Guillermo Barrantes y Lorena Méndez: “Entrar a las escuelas es entrar a un mundo mágico”
En esta segunda parte de la entrevista continuamos hablando de los misterios de la Isla de Thule, de la magia de la escuela y los lectores y lectoras que la habitan y de las devoluciones que regalan a los autores. También, del trabajo conjunto del escritor y la ilustradora entre sí y con sus editoras ¡y hasta de cine y series!
Mario Méndez: Ahora que lo pienso, de esta isla de Thule habla Borges, ¿no? Pero la Thule del norte…
Guillermo Barrantes: Exactamente. Encima eso. Toda la historia de la mítica isla de Thule, que se creía que era el fin del mundo, pero del norte. El borde del mundo; la última isla del planeta del Viejo Mundo, era la isla de Thule. Y hasta hoy todavía no se sabe si se referían a Groenlandia, si se referían a Islandia, si se referían a alguna isla de Escandinavia. Todavía hoy, no se sabe. No se ponen de acuerdo, pero la nombraban como la isla de Thule. Entonces, por eso le pusieron Thule a esa isla. Porque está en el borde del mundo, pero del sur. Ahí nomás de la tierra incógnita que era para ellos la Antártida. Si le faltaba algo mítico a todo esto, la isla de Thule se llama como la de antaño.
MM: Y que además recoge nuestro escritor más importante, anglófilo en sus elecciones, es muy curioso realmente.
GB: Sí. Hay un dato incluso, muy interesante, que no está en el libro pero le agrega misterio a todo esto, y es que se rinden los últimos argentinos en Thule, después de la guerra que dicen los libros, y en diciembre se le da por pasar a un barco británico por esas islas… habían desalojado todo, era un lugar al que no podía llegar nadie, el clima, era aterrador... pasa este barco británico en diciembre del ’82, y se quedan todos asombrados, salen a la cubierta del barco cuando pasan por la isla de Thule, porque en esa isla, en diciembre del ’82, después de haber desalojado y sacado a los argentinos en junio, había una bandera ondeando en la isla. Desembarcan, van a la isla, y se encuentran con la bandera británica dobladita… no la habían roto, ni quemado ni nada. Estaba dobladita sostenida por una piedra para que no se vuele, pero ahí estaba la bandera británica. La que ondeaba en el mástil de la isla era la bandera argentina. ¿Quién llegó hasta ahí? ¿Cuándo hizo eso? Nadie lo supo. Porque en la isla no había nadie. Así que los ingleses desembarcaron, sacaron la bandera argentina, pusieron nuevamente la bandera británica, pero hasta ese dato. Alguien izó la bandera argentina entre el final de la guerra y diciembre del ’82. Y nunca sabremos quién fue.
MM: ¿Hay alguna hipótesis, además de la del Yeti?
GB: (Se ríe). No. Lo que quedaba todavía en la isla era la estructura de lo que ya era un asentamiento científico, mucho más importante que aquel refugio de los primeros habitantes de la isla. Quedaba toda esa estructura, así que se supone que algunos argentinos llegaron en algún momento, se alojaron ahí, estuvieron un par de días… Pero si vos te fijás en el mapa te preguntás quién se arriesgó hasta ahí. Entre abril y diciembre, quién, en qué momento. A partir de eso los ingleses detonan con un par de bombas todo lo que quedaba de esa estructura de los científicos. Para que no pase más nada de esto, para que no haya más misterios en Thule.
MM: Si hay te van a venir a buscar.
GB: Como te digo, a veces te vienen a buscar a vos los monstruos.
MM: Muy bien. ¿Habían trabajado juntos antes de estos dos proyectos?
GB: No, nos conocimos en la Feria del Libro. Hace una semana. Nos conocimos ahí.
MM: ¿Estuvieron firmando ejemplares?
Lorena Méndez: Sí.
GB: Claro. El último fin de semana, ¿No, Lorena?
LM: Sí, el 30 de mayo. La verdad es que lo que promueve Guillermo es la investigación, porque con todas estas cosas que cuenta, yo también estuve buscando lo de la isla de Thule. Está buenísimo. Aun en el libro para más chiquitos, hay un montón de cosas que están buenas para seguir desarrollando, como madre, como padre, como docente, al iniciar la lectura. hay muchas cosas para seguir andando, y eso es algo que yo desconocía del trabajo de Guillermo, y que da mucha curiosidad. Despierta la curiosidad como escritor. Eso me encantó.
