Andrea Ferrari: “La clave del policial está en encontrar un enigma y una resolución que esté a la altura”
Con esta segunda entrevista del Laboratorio
de análisis y producción de LIJ cerramos el mes dedicado al policial. Invitamos
a Andrea Ferrari porque sin duda es una referente del género. Hablamos de las
diferencias entre el policial deductivo y el negro, y de los híbridos, como
también de los difusos límites entre la literatura infantil, la juvenil y la
destinada a adultos. De la verosimilitud como condición sine qua non del
policial y, desde luego, de las sagas de Sherlock y Sol de noche y de El
hombre que quería recordar, su primer
policial.
Mario Méndez: Buenas
tardes. ¿Cómo están? Le estaba comentando a Andrea lo que es el taller-
laboratorio al que le dimos ese pomposo nombre. Aviso que Andrea hoy nos va a
leer un cuento inédito, pero no hay que difundirlo. Le estaba contando del
proyecto del laboratorio, y de paso les anticipo que seguimos el lunes que
viene, con algo que no es un género, que es Identidad y Memoria. Va a venir al
cierre Paula Bombara, que en cualquier momento llega porque es amiga. Le estaba
contando también que tuvimos un primer encuentro en el que hicimos una
clasificación general del policial. La consabida división entre el deductivo,
el negro, y demás, y un panorama del policial en la LIJ. Como sos una
representante del policial en la LIJ, además de escribir otras cosas, te invité
a ti. Y además, porque tenés una paciencia infinita, (Risas), ya te invité como
cinco veces.
Andrea Ferrari: Yo digo que él
puede contestar mejor que yo… (Risas).
MM: La entrevisté en
el ciclo que hacíamos en Mar del Plata, dos veces en el mismo día, a la mañana
y a la tarde, cuando hicimos el primer ciclo en el 2007, ya hace once años, en
la Biblioteca del Congreso, cuando empezamos con esta idea, y otra vez acá, que
hablamos de Literatura e Inmigración. Así que esta es la quinta o sexta vez.
Puedo decir su biografía de memoria.
Ustedes la conocen pero vamos a hacer la presentación como corresponde.
Andrea es periodista, trabajó como periodista un par de décadas, sobre todo en
Página 12; es traductora literaria de formación, y es una de las escritoras más
importantes de nuestra literatura.
Álvar Torales: ¿Traductora de
qué idioma?
MM: Inglés.
Importante y muy premiada, es la única escritora argentina que ganó el Premio
Barco de Vapor en España con su libro El
complot de Las Flores. Ganó el premio Jaén, que nos interesa especialmente
en este caso porque fue por El camino de
Sherlock, que es el que inauguró la saga de Sherlock. Y tiene varios
Destacados de ALIJA, entre ellos Zoom, La
noche del polizón, y no sé si Los
chimpancés miran a los ojos…
AF: No; ese fue White
Ravens…
MM: O sea, un lujo
tenerla acá. Como soy abusivo le pedí que nos lea un cuento policial inédito,
que es el que no vamos a desgrabar ni divulgar, porque justamente, la idea es
hacerlo un poco diferente, y para “la cocina”. Muchos de ustedes, casi todos,
me mandaron cuentos policiales, les respondí a varios, leímos acá algunos el
lunes pasado, así que está bueno pensar cómo es la “cocina” de una escritora
profesional, de literatura en general, y juvenil en particular. Así que si
tenés ganas…
AF: (Lectura del
cuento inédito) Aplausos.
MM: Muy bien. Es raro
leer un cuento inédito en público, ¿no?
AF: Es raro, sí.
MM: Pero había un
silencio expectante. Yo ya lo conocía, y lo primero que noto, es que desde
aquella vez que me mandaste el borrador, hace un montón, hay unos cuantos
cambios.
AF: No me acuerdo ya…
MM: Uno nunca se
acuerda, es así. Voy a hacer algunas preguntas que tengo pensadas, y los invito
a que ustedes también pregunten. Andrea: ¿Cómo es el proceso, en el caso de un
cuento policial? ¿Cómo lo preparás? ¿Pensaste primero el argumento? ¿Cómo
surgió?
