Harry Potter y los clásicos

Entre 2003 y 2011, los hijos de Karina Bonifatti leyeron la saga de Harry Potter. Ella estaba por entonces poniéndose al día con los clásicos grecolatinos. Charlando sobre lo que lo que cada quien estaba leyendo, Bonifatti encontró correspondencias entre la saga de Rowling, y los grandes clásicos. Esa hermosa experiencia de lectura compartida (que incluyó hasta cuadros en los que se puede advertir la correspondencia entre el mito y la saga), quedó registrada en su libro Las voces de los clásicos en Harry Potter.
Compartimos un fragmento del Prólogo escrito por ella, y algunas de las respuestas de la autora a un grupo de estudiantes del instituto Premià de Mar de Barcelona, que la entrevistaron cuando presentó su libro.


“Este libro surge de dos experiencias cruzadas: la lectura y la conversación. Leyendo a Joanne Kathleen Rowling mis hijos crecieron; yo los eduqué leyendo a los clásicos. Fue una coincidencia. Y, naturalmente, conversamos.
Una hipótesis contundente lo alienta, y es que los lectores de Harry Potter tienen inmensas posibilidades de leer y entender a los clásicos; y se paso ubicarse en la historia de la literatura occidental, destreza que la educación formal pocas veces logra y que la lectura estratégica de su saga favorita, tema de este libro, puede proporcionarles.
A mediados del siglo XlX, en Inglaterra, era típica esta escena: las madres leyéndoles a los niños novelas por entregas a la hora del té. La literatura como materia se incorpora primera en los colegios técnicos y con esta modalidad se va trasladando a toda Europa; antes se incluía solo en programas universitarios de teología y filosofía. La enseñanza específica de “literatura” es bien moderna; y en la Argentina se demora hasta fines del siglo XlX. Todo el siglo XX, hasta los años 80, conserva la literatura en la enseñanza primaria y secundaria como un valor de aprendizaje de cultura general y nacional. Luego, durante las dos últimas décadas del siglo XX, con la hegemonía de modelos audiovisuales, se produce una brusca declinación de la lectura y una decadencia generalizada de las prácticas pedagógicas. En tales circunstancias, y a raíz de su éxito comercial, es lógico que se haya pensado el fenómeno Harry Potter como una chance de esa hegemonía. Sin embargo, yo hice al revés: tomé la saga de Rowling como un modo de recuperar la estimulación literaria perdida; una chance personal: la de sentarme con mis hijos a leer y hablar de literatura.
Tao oportunidad, que fue el laboratorio de este libro, pasó por establecer en la lectura con mis hijos una serie de paradigmas lógicos, causales, de secuencia, trama, intriga, personajes, es decir, de todos aquellos aspectos que forman la construcción de un relato. Y centralmente, por la idea de mostrarles cómo la lectura, antes de ser un medio para acumular saberes, es y sigue siendo un medio para establecer relaciones con la vida”.

“4) ¿Cuándo, cómo y por qué se interesó por el mundo clásico? ¿Y por encontrar en Harry Potter  referencias clásicas?
Cuando yo entré en la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires, hacía un año que habían cambiado los planes de estudio, que redujeron los niveles obligatorios de Lengua y Cultura Griega y Latina al dividirse la carrera en tres especialidades: Letras Modernas, Lingüística (que son las más elegidas por los estudiantes) y Letras Clásicas. Perdió mucho, en mi opinión, la formación en Letras cuando convirtió lo clásico en especialidad. Como no hice la orientación en Clásicas sino en Modernas, al recibirme en 1998 me propuse leer cronológicamente los clásicos griegos y latinos más importantes. Entonces sucedió que mis hijos se apasionaron leyendo Harry Potter al mismo tiempo que yo estaba leyendo a los clásicos y comenzamos a encontrar coincidencias, y conversamos durante ocho años seguidos. Entonces me dije: tengo un tema.
Me dio intriga Homero desde que me regalaron la Ilíada y a mi gemela la Odisea ilustrados cuando éramos niñas; sin embargo, nunca me interesaron tanto los clásicos como después de leer Harry Potter, porque los entendí mucho más que cuando los estudiaba formalmente. Para relacionar texto y contexto, piensen que La piedra filosofal se publicó en 1997 pero se tradujo al español (y al catalán) en 1999 (yo lo leí en 2002), que Las reliquias de la muerte salió en 2007 y El legado maldito en 2016; que la primera película se estrenó internacionalmente en 2001 y la última en 2011. Dice Sara Martín Alegre, profesora de Filología Inglesa de la Universidad Autónoma de Barcelona, acerca de los lectores “originales”: “Esto significa que muchos estudiantes pasaron por un proceso de 10 a 12 años de familiarización con la serie, durante el cual pasaron de niños de escuela primaria a estudiantes a punto de entrar en la universidad” (…). Tal cual fue con mis hijos. La experiencia tuvo singular importancia en la formación de la identidad, y parece haber sido bastante homogénea para los lectores de todo el mundo de la misma generación. El cómo puedo resumirlo en esta frase, que muestra una escena de padres e hijos que resultó sorprendente cuando empezó a ocurrir: “Josh [un lector de Harry Potter] recuerda a toda la familia de cuatro miembros participando en una experiencia de lectura colectiva”


¿Cómo se le ocurrió relacionar la saga de Harry Potter con la literatura clásica y específicamente con las obras que toman la Guerra de Troya?.

Fue por azar. Si cuando mis hijos leían la saga yo no me hubiese propuesto leer a los clásicos, jamás habría advertido la correspondencia. Se me ocurrió viviendo dos experiencias cruzadas: la lectura y la conversación. Concretamente, al enterrarme de que Menelao, el padre de Hermione, cuando empieza la Guerra de Troya se la promete como esposa al hijo de Aquiles y también al hijo de Agamenón, no tardé en sospechar que Harry Potter y Ronald Weasley podrían estar encarnando a los hijos de estos guerreros. También desde que Molly Weasley se me figuró una graciosa adaptación de Clitenmestra, madre de Orestes. ¿Recuerdan cuando en La cámara secreta Harry y Ron, transformados en Crabbe y Goyle, leen en la sala común de Slytherin un artículo de El Profeta? Ese artículo finaliza con este comentario sobre Arthur: “su esposa dijo a los pe­riodistas que se marcharan o les arrojaría el espíritu de la familia”. En esa escena recuerdo haber comentado riéndome: ¡Es el colmo, escuchen!, pues considerando la sangrienta leyenda familiar de Orestes, me había quedado atónita ante esa frase y necesitaba compartir mis impresiones. Es que tan fuerte es el espíritu criminal de la familia de Agamenón en la factura clásica, que la saga lo materializa: ¡el espíritu habita en las cañerías de la Madriguera! El epígrafe de Las reliquias de la muerte es un pasaje de la Orestíada de Esquilo.
Y también por ese diálogo de La cámara secreta donde Harry dice: Pero, ¿por qué habrá tenido que irse a la biblioteca? Y Ron, encogiéndose de hombros, le contesta: Porque eso es lo que Hermione hace siempre. Cuando tiene alguna duda, a la biblioteca. Es decir, yo hice lo mismo. Tenía dudas, y fui a la biblioteca… clásica”.

Se puede leer la entrevista completa acá:




Las voces de los clásicos en Harry Potter
Karina Bonifatti
Editorial Biblos, 2011.

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