruo, (tal vez el primer dueño de todo el archipiélago)… ¿Por que qué es este monstruo? ¿De dónde vino? ¿Qué fue primero, las islas o el monstruo? Además, algo que no saben muchos, que se cuenta en los libros, es que el conflicto de Malvinas se termina finalmente recién el 19 o el 20 de junio, porque todavía quedaba un grupo de científicos en la Isla de Thule. Y tiene que viajar hasta allá un batallón inglés, con todo lo que les costó (ya les había costado llegar a Malvinas), llegar hasta el Thule, mucho más al sur, con un clima mucho más terrible, los vientos y los mares aterradores, y recién ahí se le da final al conflicto; en la Isla de Thule. Ahí un poco uno juega con eso de que “¿no será que tenían miedo al monstruo de Thule? ¿Habrían leído algunos de los registros de los argentinos y dejaron eso para el final por las dudas?”

MM: La verdad es que es súper sorprendente.

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