AF: La primera idea
fue la de una venganza. Pero quería que eso no se notara hasta llegado el
final. Para mí la estrategia de un policial siempre es esa. Me gusta mucho el
policial de enigma, más que el negro. Creo que lo primero es encontrar una
situación enigmática que involucre al lector, e ir dándole las pistas
despacito, sin que el lector se dé realmente cuenta, pero que pueda
recuperarlas después. Luego ofrecer una resolución que en lo posible lo
sorprenda. Para mí, ese es el motor de pensar un policial. Encontrar ese tipo
de situaciones.
MM: A medida que
leías yo me iba anotando las claves. La primera es el cambio de fisonomía,
después que le gustaría relajarse y pensar pero no puede, luego piensa en los
diez kilos que perdió, porque es otra persona. Hay también un par de falsas
claves. Cuando dice que estuvo por cancelar el viaje pero que no viene sola, y
además es bastante clásico, porque hay una introducción, un nudo, porque hay
una especie de mazazo cuando el lector se entera de que la protagonista estuvo
presa… No esperás eso en la descripción de Marcela, una chica tan linda en un
hotel de lujo, de la que te enterás que estuvo presa y lo que pasa con la
familia. Eso es bien identificable con el nudo. Y el desenlace bien clásico, en
el que se junta todo. Además lo contás casi en paralelo, son como dos historias.
AF: Los datos que van
apareciendo también tienen que ver con los robos. Conversa con una familia, se
queda sentada, pone sus cosas al lado… En el momento no parece evidente, pero
si uno después vuelve sobre eso, va viendo los momentos en los que se producen
los robos.
MM: El gusto amargo
del trago… que no sabemos qué le puso (si es que le puso algo además del
alcohol).
AF: También la
persona con la que convivió en la cárcel, que era punga, que le dijo que le
podía enseñar…
MM: Eso me lo había
olvidado. Hubo cambios. En el borrador, en uno de los primeros que me mandaste,
ella escucha que gritan “Pocha”…
AF: Ah, sí. Después
le cambié el nombre.
MM: No ve a alguien,
escucha el grito que dice “Pocha”, un nombre que es poco usual para ese lugar,
un hotel lujoso… Es cierto, vas metiendo esas claves… ¿Vos creés que este
cuento es más cercano al enigmático que al negro?
AF: A ver… este no es
un cuento policial del todo clásico. Después podemos hablar de lo más clásico,
que tiene que ver con un investigador. Este es un cuento de gente común, no de
policías ni detectives. Pero sí desde el punto de vista en que se plantea un
enigma que se resuelve al final. En el policial negro, como por ejemplo en el
de Philip Marlowe, no necesariamente hay un enigma. El tema es lo que va
pasando. Hay muertes, y el detective va descubriendo una trama, pero no
necesariamente hay una resolución al final que sorprenda al lector. En un
policial negro muchas veces no te sorprendés…
MM: No, es más
importante el camino…
AF: Es más importante
el camino que la resolución. Mientras que en lo que sería el clásico inglés,
como el de Sherlock Holmes, o el de Agatha Christie, el tema estaba en el
final. Quién era el asesino. Esa es la sorpresa para el lector. Creo que el policial
actual es un híbrido, que ya no existe el absolutamente de enigma o
absolutamente negro.
MM: Álvar citaba el
otro día a Guillermo Martínez que habla de la amplia avenida del medio, en la
que andan casi todos los cuentos o novelas…
AF: Claro, pero el
famoso de Martínez es bien de enigma, diría yo. Crímenes imperceptibles…
MM: Cierto, ese es
bien de enigma. Y con el cuento… No vamos a contar detalles, pero yo sé que
este es un proyecto juvenil. Acá estamos hablando del policial infantil y
juvenil, dentro de la literatura para chicos. ¿Por qué creés que funcionaría un
cuento así en la literatura para jóvenes?
AF: A ver… esto le
hemos hablado tantas veces en otras entrevistas…
MM: Pero cambió el
público. (Risas).
AF: Cambió el
público. Lo juvenil siempre está en el borde. Es tan difícil definir qué es lo
juvenil y qué no… es mucho más fácil definir lo infantil. Yo creo que este
cuento podría ir tranquilamente a una antología juvenil o a una antología para
adultos. No me parece que sea tan marcado el tema. Pero sí creo que el policial
es un género que les gusta a los adolescentes y jóvenes. En general, son
lectores muy curiosos y activos, entonces les gusta esto de estar tratando de
investigar y de saber el por qué. El “Quién hizo” y “Cómo hizo”, eso les gusta
mucho. En ese sentido pienso que podría incluirse tranquilamente en una
antología juvenil. Si bien, contrariamente a otras cosas que he hecho yo, más
para chicos, acá no hay personajes niños ni adolescentes. Es un ámbito adulto.
