Impresiones volátiles sobre la película "Smoke" (1995)

Cerramos el trabajo de Libro de arena sobre las relaciones entre cine y literatura. Lo hacemos con una nota en la que Marcelo Iconomidis nos acerca sus impresiones, acerca de la relación entre  "Smoke",  el relato de Paul Auster, y la versión cinematográfica de Wayne Wang, estrenada en 1995, en la que el escritor estadounidense participó como co-guionista. 



Por Marcelo Iconomidis*


“Todo lo sólido se desvanece en el aire pero antes 

transita por diminutas partículas de humo”.

Dr. Walter René Fernández (1989)


La trama de "Smoke" es una incisiva disección de un grupo de personajes corrientes cuyos dramas cotidianos se entrecruzan en una cigarrería de Brooklyn en 1990.


El peso del humo es la historia que Paul Benjamin (William Hurt) cuenta en el inicio de la película. ¿Cuánto pesa el humo al convertirse en ceniza? 


Auggie (Harvey Kietel) tiene una cigarrería y oficia de confidente. Pudo haber sido una librería o una disquería. Lugares de confluencia para almas hundidas por la pena, el hastío, el desajuste axial o simplemente por el desacople social. 


Paul Benjamin es escritor, y sufre depresión desde la muerte de su esposa. Compra tabaco en el negocio de Auggie mientras comparte anécdotas.


Un día sale de la tienda y casi lo atropellan. El joven Rashid (Harold Perrineau) le salva la vida. Paul se rompe el brazo pero se ofrece a ayudarlo ya que Rashid no tiene adónde ir. Paul le ofrece alojamiento durante dos días.



Pasado este tiempo, y con algunos platos rotos, Paul echa a Rashid de la casa. El muchacho, entonces, va en busca de su padre, un mecánico llamado Cyrus Cole (Forest Whitaker). Se hace pasar por Paul Benjamin.


Por su parte, Auggie se reencuentra con su ex Ruby McNutt (Stockard Channing) quien reaparece tras dieciocho años de ausencia para pedirle dinero para su hija, Felicity (Ashley Judd). El encuentro de Auggie con su hija drogadicta, se frustra. 


Paul está celebrando el cumpleaños de Rashid en un bar. El novelista le sugiere a Auggie que contrate al joven. Lo contrata y  pocos días después, Rashid arruina una caja de habanos cubanos cuando deja abierta la canilla del lavatorio. Ahora debe cinco mil dólares.


Rashid, que mejicaneó a un traficante de drogas, tiene suficiente dinero para pagarle a Auggie, que inmediatamente  le da la plata a Ruby.


Rashid vuelve a ver a su padre y le dice que su verdadero nombre es Thomas Jefferson Cole. Cyrus tiene dificultades para procesar la noticia.


Paul se recupera de su brazo roto. A pesar de que el traficante, al que Thomas le había robado, le hace una visita para recuperar el dinero.


Paul ahora debe escribir un cuento de Navidad para el New York Times. No se le resbala ni una puta idea. 



Auggie le muestra su colección de fotos a Paul. Cuatro mil fotos, sacadas durante cuatro mil días en el mismo lugar. Cada disparo marca la diferencia. Auggie también tiene una historia para contar. La historia sobre cómo se inició en la fotografía. Un día se encontró con una anciana a  la que le devolvía la cartera que un ladrón había dejado caer en la vereda. La abuela Ethel es ciega y confunde a Auggie con su nieto, el ladrón. Auggie accede a interpretar el paso de comedia: pasar la Nochebuena con la octogenaria. Cenan. Fingen. En un momento, Auggie va al baño. Allí ve unas cámaras fotográficas nuevas de 35 mm. Toma una y sale. La abuela duerme. No quiere despertarla y se va de la casa. Vuelve al año siguiente, pero Ethel ya no vive allí. Sin dudas, ha pasado con ella su última Nochebuena. El escritor que había dejado de escribir y el enigma que Auggie resuelve con el cuento de navidad cambian el curso de los hechos,


Paul ya tiene su cuento.


La narración es una metáfora inquietante de todo lo que se ha perdido y se convierte en un desafío para las historias de los protagonistas. Con el ambiente coronado por un humo lleno de significados.


Todos los personajes tienen una ausencia adherida en la piel como el humo del tabaco. Mutilaciones físicas o emocionales: Brazos, esposas, padres, ojos, hijos.  


"Smoke" plantea la pregunta de qué sentido le damos a las historias que nos contamos. El estrecho marco de nuestras narrativas personales parecería insuficiente para esta tarea. Cuando las historias de los individuos están entretejidas dentro de la estructura de la comunidad, solo entonces, quizás puedan experimentarse de una manera que tiene significado y sanación.


La mayoría de los personajes encuentran la posibilidad de recuperarse y redimirse a medida que avanzan desde los espacios de frontera hacia la integración.


Historias dentro de las historias. La película examina la credibilidad en la narración y la función de fingir a través de una metáfora continua, finamente afinada a medida que el arte y la vida se reflejan mutuamente.



Cuatro mil fotos. Cada una compone la película. Pero un fotograma anuda el relato: Paul reconoce a Ellen, su esposa muerta. Es la foto que inmortaliza el dolor. 


Esa foto diferencia el cuento de Auster de la película de Wang. La foto ausente en el cuento. Es el momento que arrebata el fuego celestial del dolor inconmensurable a los dioses. El peso del humo convertido en lágrimas secas. Porque las epifanías tienen su propio peso específico en las vidas soterradas que nos habitan y porque atrapar historias no es una sinecura. 



*Marcelo Iconomidis es musicalizador y realizador pero, sobre todo, de Racing.



Smoke & Blue in the face
Paul Auster
Anagrama, 1995.


                                                      


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