Victoria Ocampo: la dama de las letras

Se cumplen hoy cuarenta años de la muerte de Victoria Ocampo, figura central de la literatura argentina del siglo XX. La recordamos con esta nota de Ernesto Hollmann.



Por Ernesto Hollmann*

Hoy se cumplen cuarenta años de la muerte de una de las más inteligentes y capaces mujeres de las letras argentinas. Denostada por un gran porcentaje de lectores, el mismo que habla de Borges sin haberlo leído nunca; que la detesta por su condición de pertenecer a la burguesía o más bien a la aristocracia argentina, pero que muchas veces llegó mucho más allá, en pensamiento y actitudes que aquellos que la detestaban y que la clase a la que pertenecía.

Fue una feminista que luchó contra los esquemas preponderantes de la sociedad en que le tocó vivir, mucho más que otras tantas mujeres que pelearon por sus derechos en los primeros años del siglo XX en nuestra incipiente Nación.

Luchó desde pre adolescente contra una familia patriarcal que la acusaba por no ser varón "Si hubieras sido hombre tendrías una carrera en el futuro" le decía su "padre padrone". Su abuela, aún anciana, conservaba una cadena de oro con la inscripción "esclava pero feliz" que despertaba la incomprensión y la bronca de Victoria.

Entre las prioridades que puso como norma para desarrollarse como mujer independiente, fue negarse rotundamente a engendrar, ya que consideraba que el mismo hecho de gestar era un acto de coacción para su libertad y su independencia.

Victoria Ocampo sostenía que vestir un traje sastre de Channel, el más caro del mundo en un momento de 1930, o pasarse largas horas eligiendo los juegos de porcelana más exquisitos del mundo, no desmerecía su capacidad intelectual y su condición de luchadora incondicional por el estatus que merecía ocupar el sexo femenino.  Fue además una eximia escritora: su autobiografía de varios tomos da prueba de un despliegue narrativo maravilloso. 

Si en algo hay que valorar su increíble capacidad como artista global fue su ímpetu y el coraje que tuvo para fundar una empresa como la revista Sur, paradigma literario de América que poco más tarde se convirtió en editorial. 

Nacida en el seno de una familia ligada al campo, su padre era un ingeniero de caminos que diseñaba las rutas del interior de una Argentina que florecía a la par de la Europa de la "belle époque". Desde joven se opone a una férrea educación patriarcal. Dice Blas Matamoros en Genio y figura de Victoria Ocampo: "...el apellido paterno Ocampo, se fija en la memoria colectiva por el trabajo de dos mujeres que no tienen hijos: Victoria y Silvina. El apellido se torna obra propia, autogénesis, escena encantada donde la mujer se convierte en padre por el ejercicio de una facultad tradicionalmente viril: la escritura".

A ello hay que agregarle la primogenitura que por derecho heredaba el varón. La búsqueda  de un hijo nunca llegó  trajo  el nacimiento de cinco niñas.

A los once años Victoria ya escribía prosa en francés; a los diecinueve era una muchacha libre en la Francia de 1909 y tenía un amante francés. Pero ante los ojos de sus padres seguía siendo la perfecta muchacha de provincia.

Volvió a Buenos Aires para escapar el asedio de su joven amante, se casó con su novio oficial y cometió  según dice en sus Memorias: "El peor error de mi vida". Al regresar de su luna de miel en Europa se independiza totalmente del yugo patriarcal y comienza una vida de aprendizaje constante en una Europa en plena ebullición de cambios conceptuales.

A lo largo de los años que la separan de esa joven valerosa, conoce a todo el mundo de las artes y las letras, dando cabida en su mansión de Villa Ocampo a infinidad de escritores y pensadores que llegaban por primera vez a la Argentina. Se convierte así en "La Dama de las Letras", una eximia ejecutora de una tradición reservada hasta entonces, exclusivamente a los hombres.

La fundación de Sur marcará un antes y un después en la cultura del país. No sólo la revista se instituye como un faro en el continente, sino que la editorial traduce lo mejor de la literatura europea: se edita y en traducciones impecables a T.E. Lawrence con "Los siete pilares de la sabiduría", a Graham Greene con "El revés de la trama" o John Osborne con "Recordando con ira". Y muchísimos otros autores no hubieran tenido entrado en nuestro acervo, sin su empeño en inducir a pensar a una patria que nacía a un concepto universalista y dejaba atrás las visiones oscurantistas de los defensores de la "Gran aldea". Sus colaboradores fueron nombres ilustres de la lengua castellana: José "Pepe" Bianco, Eduardo Mallea, José Ortega y Gasset, Salvador de Madariaga y muchos más. La trayectoria de Sur se extendió entre los años ‘30 y ‘70 abarcando todos los movimientos políticos y sociales que iban convulsionando a la Argentina y al mundo.

Sin duda la figura de Victoria Ocampo no termina en esto. Es una de las grandes escritoras argentinas y sus memorias lo prueban con absoluta perfección. Su visión de un mundo ambiguo, desolador y también maravilloso traspasa nuestra carne de pobres criaturas humanas.


*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992.  Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.  

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