Algunas definiciones sobre el fantasy
El 21 de octubre de este año, la gran maestra del fantasy Ursula K. Le Guin, cumpliría 90 años. En su homenaje, desde Libro de arena proponemos un recorrido por el mágico mundo del fantasy. Para empezar, seleccionamos algunos fragmentos de las entrevistas que Mario Méndez tuvo la suerte de realizarles a tres de los representantes más importantes del género en nuestro país: Victoria Bayona, Leo Batic y Márgara Averbach, en donde vierten interesantes conceptos y reflexiones sobre su relación como escritores -y lectores- de estas fantásticas historias.
Victoria Bayona
“…creo que todo el mundo conoce la literatura fantástica,
sobre todo a partir de los libros de Tolkien, el gran hit para quienes
escribimos literatura fantástica, el género, la realidad es que si bien es un
libro que ha llegado a muchísima gente, y por eso es conocido, lo cierto es que
no es el primer libro que hay sobre fantasy, porque podríamos
hablar de Las Aventuras del Barón de Munchausen, que también tienen
que ver con lo fantástico…”
“… O algunos podrían hablar de La Divina Comedia,
otros de los viajes de La Ilíada y La Odisea,
depende de la perspectiva con la que uno tome el mundo de la fantasía, o de “lo
fantástico”, podemos incluir autores como Cortázar. ¿Qué más fantástico que un
hombre que cuando sube a un ascensor para cuidar un departamento, vomita un
conejito? En definitiva, yo creo que lo fantástico está presente en la
humanidad desde siempre. Y lo que ha sucedido en la actualidad es que hemos
empezado a categorizarlo. Antes no había una idea acerca de si lo que estaba
escribiendo Julio Verne era ciencia ficción o fantasy. Simplemente
eran aventuras en las cuales los personajes hacían cosas que eran poco
probables. Quizá, la fantasía, lo que empieza a utilizar es una cierta cantidad
de elementos que hoy son pilares de lo que es el fantasy. Aquellos
personajes que forman parte de lo mítico, como hadas, dragones, princesas,
caballeros… en una realidad que no es necesariamente la que vivimos nosotros. Y
a partir de allí se ha armado como un concepto en el cual el fantasy tiene
que ver con la creación de un mundo. El fantasy crea un mundo
con sus propias reglas, con su propio sentido acerca de la física, la química,
la magia, los elementos y los seres que viven en él. Y por el otro lado se ha
ido filtrando otro subgénero dentro del fantasy que es el
relato fantástico, en el cual hay una grieta (esto lo hablábamos el año pasado
en la Primera Convención Tolkien Internacional, que se hizo en Mendoza), en la
cual la realidad, de buenas a primeras es atravesada por un elemento mágico por
el cual, por un pasaje se cruza a ese mundo fantástico, o al revés, es algo
fantástico que viene a nuestro mundo. No perdemos esa sensación de las leyes
que manejamos habitualmente los humanos, por la extrañeza de esto que nos
invade o que nosotros inventamos, pero terminado el hecho, la grieta se cierra
y volvemos a tener dos mundos separados y diferentes. En este caso, podríamos
mencionar como ejemplo (si bien hay una creación de todo un mundo), a Harry Potter,
que comienza con una persona viviendo en un mundo normal, en el cual irrumpe en
algún momento la magia…”
“Todo está sujeto a debate y a veces los límites no son
precisos. Lo que parece un relato fantástico puede ser fantasy o
viceversa. O tener elementos de ambos. Básicamente, lo que se estipula para
diferenciar uno de otro es que, en el relato fantástico, lo extraordinario se
vive con asombro, si aparece un duende en la taza de café el personaje va a
tomarlo como algo completamente inverosímil. En el fantasy, la
creación de ese mundo con esas determinadas reglas quizás le cause extrañeza al
protagonista en un principio, pero después se da por entendido que ese mundo
existe y que es así. Hay una convención. Esa sería la delgada línea entre
el fantasy y el relato fantástico.”
“Me parece que el género está conectado con temas que a uno
le preocupan cuando es joven, sobre todo en la adolescencia, cuando se es más
idealista. El fantasy aborda cuestiones que es imposible que no lo conmuevan a
esa edad… la amistad, la búsqueda del amor, la libertad, la lealtad, la lucha
por la justicia, las desilusiones, la magia… son cosas que están
vinculadas a los ritos de iniciación (…). Me parece que, también, el porqué de
la lectura compulsiva reside en que es un género que te transporta a otro
mundo. Y eso es adictivo. Porque tiene que ver con transitar espacios, caminos,
que te alejan de la vida de todos los días”.
