Elogio de Marosa di Giorgio y sus 90 vueltas al sol, ceremonia poética Rosa Brillando
Hoy se cumplen noventa años del nacimiento de la enorme poeta uruguaya Marosa di Giorgio. Diana Tarnofky dialogó con los responsables de la puesta de Rosa Brillando, el recorrido poético teatral por una obra poética siempre deslumbrante.
Rosa brillando una invocación a Marosa de Juan Parodi - Trailer
Por Diana Tarnofky
“…Recité, siempre; primero a solas delante de los rosales. Ahora en diversos sitios. Me acompaña esa seguridad de recrear la escritura, dar a cada sílaba el run run que yo quiero. Recito descalza con un ramo de claveles…”
“…mi escritura sale de los vericuetos del alma, del jardín del cielo estrellado. Así es…”
Marosa di Giorgio (1)
En una tarde de cielo azul brillante de este otoño invité a la actriz Vanesa Maja y al director teatral Juan Parodi para conversar sobre esa obra teatral maravillosa llamada Rosa Brillando, que crearon y compartieron a lo largo de los últimos diez años, junto al músico Gonzalo Gamallo. Un homenaje y celebración de la poeta Marosa di Giorgio que este 16 de junio, estaría cumpliendo sus noventa vueltas al sol.
Les propuse a Vanesa y a Juan que me contaran, sorpresas, hallazgos, aprendizajes, iluminaciones que les trajo este trabajo que han realizado en conjunto, de creación, de llevar al cuerpo, a la voz, a la escena, la poesía de la querida Marosa di Giorgio.
Comparto aquí, fragmentos del diálogo:
Juan Parodi: El motor de todo fue Vane. Me transmitió a mí el conocimiento sobre Marosa, y el entusiasmo. Ella trajo la propuesta de trabajar con los poemas me invitó a sumarme. Vane tiene una historia previa con Marosa a Rosa Brillando, y eso fue nutriendo lo que vino después. Esa historia previa, fue el anclaje que tuvimos, me contagió para embarcarnos en la aventura.
Vanesa Maja: Te cuento cómo la conocí a Marosa. Tendría veinte años. Una amiga me dice, vamos a ver un recital de poesía. Yo seguía a Udarpilleta, Tortonese, era groupie. Y mi amiga me decía que ellos hablaban de esta poeta. Yo no tenía idea. Llegamos al auditorio de Losada. Era un recital de poesía de Marosa. De repente la veo a Marosa, con su pelo rojo, con un montón de claveles. Empieza a hablar con esa voz que tenía extraordinaria, particular y minuciosa. Empieza a decir todo lo que que ella decía. Empiezo a escuchar y empiezo a alucinar. Era algo desconocido para mí. Siempre me encantó la poesía. Desde adolescente era fanática de varias poetas. No la había conocido a Marosa. Fue una cosa divina la que sucedió. La vi esa única vez en escena y fue como un fulgor. Ella era subyugante, atrapante, era todo muy raro. Las cosas que decía eran hermosas y rarísimas. Todo raro y nuevo: estaba descubriendo el mundo a través de la palabra, de las imágenes. Recuerdo que me impactaba cuánta naturaleza, cuántos animales, cuánto erotismo. Ahí la conocí a Marosa, y la empecé a leer y la seguí leyendo. Me compré el libro Flor de Lis que viene con disco, y la podía escuchar recitando sus poemas. Hermoso. En un momento me llega una invitación. Una propuesta en la Casa del Bicentenario. Era la apertura y querían hacer un ciclo: ocho actrices elijen cada una a una poeta latinoamericana. Ana Groch hace la convocatoria, yo acepto. Quería trabajar con la poesía de Marosa. La propuesta era hacer dos funciones. Me comunico con Juan Parodi. Yo sabía de la mirada de Juan y me parecía que era el empate perfecto. No sabía si me iba a decir que sí o que no. Nos encontramos un día en el bar Imperio.
JP: Era un año complicado para mí: mi papá se estaba muriendo. Uno se va dando cuenta que con las obras que duran mucho tiempo va atravesando muchas cosas de su vida: amores, separaciones, nacimientos, muertes, cosas personales que van en paralelo a la creación de la obra. Creo que el deseo de Vane, su pasión tan vital y tan enorme de la actuación y en este caso de Marosa, logró que pesara más y logró que yo no abandonara. Fue un motor importante ese latir de Vane. Después vino una etapa muy hermosa, en la que sin conocernos casi, nos entendimos mucho. No hubo especulación en el trabajo, todo lo que vino después nos fue llegando y sorprendiendo.
