Fragmentos de la entrevista a Eduardo Abel Giménez en el Laboratorio de análisis y producción de LIJ

En 2018, el primer ciclo del Laboratorio de análisis y producción de LIJ estuvo dedicado a la ciencia ficción. Y en el último encuentro, Mario Méndez entrevistó a Eduardo Abel Giménez. Compartimos algunos fragmentos de la charla, en los que se refiere a la editorial Minotauro, que fue pionera en la publicación del género, y cuyo primer título fue Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury 


(…)
 “EAG: Paco Porrúa inventó y fue el dueño de la Editorial Minotauro, desde principios de los ’50. Empezó a publicar libros creo que en 1953, y tenía dos características únicas: fue un gran editor, en el sentido de seleccionador de textos, lo que hoy se llama “curador”, tenía un don único para elegir su catálogo; y fue un gran traductor. Para que se den una idea, fue el que tradujo y publicó El señor de los anillos. La primera edición en castellano de El señor de los anillos, traducida acá, en un lenguaje bueno para nosotros, neutro pero aceptable, no tan español como tantas cosas posteriores, y con una calidad literaria de primerísima; tuvimos El señor de los anillos traducido por Paco Porrúa, con seudónimo, como fueron muchas de sus traducciones.
Yo nací en el ’54. En la segunda mitad de los ’60, en mi primera adolescencia, yo leía las novelas destrozadas por las malas traducciones y las malas ediciones, y también Minotauro. Y de a poco empezaba a distinguir la diferencia. De hecho, Minotauro pasó a ser lo que realmente importaba. Lo que publicaba Minotauro era lo que había que leer. La forma en que estaba escrito un libro de Minotauro era “como había que escribir”. Eran textos buenos en origen, y escritos en un castellano de primera calidad. Y eso estaba a años luz de todo lo que conocíamos. Les muestro algunos libros de Minotauro para que se den una idea. El primer libro que publicó fue Crónicas Marcianas… Esta no es la primera edición, es una edición de los ’60. Este lo compré y lo leí en el ’72. Es de los más tardíos.

MM: ¿Es el que tiene prólogo de Borges?

EAG: Sí. Minotauro empezó publicando a Bradbury, que no escribía como los demás, tenía un lenguaje diferente. Y logró que Borges le prologara su primer libro. Así empezó Porrúa, que no se privaba de nada. El prólogo de Borges vale la pena leerlo, porque es un prólogo de principios de los cincuenta, y de alguien que mira esto, realmente, con ojos de marciano. Por ejemplo, hay un momento en el que dice: “¿Cómo pueden tocarme estas fantasías y de una manera tan íntima? Toda literatura, me atrevo a contestar, es simbólica. Hay unas pocas experiencias fundamentales, y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo fantástico o a lo real, a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela o novelería de la science fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad…”. Y así sigue. Esto, en el año ’53, a contracorriente de todo lo que se decía y hacía en la ciencia ficción que conocíamos en castellano, y mucha de la que se hacía originalmente en inglés.(…)

“De pronto, Porrúa apareció en este panorama, antes incluso que mucho de esto, hablando de literatura a través de un prólogo de Borges, y publicando básicamente, literatura. Nos enseñó, y yo de adolescente mucho no lo entendía, que la literatura era otra cosa, que no era ciencia enseñada de manera divertida. Así y todo, Porrúa publicó a unos cuantos escritores claves de la época. Este ejemplar que tengo acá sí es una primera edición de El día de los trífidos, una novela muy célebre de John Wyndham, que fue un escritor británico. La edición de Minotauro es del ’56. Se ve que no le fue muy bien, porque todavía conseguí un ejemplar de la primera edición en el año ’69, que fue cuando lo leí. Se ve que no vendió muchos de este, a diferencia de Bradbury, que debía andar ya por la edición número cuarenta. John Wyndham es un clásico, y El día de los trífidos es una novela de aventuras, una novela de fin del mundo. Hay una invasión de una especie de extraterrestres que son como plantas, los trífidos, y toda la gente queda ciega. (…)
“Los autores que hoy conservamos más como gente de primera, y grandes escritores y demás, no son los que hicieron la ciencia más dura. Bradbury nunca hizo ciencia dura, nunca intentó poner ciencia en sus libros, no era su tema, no era su territorio. Y escribió otras cosas que a veces coincidían con temas de ciencia ficción. Como en Crónicas MarcianasFarenheit 451 o El hombre ilustrado, donde hay ciencia ficción y fantasía en un sentido muy amplio. Fue un escritor de terror costumbrista, también, psicológico, de la angustia del pueblo chico del sur de los Estados Unidos, una cosa muy peculiar. Ese era uno, y sobrevive. En su vida. Hacía parapsicología, delirios. Desde ya, Kurt Vonnegut, jamás. Philip Dick, jamás. Dick empezó a publicar novelas de ciencia ficción a comienzos de los ’50. Y jamás van a encontrar algo de ciencia dura, aunque trató de disimularlo, ni un poquito, en Philip Dick.”

Para leer la entrevista completa:

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