MM: Qué bueno…
GB: Justamente por iniciativa de las editoras, de Andrea, de Marité, que estuvieron con el libro, acompañando desde el comienzo, desde Quipu, la editorial, idearon una especie de lazo hacia la investigación, a través de los sellos QR que el lector, sin interrumpir la lectura, después, puede acceder a través del teléfono o de una computadora para seguir investigando todos esos temas. Algunos más específicos sobre la guerra, y otros sobre otros datos que están alrededor de las islas y de la historia de las islas.
MM: Eso, exclusivamente, en la novela. No en el cuento.
GB: En la novela. Exacto.
MM: Lo estoy mirando ahora. Para cada capítulo hay un código QR para meterse. Está muy bueno. Yo no lo hice, pero lo voy a hacer. Debbie, querés hacer una pregunta…
Debbie: Más que pregunta es un comentario como promotora de lectura. Esto está en el segundo libro, en el libro álbum, que se dice que es para los más chiquitos. Pero por el hecho de que tiene tantas subcapas que dirigen esa lectura, tanto los padres como los docentes, o quienes visitamos las escuelas y vamos a contarles cuentos, a llevarles libros nuevos, podemos incitarlos a que sigan investigando, para contar más cosas. Es como ir por capas. No solo parea los chiquitos, que es la primera idea, sino que puede aprovecharse para distintas edades.
MM: Así es. El libro es muy reciente. Los dos. Salieron un poquito después del inicio de las clases. Supongo que todavía no han ido a escuelas. ¿O ya tuvieron oportunidad?
GB: No, por estos dos libros, no. Porque como decís bien, son muy recientes. Cuando nos sentamos con Lorena a firmar ejemplares en la Feria, estaban todavía tibios del horno. Habían llegado a la editorial el día anterior. Son muy recientes.
MM: Seguramente se van a encontrar con ese montón de preguntas que prefigura Kaia, y que a los chicos les surgen. ¿Les gusta visitar escuelas? ¿Van de vez en cuando?
GB: Sí, a mí me encanta. Mañana a la mañana voy a una. Y es maravilloso. La verdad es que ahí te encontrás con críticos, con preguntas que no te imaginás que te pueden llegar a hacer, con mucho cariño… te abrazan a veces los chicos, si les gustó mucho lo que leyeron. Para mí, entrar a las escuelas es un mundo mágico.
MM: ¿Mañana vas por estos libros?
GB: No. Mañana voy por otra novela llamada La dama de blanco, que tiene mucho que ver con el mito de la dama de blanco.
MM: ¿Y vos Lorena?
LM: A mí me encanta. Yo además soy docente de Plástica en una escuela primaria, así que me encanta. Y he ido a otras escuelas con otros libros, y es como que siempre hay una ampliación de los horizontes. Porque las distintas lecturas que hacen los chicos sobre el texto y sobre todo sobre la imagen que es lo que yo manejo más, es increíble. Todo el abanico que se abre, de posibilidades, no solo de preguntas, sino también en cuanto a imágenes… Cuando dibujan los personajes. Es como ir armando y desarmando también. Son como otras construcciones. Y a veces, hasta otros libros que proponen ellos. Como otras historias sobre la misma historia. Otros personajes sobre el mismo personaje. Eso está buenísimo. Te enriquece.
MM: Crean otras cosas, es verdad.
LM: creo que nos enriquece a nosotros como adultos. Está en ponerse en ese lugar, un poco de infante. De “a ver qué me sorprende”. Eso es increíble. Porque hay como una construcción colectiva. Y sobre todo si se da con un grupo. Porque aparecen esas construcciones colectivas que son imposibles de tener si no es de esa forma. La devolución que todos necesitamos, de alguna forma, ya sea como productores de textos, de imágenes, de lo que sea. De la producción cultural.
MM: Es verdad. Y como dijo Guillermo antes, los chicos son sumamente críticos. Es un público que no te macanea. Te gusta o no te gusta.
GB: Me han llegado a decir con toda honestidad, si un personaje que aparece a mitad de la novela no tendría que haber aparecido antes. Y te quedás pensando que tienen razón… Me encanta. Así como te recalcan lo que les gustó, si algo no les gustó te lo dicen. Por esto, por esto y por esto. Es maravilloso.
