Carola Martínez Arroyo: “Hay que formar lectores que quieran leer, que lean, que tengan tiempo para leer, pero que también tengan que leer”


En esta segunda parte de la entrevista a Carola Martínez Arroyo seguimos explorando los temas más interesantes de la literatura en general y de su literatura en particular: la identificación -a veces la confusión- entre narrador y escritor; la cuestión de la “inspiración”, de las influencias, de si hay “temáticas difíciles” o no, de los aportes del taller y de la edición. Y de la ideología de los escritores y escritoras, que según Carola (y estamos de acuerdo) subyace en cada decisión de escritura o de edición. O de educación. De todo charlamos con esta lúcida escritora y especialista, y a pesar de tanto, igual nos quedamos con ganas de más.



Mario Méndez: Una de las cosas que hablábamos hace un rato con Carola, es el problema que les causa a los lectores, sobre todo a los más jóvenes, la cuestión de la identificación. El confundir si el origen de la novela tiene que ver con tu vida personal…

Carola Martínez Arroyo: No soy huérfana, mi papá y mi mamá están vivos…

MM: ¿De dónde surgió Nunca jamás?

CMA: Surgió de tres cosas. Primero salió de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea. Esta novela me pareció increíble, no tiene un solo golpe bajo. Después, con mi marido estábamos leyendo mucho a Pescetti, que escribe todo en primera persona. Pero también sus cosas parecen obras de teatro. Está todo el tiempo como montando una escena a partir del diálogo. Y el desafío de escribir una novela en primera persona sin que pareciese una obra de teatro. Que tuviese un poco más de carnadura. Y empezó así, con la imagen de la nena moviendo los pies y mirando el coso amarillo en el hospital, donde está la enfermera haciendo silencio. No tenía mucha idea de qué iba a pasar. Al principio, en un momento pasaban el cuerpo de la madre en la camilla, y todo el mundo, incluso mi marido me discutía que no pasaba eso; por pura mala suerte tuvo que estar en un hospital cuando pasaron un muerto… Yo sé que sí pasa. Y lo pasan así, en una bolsa de plástico. Yo le saqué toda esa parte, en la que Fiorella se tiraba encima para tocarla, esa parte se las ahorré a los chicos, porque no tenía mucho sentido. Mis compañeros, en el taller, dicen que escriben en la cabeza. Entonces tienen muy avanzada la novela a medida que la van escribiendo. Yo no, la voy escribiendo a ciegas, para donde vaya…

MM: ¿Y hay un plan previo, una guía?

CMA: Absolutamente, no.

MM: Y sí, por lo que dijiste, tenés presente al lector en la cabeza… esto de ahorrarle la imagen a los pibes…

CMA: No, eso pasó en la reescritura.

MM: En el momento de escribir, ¿no tenés presente al lector posible?

CMA: No. De hecho, me dijeron después que no era muy para pibes, porque era durita durita.

MM: Demasiado dura.

CMA: Sí. No tengo muy en cuenta. Porque aparte viste que uno tiene un lector ideal. Mi lector ideal es bastante polenta, entonces se banca cualquier cosa. No es lo normal, digamos. Tengo como la idea de que los pibes pueden enfrentarse a cualquier cosa.

MM: En realidad son capaces, pero por ahí la lectura de los libros es otro tema; y la escuela es otro tema también.

Asistente: Sí, hace veinte años, más o menos, cuando empecé a narrar, no había que contarles a los chicos (sobre todo a los más chicos) sobre la muerte. La muerte no se tocaba.

MM: Eso es lo que hablábamos antes, de los cambios que han ocurrido en nuestra literatura.

CMA: Pero lo del tema de la muerte es muy gracioso. No es muy graciosa la muerte, es gracioso como lo maneja la gente. Hay un libro de un premio Andersen norteamericano, Un puente a Therabitia, de Katherine Patterson. Hay una película sobre esa novela, que es una belleza. En los ochenta y los noventa el realismo toma posesión de la literatura infantil. Katherine Patterson escribe este libro que es muy hermoso, y que es la historia de dos nenes que se hacen amigos, y a uno le ocurre una desgracia. El libro es demoledor; la película es para llorar a los gritos. A los pibes les encanta. Es uno de los libros que mis hijas más aman; se acuerdan de lo que lloraron.

