Un bufón moderno

El próximo domingo se cumplen cien años del nacimiento de Charles Bukowski en Andernach, Alemania. Desde los tres años vivió en los Estados Unidos, primero en Baltimore y finalmente en Los Ángeles, ciudad que está presente en  toda su obra. Se lo considera la figura más importante del llamado "realismo sucio" estadounidense. Lo recordamos con esta nota de Mario Gélvez, a la que acompañamos con su poema "Los zapatos de Jane". 


Por Mario Gélvez*
Borracho, cínico, descarnado burlón, un producto de la calle y un hacedor de sí mismo. Sus palabras están cargadas de bravocunadas, de risotadas amenazadoras, de silencios asesinos y de ternuras como si fuera el último romántico. Era el verdugo de todo lo humano, a cara descubierta y sin titubeos, porque antes se había verdugueado a sí mismo y a su historia, hasta hacerla desaparecer en innumerables máscaras  que no tenían fin, ni sentido. En ese acné juvenil crónico  se acumulaba el pus de la humanidad, la violencia de su padre, la sumisión de su madre, las burlas brutales de sus compañeros a los que no les cabía otra que romperle la cara a puñetazos, total, la de él ya estaba rota y desfigurada a fuerza de cachetazos y desprecios.
Un día se rebautizó. Dejó el Charles Bukowski para firmar su obra, y se parió Henry Chinaski, el tipo que estaba alerta ante todo para salir airoso de su “Viaje al fin de la noche”. Para los íntimos eran Hank, el solitario que permitía que te lleves  todo de la casa de sus viejos, cuyos cuerpos aun no habían terminado de enfriarse, “todo, menos la bebida, al que toque la bebida lo mato”. Las miserias humanas pueblan sus  páginas. Lo real, la realidad, lo imaginario, la verdad, la ficción, la mentira.
Era un entrañable amigo ese viejo hijo de puta. Y cuando acabé por comprar toda la obra publicada en el país, cuando acabé de leerla completa y desmembrarme de risa, de esa risa crispante y demoledora, va el chabón y se muere. Lo escuché en la radio aquella mañana a las 10.30Hs, en el flash informativo. Estaba sentado en el inodoro cuando el locutor lo anunció. El viejo se había muerto, y yo me encontraba haciendo literatura.

“LOS ZAPATOS DE JANE" 
Mis zapatos en el armario cual lirios
olvidados,
mis zapatos solos ahora mismo,
cual perros paseando por avenidas muertas,
y recibí una carta de una
mujer en un hospital,
amor, dice, amor,
pero no le respondo,
no me entiendo,
me envía fotografías de
sí misma
tomadas en el hospital
y la recuerdo otras
noches,
en que no estaba muriendo,
los zapatos con tacones como dagas
al lado de los míos
en el armario;
cómo nos mentían
aquellas noches intensas,
cómo aquellas noches se tornaron tranquilas
al final,
mis zapatos solos en el armario ahora
sobrevolados por abrigos e
incómodas camisas,
y miró la ranura que
deja la puerta
y las paredes, y no
le
respondo.
                                       Charles Bukowsky

*Mario Gelvez es poeta, periodista y librero. Es parte del Consejo de Redacción de la publicación digital Avellaneda Cultural. En 2010 se publicó “Las hierbas de Dionisio, que por el momento es su único libro de poemas

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