MM: Bien. Antes de
hacer las preguntas generales. Del cuento específicamente, ¿quieren comentar o
preguntar algo?
Asistente: La idea, cuando
lo pensaste, ¿se te ocurrió para publicarlo junto con otros en un conjunto de
cuentos?
AF: En realidad, esto
surgió de una manera simpática, charlando con unos amigos, y pensando en algún
momento en armar una antología juntos. Estos proyectos surgen y después uno ve
qué hace con lo que escribe. Eso fue simplemente el disparador del cuento. A mí
me resulta estimulante pensar la idea de un policial. Sin embargo lo que pasa con el policial es
que es muy fácil pensar un enigma apasionante, pero si no le encontrás una
resolución que esté al nivel, desilusionás al lector. A mí me ha pasado mucho leyendo
policial, no sé a ustedes. Por ejemplo, pensemos una situación policial acá.
Alguno de ustedes se levanta, va al baño que está a la vuelta, y dentro de
quince minutos aparece el cadáver. Está cerrado. Pablo dice que no entró nadie.
Clásica situación, habitación cerrada, asesinato en La Nube, ¿quién lo hizo?
Está muy divertida, pero si después resulta que entró un comando iraní por el
conducto del aire acondicionado… el lector te va a decir que no, que busques
otra resolución. Para mí la clave del policial es esa: encontrar un enigma y encontrar
una resolución que esté al nivel.
MM: La facilidad del
“Deus ex machina”, o de la trampa,
que muchas veces se encuentra. En muchas de las devoluciones que les he hecho a
ustedes, el tema que más se repitió es “que no sea fácil”. Porque el lector se da
cuenta cuando la resolución es fácil. Es curioso esto, de que el que inventa
esto del cuarto cerrado, Poe, con “Los
crímenes de la calle Morgue” mete un gorila. Hoy no funcionaría para nada,
pero funcionó perfectamente. Es más… creó un género.
AF: Hay que pensar en
la evolución del policial. A partir de la trilogía de Sherlock yo suelo hablar
de esto mucho con los chicos, los lectores, sobre las historias originales de
Conan Doyle. Y leído hoy, Sherlock Holmes --que para mí es una genialidad absoluta
como creación de personaje-- tiene resoluciones que son tramposas, son pavas a
veces, infantiles. Pero hay que ver qué antecedentes había en el momento en el
que se escribió. Ahora todos hemos leído Sherlock Holmes, es muy fácil decirlo.
AT: En este cuento me
parece que lo que se destaca es el argumento. La venganza, no la resolución del
crimen. Eso lo hace distinto.
AF: Mi expectativa
era que eso fuera lo que terminara sorprendiendo. Porque en última instancia,
creo que lo que todo el mundo está pensando es quién roba, por qué roba, el
motivo para robar… En realidad, acá no hay un motivo para robar. El robo es
simplemente una manera de tapar otra cosa.
Asistente: Cuando empezó la
descripción lo que yo pensé fue que era una compañera de celda, o que era
alguna guardia de lugar en el que había estado detenida.
MM: ¿Por qué?
Asistente: Por la
descripción: pelo corto, negro…
MM: Es una
observación posible de tomar. Justo antes de que empezáramos te conté del
cuento de Gorodischer de esa antología maravillosa… “El beguén”. Quizá ahora
esté en otro libro, pero lo escribió especialmente para esa antología*. Gran
parte del cuento es la relación de mujeres en la cárcel y ese miedo inicial
mucho más brutal, que vos apenas insinuás. Les recomiendo el cuento y también
el libro.
AF: El miedo a la
cárcel, al ambiente.
MM: Además, una de
las cosas más interesantes de tu cuento y que sorprende, es el clima. Y la
pesadilla, que creo que todos alguna vez tuvimos. Esa mujer de clase media,
oficinista, con una vida más o menos organizada…
AF: Clase media,
formada…
MM: Caés en cana
porque te hicieron una trampa, porque un policía se equivocó…
AF: Con los presos
comunes, además…
MM: Y es lo peor de
su vida, es terrible…
AT: La maquinaria de
la justicia.