Leo Batic
“…una de las cosas que hablamos habitualmente entre amigos,
aquellos a los que nos gusta este género, es de algunos títulos que son como
los elementos iniciáticos. ¿Leíste Tolkien? Entonces podés formar parte de “el
mundo de los que leemos fantasy”. Lo mismo pasa con Úrsula K Le
Guin, y Un Mago de Terramar, que es un interesante texto para leer.
Yo amo a Úrsula K Le Guin. Creo que Rowling la ha leído para Harry Potter…”
“En
este momento hay como una exacerbación de lo anglosajón, que tiene que ver con
que seguimos adorando lo que hizo Tolkien, y ahora con las películas, y
con El Hobbit en tres partes, uno empieza a tener en cuenta
eso como el horizonte del fantasy. Creo que esa es la gran pelea
que tenemos en nuestro país, acerca de la otra manera de contar el fantasy.
Estos libros tienen justamente la intención de demostrar que en nuestro país,
las sirenas y los duendes existían mucho antes de la llegada de los españoles.
Tenían otros nombres, pero eran personajes que existían previamente. Los
españoles llegaron y preguntaron: “¿Existen sirenas en este lago?”. Y los
antiguos habitantes de la tierra contestaron que no. Pero cuando les
preguntaron si había mujeres con cola de pez, dijeron que sí.
La Vanyara en el Paraná, las Coñilafquen en el Sur,
la Myup maman en el Norte. Existían previamente. Son seres que están
en nuestros relatos. Los dragones, por ejemplo, no nos olvidemos que las islas
de Chile están creadas a partir de la lucha de dos dragones, Trentrén y
Caicaifilú. Lo que sucede, es que al llegar los españoles, irrumpen con un
nuevo lenguaje y clasifican a las cosas de determinada manera. Después,
nosotros, con nuestra admiración por lo anglosajón terminamos siguiendo el
recorrido que ellos plantean sobre la fantasía. Esto no quiere decir que las
hadas y los dragones formen parte de una mitología que nosotros compramos. Lo
que nosotros tenemos que hacer es recuperar la mitología que nos es propia. Las
hadas existían acá, y formaban parte de la mitología de nuestra tierra antes de
los españoles.”
“Esa es una de las cosas que nos gusta remarcar, a mí,
particularmente. El viaje del héroe de Joseph Campbell, que en El
héroe de las mil caras describió ese viaje heroico que todos hacemos
desde la infancia a la adultez. Quizá lo que él hizo fue plantear lo de aquel
joven que sale a enfrentarse con aquel miedo de la tribu… Quizá sea el de cazar
ese animal que está en el bosque, o sortear esa prueba que al regreso lo
convierte en hombre y le permite tomar un nombre y formar parte de la tribu. Lo
que a mí me interesa plantear en El Último Reino, es cuál es el
viaje de la heroína. Ahí, siempre insisto en que el viaje del Héroe es un viaje
hacia afuera, y el de la Heroína en general es un viaje hacia adentro. Para
aquellos que vieron la película Laberinto, no sé si se acuerdan, es una nena
que pide por favor que el Rey de los Duendes se lleve a su hermanito menor y
después se da cuenta de que fue una equivocación, y entra en un laberinto que
la lleva a convertirse en una mujer adulta para rescatar a su hermano. Este es
el viaje que corresponde a la Heroína. Hace poco vi una película de ciencia
ficción, Gravedad, que me sorprendió, porque me encontré
exactamente con el viaje de la Heroína. Un viaje que necesita de determinados
elementos que tienen que ver con lo mítico, que aparece, incluso en el espacio,
y esta cuestión de volver a las fuentes para poder arrancar de nuevo. Y en el
hombre, esta cuestión, en general tiene más que ver con lo externo. Con la
lucha física para empezar a entender cosas que tienen que ver con su vida.”
“…creo que en el mundo, los escritores de fantasy son
bastante más grandes. Tolkien, Úrsula K Le Guin, George Martin… estamos
hablando de gente que dio la vuelta de los cincuenta. Son más viejos que yo. La
misma Rowling… Liliana Bodoc, Angélica Gorodischer. Me parece que la gran
diferencia es el sentido con el que se escribe el fantasy. Para mí,
escribir fantasy para contar una aventura de lo que les pasa a
un elfo y un enano, no tiene ningún interés. No me importa. De hecho, si es
contar algo por lo que un chico se va a alejar de la realidad por unos minutos,
que se ponga un jueguito electrónico. Tiene que ser una metáfora, yo tengo que
estar hablando de otra cosa.”
“A mí me gustaron mucho los seres mitológicos, desde que a mi
papá le gustaba recorrer el país en carpa. Así que conozco el país de manera
más linda para conocerlo, que es yendo a los lugares y escuchando las historias
de la misma gente. Eso fue quizás lo que más me tocó, lo que más me movilizó.
