Fuegos encontrados

En esta nota, Diana Tarnofky nos acerca un texto de Eugenia Almeida y una charla con Claudio Ferraro, en el que ambos hacen referencia Fahrenheit 451, quizás la obras más significativa de Ray Bradbury, a quien homenajeamos en agosto por los cien años de su nacimiento.



Por Diana Tarnofky*

La propuesta que quiero  compartir  es invitarles a recorrer algún camino lector rumbo al universo de la Ciencia Ficción. Se ramifican en esa búsqueda muchos senderos posibles. Un libro me lleva a otro y a otro y a otro. Sumergida en medio de tantas lecturas, re-encuentro *Inundación el lenguaje secreto del que estamos hechos. Su autora, Eugenia Almeida. En la contratapa leo: Un alfabeto personal, que procura hallar el sentido de la escritura en un enjambre de historias que se conectan con su vida a través de pasadizos secretos (…) Un libro que desborda los géneros arrastrando y revelando huellas de experiencia, filamentos de emociones guardadas, voces, ausencias , deseos. También están los libros y los autores que perforan  la imaginación, indican un camino o se hacen refugio…
Entro a caminar entre las páginas de este libro, recorro el alfabeto que propone la autora. Cada letra abre juego a una palabra, cada palabra despliega un mundo. Llego a la letra P y me detengo ante este hallazgo:
Perseverancia
Ray Bradbury siempre quiso escribir.
Apenas terminó la secundaria empezó a trabajar como vendedor  de diarios, un oficio que le permitió sobrevivir cinco años, hasta que decidió dedicarse por completo a la escritura.
Fue una época difícil.
Él y su esposa vivían en un pequeño departamento sin teléfono. Enfrente había una estación de servicio que tenía una cabina pública. 
Cuando el teléfono sonaba, el escritor corría a la calle a atender la llamada. Todos creían que aquel era el número de su oficina. 
Cada día visitaba el sótano de la Universidad de California, donde había máquinas de escribir que podían usarse poniendo una moneda de diez centavos cada media hora. Una a una, las monedas fueron cayendo y, con nueve dólares Bradbury escribió la primera versión del libro que sería su obra cumbre: Fahrenheit 451.

Recordé entonces la Feria del libro, los diversos libros, les contadores de historias…
La primera vez que escuché Fahrenheit 451 en la voz de Claudio Ferraro fue en la entrega de los premios Pregonero, en la Feria del libro infantil y juvenil de la Ciudad de Buenos Aires hace muchos años. Era una celebración extraordinaria escuchar ese relato rodeades de libros e historias al alcance de todes. 

En este tiempo de aislamiento social preventivo, en este presente que parece “ciencia ficción”, donde les enfermeres se visten de astronautas para cuidar a las personas que se contagian de Covid y para  protegerse a sí mismes, escuchar historias que nos lleven a otros universos distópicos, utópicos, lejanísimos, estrambóticos…es un remanso y también nos da la posibilidad de navegar hacia los ríos que nos llevarán ni más ni menos que a nosotres mismes. Cuanto más lejos pareciera que nos llevan estas historias, experimentamos la cercanía más íntima. La voz dibuja ese abrazo,  que no podemos realizar-aún-. La voz cuenta historias de ciencia ficción y nos recuerda lo inmensamente humanes que somos.

Le escribo a Claudio, le pido permiso para compartir su narración en video de Fahrenheit 451, le cuento que estamos celebrando a Ray Bardbury, le pregunto si le gustaría contarme algunas vicisitudes de su vínculo con el autor o con esta novela.  Y con la ciencia ficción como género,  en los múltiples roles que desarrolla en su trabajo: bibliotecario escolar, profesor en la cátedra de Narración Oral en la formación de docente en cinco profesorados de la Ciudad de Buenos Aires, trabaja permanentemente en el Ecuhni, y hace puestas en escena de espectáculos de Narración Oral.

Claudio acepta compartir sobre recorridos, lecturas, narraciones. Aquí les convido  unas ráfagas de la apasionada conversación. 

