Un celular en la iglesia

Aunque el mes que le dedicamos a los viajes ya terminó, no podíamos perdernos esta deliciosa crónica viajera (y parisina, nada menos) de nuestro amigo Franco Vaccarini, hombre viajado y, sobre todo, observador. 




Por Franco Vaccarini*



Caminar Paris es descubrir que el porvenir es un callejón sin salida de apenas cincuenta metros, al menos si nos figuramos que tiene el tamaño de la calle que se llama, precisamente, Rue l’Avenir, - calle El porvenir - un apéndice de la Rue de Pixérécourt, en el distrito XX. 

Esos hallazgos mínimos son una recompensa para los datos inútiles del caminante. Y siempre ocurre algo digno de que la memoria lo preserve, voluntaria o involuntariamente, como el día en que un compatriota me sacó de quicio en la Iglesia de Saint Germain des-Prés.

Jimena es mi guía en París, por portación de idioma, de barrio, de nacionalidad. Porque están sus amigas y amigos y sus parientes y porque vivió aquí veinte años. Un año por cada uno de los distritos de la ciudad, sumado a los viajes para visitar a la familia, hermosa familia a la que me acoplé hace media docena de años. 

En cada viaje dedicamos algunas tardes y noches a andar sin rumbo o con algún objetivo vago: porque toda la ciudad es el objetivo. Las catacumbas aterradoras o el hombre que pedía limosna en el subte, mientras recitaba a Apollinaire; la librería de Montmartre donde estaba comprando un libro Dominique Pinon, el actor de la película Amélie, que precisamente transcurre en Montmartre; aquel puente cerca del Jardín de las Plantas donde la llovizna inofensiva se transformó en chaparrón y sentí que estaba dentro de una canción de Zaz:

Cae cae cae la lluvia
en este día de domingo de diciembre
en la sombra del paraguas
transeúntes prisa prisa prisa, sin esperar.



Y en una de esas vueltas, como dije antes, visitamos la muy antigua iglesia de Saint Germain des-Prés. Ya en el interior, la sorpresa de ver el techo azul, extraordinario azul que me recordó —herejía asociativa, pero con sentido — al vestido del rey Harold, el padre de Fiona y suegro del ogro Shrek. Jimena me confirmó que el dorado en ese azul extraterrestre representaba la flor de lis, emblema de los reyes. No era lo único especial de la vieja iglesia: había pinturas coloridas que contrastaban con las paredes y las columnas de piedra gastada, a los costados de la nave. Abajo, en sectores estratégicos, pequeñas islas donde los fieles dejaban coloridas velas encendidas en memoria de sus seres queridos. Tuve el impulso de sentarme en una banca: estaba por empezar la misa. En un altillo de la proa los tubos enormes del órgano, por encima de la puerta de entrada. En ese ámbito el silencio se imponía como un trabajo del espíritu, por eso fue tan disruptiva la música que provenía de un celular y el inicio de una conversación. Sentado en una banca en nuestra misma línea, al otro lado del pasillo central, un hombre hablaba en argentino y como se trataba de una videollamada, también se escuchaba la voz de su interlocutora: “Bueno, contame, en dónde estás”, le preguntaba la mujer. Un resto de pudor del hombre lo obligó a levantarse hacia la salida, pero no se fue: se quedó en un rincón, como una cucaracha en la oscuridad, justo abajo del órgano, de espaldas al púlpito y a toda la feligresía. Y continuó la charla. Me levanté y en un tono que imitó la sequedad gala, le toqué el hombro y lo intimé: ¡Monsieur s'il vous plaît! y con mi índice imperativo le marqué la salida; en forma simultánea sonó el órgano en una nota mayestática. El hombre se estremeció y se apuró a escapar como una rata maleducada.

El susto del hombre hizo que me apiadara y en la misa, sin entender nada de lo que el buen cura decía, rogué porque mi compatriota hubiera aprendido a ser respetuoso de los recintos sagrados. Y como el mejor momento para retirarse de una fiesta y de una misa es antes de que terminen, con mi compañera nos levantamos de la banca para ir en busca de nuevas aventuras.


*Franco Vaccarini (1963) vive en Buenos Aires y publicó más de ochenta libros para jóvenes. Varios de ellos se han editado en México, Colombia, Brasil, Perú y España. Dirigió la colección Galerna Infantil y recorrió todas las provincias argentinas invitado por instituciones educativas y ferias del libro.

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