VM: Siempre utilizamos esa palabra que es serendipia para ese momento. Cuando encontrás algo sin buscarlo. Lo estábamos armando para dos funciones, por el mero gusto de hacerlo. Qué linda posibilidad para los dos que nos gustan las palabras. Juan que había trabajado tanto con narradoras y narradores… Dándonos esa posibilidad de goce sin expectativas. Todo nos fue sorprendiendo.
JP: Esos dos días, de presentaciones en la Casa del Bicentenario, la gente que vino a ver Rosa nos decía: “¡Esto no puede terminar!” Hubo algo poderoso, seguro habitado por Marosa, no fue sólo una propuesta hermosa con las proyecciones que la gente disfrutó… Pasó algo allí, en ese espacio que era muy frío, ocurrió algo con la conexión con la palabra de Marosa, con Vanesa, con la música de Gonzalo en vivo. Y después lo que hicimos fue seguir trabajando, y se extendió un poco más en tiempo. El trabajo más difícil con Vane fue decidir qué poemas tomar y cuáles dejar afuera. Nos encontrábamos en una habitación repleta de papeles con poemas de Marosa, íbamos agarrando y leyendo al azar.
VM: Fue un trabajo artesanal. La poética del espectáculo, con el retroproyector. Un proceso intensísimo de búsqueda y certidumbre dentro de la incertidumbre.
JP: Fue intuitivo, no racional. Creo que nos hubiésemos trabado si íbamos por el camino racional.
VM: Era un lenguaje bastante particular al que estábamos accediendo. Algo complejo ¿Cómo pasar de la palabra escrita, de lo que uno lee y le parece la hermosura misma… cómo se puede pasar a lenguaje escénico sin que sea solemne, sin que sea una bajada de línea? Juan tiene una mirada tan preciosa de las cosas, con tanta sutileza y tanta belleza, y yo también tengo arrojo. Esas cosas dialogaron muy bien juntas. Y fuimos construyendo un entendimiento total. Cuando entró Gonzalo Gamallo con su música (ya lo conocía de haber realizado dos trabajos previos con él) aportó muchísimo en climas, en texturas, empezó a amalgamarse, en esto tan climático que tiene Rosa.
JP: Por eso cuando Rosa empezó a rodar, no se convirtió en una obra para expertos en Marosa, o sólo amantes de la poesía. A lo largo de todos los años que la hicimos, pudimos mostrarla y compartirla con públicos muy variados y muy distintos. Siempre la poesía, y lo que Marosa propone en sus textos. Nuestra mirada y el montaje con el cuerpo de Vane y la música de Gonza, lograban capturar, entusiasmar a un público que tal vez no lee mucha poesía. Visto a la distancia, descubro que primó la pasión por trabajar con esos poemas, el deseo como motor.
DT: Hay flores en las sillas cuando una ingresa en la sala, y una tarjeta en letra manuscrita que dice: esta flor deberá ser arrojada a la recitatriz cuando ella lo indique. Se llena de perfume la sala, embriaga, cuando sucede la escena de las frutas …
JP: Nos preguntamos cómo sería un momento marosiano donde no estuviera la palabra presente, sin que hubiera un poema dicho.
VM: Un poema que no fuera un poema…
JP: Ahí apareció la escena de las frutas. Mucha gente escribió sobre Rosa, y coincidían en decir que es una obra que apela a los sentidos: las flores, el huevito con el sentido del tacto, las frutas con el olfato y el gusto, la música y la palabra con lo auditivo, las imágenes con lo visual.
Rosa Brillando, es una obra viva, generadora de intercambios y movimientos profundos en quiénes asistimos y vivimos la experiencia. Un baño poético que revive a Marosa, nos posibilita entrar en los mundos que ella propone con su escritura maravillosa, única.
Muchísimas gracias Vanesa Maja, Gonzalo Gamallo, Juan Parodi por esta propuesta poético-teatral que invita a tener los sentidos despiertos, a vivir con intensidad y poesía, la vida .
Para escuchar Rosa Brillando, grabada en tiempo de pandemia en AM 750:
https://750.am/2020/12/08/rosa-brillando-con-claudia-cantero-vanesa-maja-y-gonzalo-gamallo/
(1 ) Marosa di Giorgio, Otras vidas. Ed. Adriana hidalgo
Bellísimo espectáculo que llevaré siempre en mi alma!Gracias por esta nota
ResponderBorrargracias, Di!
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