Nos cuenta: “Mi relación con Bradbury comenzó en la adolescencia. El recorrido lector lo inicié con la lectura del libro Las doradas manzanas del sol, Crónicas marcianas, El hombre ilustrado…Cuando empiezo a narrar historias, vuelvo a leer los libros de Bradbury y también Fahrenheit 451, una nouvelle de ciento veinte páginas. Cuando quiero contarla, no me animo…
 Claudio me cuenta que tiempo después, sí asumiría el desafío de narrar novelas (A veces la sombra, de Esteban Valentino y Soy Leyenda de Richard Matheson) y transformarlas en maravillosos espectáculos de narración oral. 
El guión para narrar Fahrenheit, se lo alcanzó un docente amigo, Pablo Villareal, quién rearmó la novela a partir de lo que recordaba de su lectura en la adolescencia y con ese recuerdo-carozo de la historia, escribió unas páginas. Claudio tomó éstas páginas y rediseñó un guión. Se adueñó de la historia y organizó su narración refiriendo su amor por los libros, las bibliotecas, y sus veinte años trabajando en una biblioteca escolar. 
Claudio sigue contando: “Pienso que a cualquier narrador de historias, Fahrenheit le resultará una historia resonante. Porque uno piensa, ¿qué pasaría si mañana me quemaran todos los libros? ¿Qué haría?...¡Seguiría contando historias! 
Claudio continúa hilvanando la trama que implica narrar Fahrenheit en su experiencia
“En la novela, cada humano termina siendo un libro que se aprende de memoria para poder en algún momento, reescribirlo… ¡Es súper interesante!
Bradbury plantea esta distopía de un mundo al revés – como puede ser El planeta de los Simios de Pierre Boulle- un futuro que es en la misma Tierra, pero donde los bomberos queman libros, no apagan incendios. Fahrenheit  451 es la temperatura en la que enciende el papel ¡y arde! Así comienza la novela.
La primera frase dice: “Era un placer quemar.” ¡Lo dice el bombero, en primera persona!  Me hace pensar en las escenas recurrentes de todas las dictaduras: la quema de libros. Todas las dictaduras, quemaron libros
Tengo un vínculo tan poderoso con los libros, a mí me duele que quemen  los libros, es un dolor horrible, me confiesa Claudio. “Y la de este bombero, que termina enamorándose de los libros y de la mujer que tiene los libros… Un doble amor. Es una historia fascinante.”

En tres minutos, condensa Claudio Ferraro, el fuego de esta historia.

Claudio se apasiona y cuenta, narra, comparte hallazgos y descubrimientos. Parece él mismo El  hombre ilustrado, habitado por todas sus lecturas y narraciones. Va convidando fragmentos de cuentos del libro Yo, robot, de Asimov, fragmentos de la historieta El eternauta, de Oesterheld, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip Dick, Crónicas marcianas, de Ray Bradbury…

Seguimos dialogando:
¿Por qué nos llega la ciencia ficción? Porque hay algo de humanidad que nos toca… Pablo Capanna (escritor argentino especializado en ciencia ficción) plantea que en la ciencia ficción, cuánto más se habla de futuro, más se describe el presente…” y agrega Claudio: “¡¡La ciencia ficción abre preguntas todo el tiempo!!”

Y vuelve, finalmente, sobre el autor que nos convoca: “Habla de  tantas cosas Bradbury en sus cuentos… ¡Mucho más que ciencia ficción! 

¡Muchísimas gracias querido Claudio Ferraro  por acercarnos tu voz!


Claudio Ferraro, narrador de historias- , comparte un fragmento de Fahrenheit 451.

*Diana Tarnofky. Coordinadora del Taller de Narración Oral y lectura en voz alta y  del Seminario La palabra es Salud del Programa Bibliotecas para Armar.


Inundación. El lenguaje secreto del que estamos hechos
Eugenia Almeida
Ediciones DocumentA/Escénicas, 2019.






Comentarios

  1. Me gustó mucho el relato de Claudio... gracias, Diana!!! Por otro lado, tal cual, los tiempos pandémicos son muy Bradbury... y de la gran revista El Péndulo también. Como descubre Almeida en F451, habrá que perseverar en la concreción de lo sueños pendientes, nomás.

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