Despedida a Gabo Ferro
XXIX
Poner todo a pudrir, pudrirlo todo
Si no se pudre sólo, o no es posible, pudrirlo con ayuda de los monos pero pudrirlo todo
Hacer yogur de los camastros, del azul y del rojo, de las imágenes, de todas las imágenes, hasta de los grabados milagrosos, de la luz, del papel, del arte, de la poda, del arrebato y del Japón
Hacer queso de las visitas recurrentes, de los juguetes y juegos de los niños, de los árboles rastreros, de las picas, de las repitencias y de las recurrencias
Hacer hongos que fermenten las cunas y las máquinas hasta que se luditen las matronas del puerto y las del campo
Cultivar la saliva en cada celda de todos los panales y paneles de cada biblioteca
Aflorar en la flor del intestino
Pudrir que es transformar, hacer un cuajo viejo sano sabio de la casa y las cosas por un camino extraño de un modo extraordinario, fermentado
Para que bien resulte, que siempre algo se pudra en cada cuerpo y bien adentro y cerca de la casa
XLIX
Si un plato va a la infancia quitarlo del menú
Montarlo en la memoria
Ser discreto al pasarlo
Se aturden los sabores con las cosas
Cuando el sabor perdido reaparece y hay presente y pasado visitado en un bocado simple la cabeza hace apenas lo que puede, casi nada
Estallan las señales en picada entre caras y cuerpos y bestias y partidas y blanco y bienvenidas y una carta de amor encontrada y perdida en infinito y un viaje en barco y especias de otros puertos y otras puertas y vecinos y manos enguantadas en mesadas extrañas y manteles y sogas entrenudos anudadas y gritos de las bestias, piares y corridas y cuchillos y desplumes y risas, risotadas y jugos que revientan al fin en una sola mueca descompuesta, turbada
¿Dónde quedan los ojos?
¿A qué altura?
Y al fin vendrá ese abrazo delicado
y ese trozo de pan, el del regreso
Aunque pague con oros y laureles, si el comensal no sirve para el viaje, no cocine este plato, ni trate, ni lo intente
CLXVII
No aceptar
Quedar tozudamente en suspensión
No ir
Ejercer abandono
Tomar aire
Exhalar siendo ausente
No estar en las estrellas, ni arriba del después ni en los cipreses
No levantar la mano
No haber sido pudiendo haber estado
Practicar lo invisible como el aire virtuoso sin lugar en su sitio
No comentar
Refractario, inhallable, como un pimpollo eterno o como una semilla
Cultivar lo no dicho como nadie jamás
Ejercitar el silencio sin entrar
No contemplar
Profesar la mirada, la pausa, el equilibrio mejor que en el desmayo
Negar la superficie, lo profundo, el contraste, la pasión de los goznes y todo lo que guarden las alturas
La araña alada arrasará la casa
Un momento
¿Qué pasó?
¿Qué pasa?
Recuperarse lento a conmoverse
Volver a deletrearse cuando sea, muy despacio, como los silabarios, acompasadamente.
Gabo Ferro
Ciclo3 Ediciones, 2015.
Es una pérdida enorme. Gracias por esta entrada. Primera vez que paso por el blog. Me gustó mucho. Saludos
ResponderBorrar