MM: Claro. Eso
también está muy bien descripto. Después se descubre que es mala la
instrucción, que hay una serie de claves policiales para tener en cuenta. Pero
ya le cagaron la vida.
AF: Que son
situaciones que uno lee en los diarios…
MM: Uno sabe que pasan,
no son para nada inverosímiles. No hay nada inverosímil en el cuento.
AF: Ese es otro tema
del policial que me parece central, que tiene que ver con la verosimilitud, y
con cómo se construye. Me parece que para que uno se meta en un policial y se
sorprenda, y se involucre, todo el contexto tiene que ser verosímil. Cuando
empieza a ser inverosímil, te salís de cuento, o de la novela. Me parece que
esa verosimilitud se construye a partir del realismo. De generar situaciones
cotidianas que son creíbles.
MM: Cuando empieza a
hacerte ruido, ya empezás a alejarte como lector. Lo decíamos en el primer
encuentro y todos lo saben… Esto de que el lector de policiales se mete en el
libro con una preparación para ir a encontrar la clave. Y no quiere
encontrarlas…
AF: Quiere y no
quiere. Porque por un lado quiere ser más vivo que el autor, pero por otro se
desilusiona.
AT: Lo inverosímil
puede estar en la resolución. Yo leí Sol
de noche, el caso de A. L .Timón…
AF: Eso no está
resuelto en el primer libro. Está resuelto en el tercero, recién.
AT: Es bastante
inverosímil. ¿Quién es ese tipo que sabe todo, y que tiene informaciones
imposibles? Y después bueno…
MM: No spoilee, no
spoilee, que todavía hay gente que el tercero no lo leyó. (Risas).
Asistente: A mí me generó
empatía la situación de los ocho meses, lo de la percepción del tiempo. Para
uno ocho meses quizá no es nada, pero la percepción del tiempo en ese lugar,
con hambre… ¿Vos decías dos historias por eso que pasa por el costado?
MM: Hay una historia
que subyace, que la descubrimos al final, cuando vemos que fue una venganza.
Porque cuando empieza a decirte que estuvo presa, vos no relacionás eso con el
momento del hotel. Casi te diría que hay tres, porque está la historia de Mili,
que fue victimaria y ahora es víctima. Que está ahí y que al principio a uno
hasta le cae simpática. Es una piba que está ahí, que se ganó un premio y que
está disfrutando de la pileta.
AF: Y está la
historia de los robos. Puntualmente te vas enterando de que hay robos, pero no
sabés si es culpable Mili, si es culpable una tercera persona. No me acuerdo
qué teórico decía que en el cuento nunca se habla de lo que realmente se habla.
MM: Piglia creo que
era.
AF: Piglia, sí. De
qué se está hablando en la superficie, y de qué se está hablando en verdad, por
abajo.
Asistente: ¿Investigaste el
tema específico de la prisión preventiva, si el crimen de ella había cometido
daba para que la mantuvieran encarcelada?
AF: No es que investigué
especialmente para este cuento; yo trabajé veinte años como periodista, y buena
parte en la sección Sociedad, que incluía policiales. Y la Justicia argentina
es tan desastrosa, que hay infinidad de casos en los que vos decís que la
preventiva no debería mantenerse, y se mantiene…
AT: Por la
discrecionalidad del juez…
AF: Es totalmente
discrecional, como el caso el que tomó Piñeiro después para la película. El
tipo que no me acuerdo de la cantidad de años que estuvo preso, y después le
anularon todo. Sin ir más lejos, García Belsunce, el viudo, estuvo una cantidad
de años acusado de homicidio, y hoy ni siquiera está acusado de ser partícipe.
Asistente: La protagonista
que es Marcela, ¿no se cambia el nombre?
AF: No se cambia el
nombre. Yo eso lo pensé cuando construí el cuento. Vos en un hotel tenés que
presentar documentos y lo que pensé fue que había muy pocas probabilidades de
que la otra chica, Mili, la única que podría identificarla, oyese su nombre y
su apellido en el hotel. ¿Cómo se va a enterar en el hotel de cómo se llama
ella? Me pareció que no tenía sentido cambiarle el nombre, porque eso implicaba
obtener documentos falsos y una cantidad de cosas que era poco verosímil. A
esta mujer, Marcela, generar toda esta estrategia no le resulta tan difícil.
