Las fábulas populares como materia prima
En el marco del centenario del nacimiento de Gianni Rodari, compartimos el capítulo de su Gramática de la fantasía, en el que da cuenta de la importancia que tenía para él la literatura popular con la que trabajaba en el aula.
Las fábulas populares han entrado como materia prima en diversas operaciones fantásticas: del juego literario (Straparola) al juego de corte (Perrault); del romántico al positivista; para acabar, en nuestro siglo, con la gran empresa de filología fantástica que ha permitido a Italo Calvino dar a nuestra lengua lo que no había recibido en el siglo pasado, por ausencia de un Grimm italiano. No quiero hablar de las imitaciones de que las fábulas han sido víctimas, de la tergiversación pedagógica que han sufrido, de la explotación comercial (Disney) a que han dado lugar, las inocentes.
En el mundo de las fábulas populares se inspiraron, de forma diversa, Andersen y Collodi. Andersen, como los hermanos Grimm, basó su obra en las fábulas de su país. Pero mientras los Grimm, como buenos alemanes, estaban interesados en construir, transformando las fábulas recibidas de boca del pueblo en un monumento vivo del idioma, en una Alemania sojuzgada por Napoleón (operación que les llegó a valer el reconocimiento, por su patriotismo, del Ministerio prusiano de Educación), Andersen revivía aquellas fábulas en su memoria: para él eran un modo de volver hacia su infancia para recuperarla, no para dar voz a su pueblo. «Yo y las fábulas» fue el «binomio fantástico» que presidió su trabajo. Después, Andersen se apartó de la fábula tradicional, para crear una nueva, poblada de personajes románticos y de objetos cotidianos, incluso de venganzas personales. La lección de las fábulas populares, calentada a la luz del sol romántico, le había servido para llegar a la plena liberación de su fantasía y a la conquista del lenguaje adecuado para hablar a los niños sin balbucear.
A su vez, Pinocho vive de paisajes, tonos y colores de la fábula popular toscana, presente en su historia como un sustrato profundo y en su lenguaje sólo como uno de los elementos de la materia prima: una materia bastante complicada, como resulta posteriormente, por la variedad de las interpretaciones que se han dado y se dan a la narración.
Los Grimm, Andersen y Collodi han sido -por lo que se refiere
a la «fábula»- algunos de los grandes libertadores de la literatura infantil,
sacándola del carácter didáctico que le habían dado sus orígenes, ligados al
nacimiento de la escuela popular. (Por lo que se refiere a la «aventura», los
mejores aliados de los niños han sido los indios y exploradores de América; los
piratas; los corsarios; y toda clase de gentuza y populacho).
Gramática de la fantasía
Gianni Rodari
Colihue, 1999.
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