LM: La honestidad y la generosidad también. Porque esa devolución es generosa. Te doy esto, lo que yo pienso, lo que yo siento.
GB: Por ahí te traen un libro que ellos empezaron a escribir o a dibujar a partir de lo que leyeron. Y ya está. ¿Qué más querés? No hay mejor premio que ese. Listo. Misión cumplida.
MM: Acá Olga dice que visitó la Biblioteca Mitre, de Caseros, con Coviello. Y la pasaron muy bien con Buenos Aires de leyenda.GB: ¡Ah, claro! Hace unos años, es verdad, en la biblioteca de Caseros, estuvimos con Víctor Coviello, que es el otro autor, de una saga de libros acerca de mitos urbanos de Buenos Aires.
MM: ¿Ahí está lo de la dama de blanco también?
GB: No. Justo ese mito aparece en un spin off de la saga, que está ilustrado por Patricio Oliver, un gran dibujante. Pero La dama de blanco es una novela que escribí posteriormente. Después de toda esta saga.
MM: Te escucho hablar de spin off, y antes hablaste de guiones. ¿Andás por el mundo del cine también?
GB: Sí. Del cine y de las series. Tuve la suerte de guionar una película que se estrenó en la Argentina, en el 2016, llamada Ecuación. Los malditos de Dios, dirigida por Sergio Mazurek, con Carnaghi, por ejemplo como uno de los protagonistas. Vero Intile, Diego Alonso, Carlos Echevarría, Marta Lubos, un staff maravilloso. Fue mi primer guion de largometraje, estuvo apoyado por el INCAA. Fueron tres años de escribirlo. En tres años me hice amigo de Sergio, que terminó siendo el director. Y en un momento le dije que yo era un enfermo del cine, y que mataría por estar en el set de cualquier película. Si encima la película tuviera un guion mío me volvería loco. Le dije que iba hacer cualquier cosa, a cebar mate. Y como me terminé recibiendo de realizador audiovisual, me pude incorporar al equipo de trabajo, así que estuve todos los días en el rodaje. Inolvidable.
MM: ¿Dónde te recibiste? No me digas que en Avellaneda…
GB: No, en Lomas de Zamora. En el EMMA de Lomas de Zamora. Yo soy de acá, de Lomas. Cerquita de Avellaneda. Acá estudié. Es como un segundo secundario. Muy, muy lindo. Y hace poquito, antes de la pandemia, me contactaron de Disney, para empezar a pensar la primera serie de terror de la plataforma.MM: ¡Mirá qué bien!
GB: La verdad que sí. Para uno, que no creció en muchos sentidos, es maravilloso.
MM: Rumbo a ser el Stephen King de la Argentina. (Risas).
GB: Y se estaría estrenando este año. Después de conseguir la famosa luz verde, de cruzar ideas, terminamos siendo tres guionistas (ellos trabajan con grupos de guionistas). La serie se llama Tierra incógnita. La verdad es que también me encontré con un equipo de gente apasionada, maravilloso.
MM: ¡Qué bien! ¡Felicitaciones! Hablando de lo verosímil, y de lo verdadero, te escuchaba hablar y no podía creer una cosa insólita. Hace como dieciocho años, una vez me llamó por teléfono Sergio Mazurek.
GB: ¡No me digas!
MM: Sí. Querían, él y un productor, presentar un guion basado en un libro mío, en el INCAA. Y yo estudié cine en Avellaneda. Así que me pasó algo parecido a lo que te pasó a vos. Le dije que el proyecto me encantaba, que el libro, por supuesto, estaba a disposición, pero que me dejara participar del guion. Lo hicimos y lo malo es que no obtuvo el crédito del INCAA y no llegó a ser una película. Pero si te hiciste amigo de Sergio mandale mis saludos. Yo no lo vi más. Habíamos hecho el guion de El tesoro subterráneo. Seguramente se va a acordar.
GB: Buen título. Lo veo de vez en cuando. Por las películas, y las series y todo lo que nos gusta. Somos dos chicos. Y se viene un nuevo guion, de a poquito, tranquilos. Cada uno con sus tiempos, después de la experiencia de Ecuación… Para los que estén interesados en ver una película argentina de terror psicológico, está en Cine.ar
MM: Él ya había estrenado antes una película de terror, me parece. ¿No?