¿Por qué? Porque es una experta en informática, entonces armar un sitio Web
falso, para una persona que hace eso es una pavada. Simplemente tuvo que armar
ese sitio, llamar a esta persona, decirle que ganó el concurso y pagar una
habitación de hotel. Era fácil. La verosimilitud también se construye así.
Conseguir documentos falsos es otra cosa. Es muy difícil.
Asistente: A veces tener una
historia, y tenés la trama, los personajes, y en algún punto esto del verosímil
¿qué tan trabajoso de satisfacer te resulta? ¿Cuando no querés caer en el lugar
común o en una salida fácil?
AF: Si es un cuento,
lo dejo. No escribo tanto cuento. En el caso de las de las novelas lo que hago
es darle vueltas y vueltas, dejar de escribir, dar a leer… Me pasó sobre todo
con la trilogía de Sol de Noche, que implicó un desafío
importante, porque planifiqué la trilogía antes de empezar, pero no todos los
casos, sino el arco grande, es decir, el enigma en torno a la madre de Sol, el
rol de Timón, y demás. Pero los casos puntuales los fui armando mientras
escribía. Sobre todo con el tercero me pasó que me trabé, que no me convencía,
o sea que lo esperé hasta que maduró, se lo di a leer a un par de personas, a
partir de los comentarios volví a trabajarlo… Y finalmente logré una versión
que me gustó.
Asistente: Y la trilogía Sol
de noche, ¿fue desde el vamos idea tuya o fue una propuesta?
AF: Fue una idea mía.
Como policiales yo había escrito la trilogía de Sherlock, y El hombre que quería recordar, que también es un policial, y
la verdad es que tenía ganas de volver al género. Hay un tema interesante
cuando uno piensa en el policial: quién conduce el hilo del enigma. Tenemos lo
más clásico del mundo, que son policías y detectives. Pero eso plantea un
problema. Por un lado, que justamente es lo más clásico del mundo, por lo cual,
aburre. Por otro lado, pensado acá, en Argentina, es un problemón. Porque los
policías son poco confiables, porque nunca resuelven nada, o resuelven mal…
Corruptos… Tener un policía de héroe investigador, acá es complicado…
Asistente: Hay un famoso
decálogo, del que ahora no recuerdo el autor, de la literatura policial
argentina, que justamente dice esto. Y dice que el detective puede ser un
periodista…
MM: Martínez es el
autor. Le agregó algunos puntos al decálogo de Borges…
AF: Mallo, que
organizaba el festival Buenos Aires Negra, tiene un policía como investigador.
Que no está mal, es un personaje súper interesante, lo trabajó mucho. Era un
tipo que en la dictadura se había abierto, que era crítico de sus pares… es un
personaje especial, pero si no realmente, un policía es difícil. Después, la
opción B de toda la literatura anglosajona, el detective privado. Acá no
tenemos tradición de detectives. Acá, los pocos detectives que hay son de
adulterios. Persiguen para sacarle fotos al que cornea a su pareja. No hay una
tradición del detective investigador, entonces también es poco creíble, salvo
que uno lo trabaje a partir de la parodia, pero encontrar ese personaje es
difícil. El periodista, de alguna manera, es un personaje interesante, en el
sentido de que él también trabaja como un investigador en su vida cotidiana, en
su trabajo cotidiano. Busca pistas, arma historias. Lo que hace naturalmente un
periodista de investigación.
AT: El abogado
también.
AF: También podrían
ser abogados, exacto. Como además yo tengo un bagaje periodístico y no necesito
investigar tanto, me gustó la idea de pensar el policial dentro de un medio
periodístico, a partir de una chica que está creciendo como periodista. Y eso
me dio para hablar no solo del policial en cada caso, sino también hablar de lo
que es un medio, de lo que son las pantallas…
MM: Bueno… ¿con el
cuento ya estamos? Igual pueden volver. Porque está buenísimo charlar de “la
cocina”. Incluso algo más antes de pasar, el personaje. ¿Las ves a Marcela y a
Mili cuando escribís? ¿O partís de otro tipo de construcción?
AF: ¿Vos decís la
imagen en la cabeza? Sí, yo en general a los personajes los veo. Acá aparece
algo en el comienzo del cuento, el pelo. En general, el pelo para las mujeres
(no sé si coinciden las presentes), es un tema importante siempre. Es como algo
que “te hace”. Cuando uno se cambia el color o el largo de pelo es otra
persona. Y ella se ha cambiado todo en el pelo: ahora es lacio, es rubio, es
largo… Entonces, esa sensación del pelo que se mueve y que ella no maneja,
porque ha cambiado, fue lo primero que vi.