Hay dos cosas que me mueven: una es aquello que tiene que ver con mi infancia y
lo que me ató a mis padres, y otra son mis amores. Cada vez que me peleo con el
amor de mi vida, hago algo que me cambia la vida. En este caso, yo estaba
estudiando periodismo, y me peleé con el amor de mi vida de aquel momento, me
fui de mochilero, solo, al Sur. Y terminé en Chiloé, la isla grande de Chile.
En ese momento, me pasaron dos cosas. La más fuerte, fue que yo me iba leyendo
a Úrsula K Le Guin, y su Mago de Terramar, y cuando llego a ese
lugar me dicen que ellos a ese lugar le dicen “Terramar”. Yo pensé que el tipo
me lo decía porque yo tenía el libro ahí. Entonces me dijo que mirara cómo se
llamaba la librería, y se llamaba Terramar. Eso me tuvo treinta días en esa
isla maravillosa, escuchando algo que no había escuchado nunca, que eran las
historias de los antiguos araucanos, que después fueron los mapuches que
vinieron a nuestro país.”
Márgara Averbach
“…cada vez hago más “fantasy”, porque me encanta. Le tuve
mucho miedo durante mucho tiempo. Siempre fui lectora de “fantasy”. Siempre.
Así como te digo que la ciencia ficción dura no la aguanto, no es lo mío. Yo no
tengo ese lado científico. La ciencia ficción blanda, sí, porque si no nos
ponemos muy técnicos me suena casi a “fantasy”, podemos ir por otro lado.
Siempre fui muy lectora de “fantasy”, pero nunca se me ocurrió que la podía
escribir.”
“lo que me pasó fue que leí la saga de Lili Bodoc. Y cuando
leí esa saga (a partir de eso nos hicimos muy amigas Lili y yo, antes no la
conocía), vi que tiene una ideología, una apuesta política, una cosa que se
parece tanto a lo que yo quiero hacer, que para mí fue como descubrirlo. Si
ella puede hacerlo, yo también puedo. De otra manera. Porque Lili lo hace sobre
una base histórica. A mí eso no me interesa. Yo prefiero crear un mundo
completamente mío, en el que yo haga lo que quiera, y que no tenga que hacer
una investigación previa. Yo no tolero hacer investigación previa. Mientras voy
escribiendo, yo, si tengo que investigar, lo hago ahí. Primero porque no tengo
el plan acerca de lo que tengo que investigar, hasta que llega el momento en
que tengo que hacerlo. Segundo, porque yo ya investigo en mi parte académica, y
me gusta investigar, pero para escribir, no. Yo quiero escribir. No investigar.
Si alguien me trae toda la investigación hecha, bueno. Pero yo no voy a
hacerla. Entonces yo leí eso y pensé: “Bueno, yo también puedo hacer algo así.”
Que no va a ser así, porque ella lo hace todo alrededor de la conquista de
América. Yo no. A mí no me interesa ninguna cosa, con ningún período histórico
en particular. Y entonces me senté a escribir el primero, Los cuatro de
Alera…”
“A mí el fantasy me gusta mucho. Y a diferencia de lo que
creen algunos a los que no les gusta para nada, y esto lo dijo Lili Bodoc, el
copyright es de ella. Dijo que todo el mundo cree que leer fantasy es fácil.
Depende de qué fantasy. Si esa fantasy es boba, es verdad. Pero si está bien
hecho, al contrario. Es bien difícil. Porque el referente del libro, si bien es
nuestro mundo, obviamente, surge de la cabeza del escritor. Vos tenés que
tener suficiente suspensión de juicio para bancarte que te pongan el nombre de
un animal que no existe y tratar de imaginarte cómo es ese animal. Porque la
única que sabe cómo es, soy yo. No existe ese animal. Entonces yo pongo
“lampala” y ¿qué es? No sé… leé y te vas a dar cuenta si se parece a algo o no.
Yo creo que es bastante difícil leer buena fantasy. Tiene que ser un lector
abierto. Si no, no le va a gustar, obviamente.”
“La vez que me dijeron que yo me parecía a Úrsula Le
Guin toqué el cielo con las manos. Me encanta
Úrsula Le Guin. A mí me gusta mucho el fantasy porque me da una libertad
enorme. Realmente hacés lo que querés. No tenés que estar pensando si esto es
verídico o no. Es verídico pero según tu lenguaje. Va a ser verosímil pero no por
una relación con, por ejemplo, si se pueden caminar cuarenta cuadras en cinco
minutos. No. Bueno, entonces no pongas que el tipo camina cuarenta cuadras en
cinco minutos. Eso en el fantasy no es así. La libertad es mucho más grande.
Eso me fascina, me gusta mucho…”
Entrevista a Victoria Bayona y Leonardo Batic: primera y segunda parte.
Entrevista a Márgara Averbach: primera y segunda parte.
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