GB: Claro. Él había estrenado Lo siniestro. Habíamos hablado primero con Daniel de la Vega, otro director dedicado al género, que sigue haciendo películas, y él le comenta de Buenos Aires de leyenda, esta saga de libros de Planeta. Sergio era lector de la saga, y tenía ganas de meterse en el mundo del mito urbano para su segunda película. Así que por eso nos contacta. Después Víctor no siguió en el proyecto, quedé solamente haciendo el guion, solo. Y fueron tres años de idas y vueltas para que nos apruebe el INCAA.
MM: Muy bien. Mirá cómo el mundo es pequeño, ¿no?
GB: Sí. El mundo del género fantástico en la Argentina es pequeño. Bueno el asistente de dirección de Ecuación, Fabián Forte, terminó siendo también asistente de dirección, de Sebastián Pivotto, el director de Tierra incógnita, la serie de Disney. Vero Intile, que es una de las protagonistas de Ecuación, terminó también en un papel importante en la serie. Es un grupo chico, nos cruzamos todos de vez en cuando.
MM: ¿No pediste hacer algún cameo en la película?
GB: ¡Sí, por supuesto! No les iba a dejar estrenarla. (Risas). La historia trata de un doctor en el Hospital Rivadavia, que empieza a ser perseguido por la muerte. En el hospital empieza a morir cada vez más gente, y él ve a un ser, que es un anciano, cerca de todos los muertos. Él lo empieza a personificar con la desgracia, como si fuera una especie de mensajero de la muerte. Y cuando se mete con la familia de él, la cosa se pone todavía más turbia. En un momento a una de las personas que fallece en el hospital la sacan de la habitación donde estaba. Y yo hago de familiar. Agarro el bolso, miro a cámara, acompaño la camilla, y atrás de mí viene el viejo siniestro. Ahí estuve.
MM: Muy bueno. Una vez lo entrevistamos a Diego Paszkowski, el autor de la novela Tesis para un homicidio. Y él aparece en la película. Se acordarán que trabaja Darín. Aparece en una librería, porque el personaje de Darín escribió un libro sobre leyes, y entonces Diego le pide que le firme el libro. Y también, fue una exigencia suya para estar en la película.
GB: Yo la tuve un poco más fácil, porque estuve todo el rodaje. Hacía de muerto, hacía de lo que viniera, pero quería un cachito.
MM: Bueno, no sé si alguna de las chicas quiere hacer alguna pregunta. A Lorena o a Guillermo.
Asistente: Yo entré un poco más tarde pero la verdad, encantada de conocer a Guille. No sabía que tuviera tan vasta trayectoria. En cuántas cosas has incursionado, la verdad. Te felicito, y ojalá sigas creciendo.
GB: Gracias, muchas gracias. Sí. Hasta asusté en un tren fantasma. Así que me quedan pocas cosas para ahondar dentro del género.
MM: En el chat, Olga pregunta si Kaia va a seguir preguntando.
GB: Esperemos que sí. Esa es la idea. Además, Kaia está basado en todas las chicas y los chicos que preguntan en momentos incómodos. Y la idea es que sí, que siga preguntando y que siga poniendo esos desafíos a sus padres a la hora de comer.
MM: O sea que podría ser una saga…
GB: Sí. Totalmente.
MM: Acá en el chat Ana los felicita a los dos.
LM: Gracias.
MM: Bueno, que sean muy exitosos los dos. Ojalá que haya una saga de Kaia. Va a ser difícil que haya otro libro de Malvinas como la novela, pero Kaia tiene posibilidades de ser una saga con sus preguntas. No sé si quieren decir algo más, para cerrar, algo que no se me haya ocurrido preguntarles.
LM: Lo que quería decirles es que muchas gracias por la invitación, por escuchar, por compartir. Ojalá que Kaia siga preguntando. Hay tantas preguntas que tienen los niños... y los adolescentes y los adultos también. Está buenísimo preguntarse cosas.
MM: Yo vengo preguntando y preguntando hace dieciséis años.
GB: Mario puede ser un compañero de Kaia. Un amiguito.
LM: Podés hacer un cameo. (Risas).
GB: Lo mismo que Lorena, gracias por la invitación, y en esto de seguir investigando a partir de los libros, ojalá se dé que los lectores emprendan ese camino. De la investigación, y de seguir haciendo preguntas como Kaia.
MM: ¡Muchas gracias otra vez!
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