Lo que te convierte en otro.
Asistente: A propósito de
los personajes, ¿cómo manejás el tema de los personajes secundarios? Porque en
el policial el personaje secundario también es importante. Porque puede ser el
culpable, porque tiene que desviar… porque tiene una agenda secreta y entonces
hace algo que lo inculpa pero en realidad es el amante de… Todos esconden un
secreto. En otros géneros por ahí el personaje secundario puede manejarse de
otra manera, pero acá tiene que hacer otro trabajo.
AF: Yo diría que los
personajes secundarios surgen a partir de la trama. A medida que uno va
construyendo la historia te van a apareciendo los personajes secundarios que
necesitás. Y está bueno esto que vos decís, de poder mantener la ambigüedad
todo el tiempo. ¿Será o no será? ¿Estará o no estará involucrado? Generar esos
personajes un poco enigmáticos, por ahí sin llegar tan a fondo con ninguno de
ellos. Justamente, eso deja que el lector sospeche y te permite mandar las
pistas falsas, lo que los anglosajones llaman red herrings que son esas cosas que hacen que el lector agarre por
un camino equivocado.
AT: Esa es la ventaja
que tiene el lector para sentirse más vivo que el autor. El autor está limitado
porque son pocos. Los sospechosos también. Si no es un libro como La colmena,
que tiene ciento veinte personajes, en una novela común, ¿cuántos son? ¿Cuatro,
cinco? Y de ahí no salís. Alguno de ellos tiene que ser.
AF: ¿Vieron que en
las novelas de Agatha Christie a veces venía atrás la lista de personajes, que
eran como treinta?
AT: Y alguno ni
aparecía… la mucama…
AF: Claro. Estaban
todos para que sospecharas, básicamente. Y después también es interesante,
pensando en los personajes, la existencia en muchos policiales de lo que sería
“el Watson”. Ese segundo que no es sospechoso porque es el contrapunto del
investigador. Es el que lo baja a tierra y el que le hace de oreja. De alguna
manera, mi sensación es que toma el lugar del lector en el texto. Porque le
está explicando a él, pero te está explicando a vos. Es una estrategia que
sirve.
MM: Nos reíamos en el
primer encuentro porque Borges decía que Watson, y los segundos en general,
siempre son un poquito menos inteligentes que el lector. (Risas). Es un
ayudante, y es obviamente mucho más tonto que Sherlock, pero además es más
tonto que el lector medio.
AF: Hasta un punto. Y
después demuestran ser más inteligentes de lo que uno piensa.
MM: Sí, cuando
reaparecen.
AF: Claro. Para mí,
en la serie de Sol, ese lugar, con matices un poco lo ocupa Timón. Es el
contrapunto de ella…
AT: Pero Timón no
tiene nada de tonto.
AF: No tiene nada de
tonto, es brillante, pero también le sirve de esto, le sirve de contrapunto, es
alguien más que aparece con ideas sobre el enigma.
Asistente: También lo habías
desarrollado en la serie de Sherlock.
AF: Claro. En esa
serie el referente de Sherlock es mucho más central, y es también un poco
paródico, pero tiene el amigo que es el Watson, que a mí me gustaba para
explorarlo como personaje. Cómo se siente el perpetuo segundón, esa sensación
de estar siempre al lado del brillante. Por eso, en el segundo libro, No es fácil ser Watson, justamente el título viene de ahí, y cambia
el narrador. Pasa a ser Arturo, y es eso lo que explora un poco el libro.
Asistente: Estructuralmente
también te sirve para que puedas pasar información sin que sea un pase de
información. Porque si no, en los policiales hay mucho para explicar, y que vos
como autora le estés pasando data al lector a través de este personaje. O a
través de cartas, o de documentación…
AF: Sí, sí, porque
además, si no muchas veces, estas largas parrafadas de los investigadores,
suenan profesorales, pesadas. Por eso yo a Arturo, el Watson en la serie de
Sherlock, lo hago burlarse de Sherlock todo el tiempo. Porque es una manera de
cortar con la solemnidad… Francisco pronuncia citas célebres y el otro le dice
que lo deje de joder.
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