Uno como si fuera otro

En esta reseña, Olivia Murphy habla de su descubrimiento de la figura de Fernando Pessoa.  Reflexiona sobre los heterónimos y los matices de la identidad mientras crea los caminos de su historia como lectora. 


Por Olivia Murphy

Me encontré con Pessoa durante la adolescencia, cuando recién incursionaba en la poesía y descubría a diferentes autores casi aleatoriamente, sin mucho criterio. Lo primero que me llamó la atención fue ver que muy pocos de sus escritos estaban firmados con su verdadero nombre. Toda su obra está marcada por los “heterónimos”, diferentes poetas que convivían dentro de Pessoa; cada uno con una biografía, una filosofía y estética propias. Leí muchas teorías que se elaboraron con respecto a esto, que era demasiado descreído de su obra como para firmar con su propio nombre, que fue la vía de escape que encontró para salvarse un poco de su presunta esquizofrenia, que se trató tan sólo de un experimento estético, y otras por el estilo. 
Lo seguro es que creó diferentes subjetividades que nos regalan versos sumamente íntimos, y que a un hombre que siempre sufrió el peso de su propia existencia, le dio la posibilidad de no ser nadie y ser tantos al mismo tiempo. Tal vez por eso haya generado tanto impacto en mí como adolescente.
Escribió una vez que cuando creó a uno de sus heterónimos, Alberto Caeiro, “había aparecido en él un maestro”. Y en una reseña firmada por él mismo, Fernando Pessoa, dijo: “En fin, ¿cuál puede ser el valor de Caeiro, su mensaje, como suele decirse? No resulta difícil de determinar. A un mundo sumergido en diversos géneros de subjetivismos viene a traer el Objetivismo Absoluto, más absoluto que el que los objetivistas paganos conocieron jamás. Viene a restituir la Naturaleza Absoluta a un mundo ultracivilizado. […]”.

 “Todas las opiniones que hay sobre la naturaleza
Nunca hicieron crecer una hierba ni nacer una flor.
Toda la sabiduría respecto de las cosas 
Nunca fue cosa que se pudiera asir como una cosa;
Si la ciencia quiere ser verdadera,
¿qué ciencia más verdadera que la de las cosas sin ciencia?
Cierro los ojos y la dura tierra en la que me recuesto
Tiene una realidad tan real que hasta mi espalda la siente.
No preciso raciocinio donde tengo espalda.”

Además de Caeiro, creó otros dos heterónimos, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, y hasta un “semi-heterónimo” – como lo llamó él-, Bernardo Soares, quien es el narrador en Libro del desasosiego. Soares, "ayudante de tenedor de libros de contabilidad de Lisboa", con una prosa arrolladora nos acerca un reflejo más cercano del mismo Pessoa. 
Así, en una obra que parece interminable, podemos ver a los diferentes personajes contradiciéndose, discutiendo, y hasta declarar a uno de ellos el mejor poeta del siglo. Si algo nos regaló Pessoa es la idea de que la identidad propia no tiene porqué ser una unidad tajante, si no una multiplicidad de posibilidades.

“A veces parece que despierto
Y me pregunto por lo que viví;
Fui claro, fui real, es cierto,
¿pero cómo he llegado hasta aquí?

La borrachera a veces da
Una asombrosa lucidez
En que uno está como si fuera otro.
Estuve ebrio sin beber, tal vez.

De lo cual, si pienso, el mundo
¿no estará quizás hecho de gente
Llena en el fondo de esta esencia
de existir clara y ebriamente?

Entiendo como en un carrusel,
Giro a mi alrededor sin hallarme…
(voy a escribir esto en un papel
Para que no me crea nadie…)

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