MM: Bueno, uno de los libros que nos marcó a muchos de los que estamos acá, y que todavía hoy se sigue vendiendo, y pidiendo en las escuelas, es Mi planta de naranja-lima.

CMA: Porque vivimos en un mundo muy poco conmovedor, muy poco sentimental, y necesitamos conmovernos todo el tiempo. Necesitamos sentir terror, reírnos a los gritos, por eso Pescetti la rompe, los cuentos de terror en la escuela, la rompen. Porque son cuentos de los que salís conmovido.

MM: ¿Y entonces por qué es tan difícil que el realismo entre a las escuelas?

CMA: Para mí, lo que más leen en las escuelas es realismo.

MM: ¿Ah, sí?

CMA: Sí, totalmente; es lo que más leen. Yo creo que no están leyendo fantasía, de ciencia ficción no leen nada, lo único que leen es realismo; lo que pasa es que leen un realismo que no es muy realista. (Risas). Es como un realismo del grupo de amigos que va a la escuela y se van de aventuras… Nosotros les decimos “novelas Scooby Doo”. Hay un misterio… (Risas). Eso está bien, es realista, porque puede pasar una vez. Pero también es real que la gente se muere, que hay embarazos adolescentes, que hay chicas que se hacen abortos, y esas son las que no entran.

MM: Podríamos decir que entra un realismo “light” a la escuela.

CMA: Sí, porque vivimos en un mundo en el que lo que prima es lo superficial.

Álvar Torales: La hipocresía…

CMA: No solo la hipocresía, sino el vivir en aguas mansas, caminar por arriba de las cosas. Si voy a leer algo de muerte, que sea poquito, cosas que no profundicen, de las cuales uno no salga transformado. Transformarse siempre implica que uno tiene que revisarse a uno mismo, y eso siempre puede traer algún problema. Imaginate que tenés cuarenta pibes en el aula que se están transformando… te la regalo…

MM: Pero también sería lindo conseguirlo. ¿Ya tuviste encuentros con lectores con Nunca jamás?

CMA: No todavía. No me invitan mucho a las escuelas; supongo que piensan que voy a hacer cagadas. (Risas). Pero me porto bastante bien. Sí tuve encuentros en las escuelas con Matilde. Ah, con Nunca jamás estuvimos en Villegas. Ahí tuve un encuentro con los chicos, que habían leído Matilde, no Nunca jamás, que salió hace muy poquito. Me preguntaron un montón de cosas; habían investigado, era una escuela muy chiquita, en un pueblo muy chiquitito. Yo no me di cuenta, y estaba frente a toda la escuela: Y los pibes estaban muy compenetrados con el tema; lo que me preguntaban todo el tiempo era cómo había crecido esta nena. En Matilde hay una elipsis, y estaban muy preocupados con ese espacio que no estaba contado. Cómo lo había pasado en ese tiempo. Y se quedaron bastante mal, porque yo les decía que no tenía que contarles eso, que era tarea de ellos, que yo había contado lo que tenía que contar. Y esa otra parte le correspondía al lector. Y no les gustó. (Risas).

MM: En general no les gusta, ni los finales abiertos, ni por qué no se juntó éste con aquel…

CMA: Tampoco nos gusta a nosotros los adultos cuando vemos una serie. Yo todavía estoy puteando porque quedó no sé qué, con no se quién.

MM: Los concurrentes de todos los lunes a este encuentro, por lo menos, una vez al mes escriben reseñas que pretenden ser críticas. Vos, como especialista y como autora de un blog, Donde viven los libros, ¿por qué creés que la crítica es tan perdonavidas?

CMA: ¿Podemos apagar el grabador un segundo? (Risas).

MM: No, después lo editamos, no hay problema.

CMA: Creo que porque es un grupo muy pequeño, nos conocemos todos, no te vas a poner a criticar a Juancito, que te lo vas a cruzar. Yo además, edito, entonces capaz que me lo encuentro. Eso por un lado. Y por otro, porque no nos bancamos decirle a otro que algo no está bien. Puede tener consecuencias negativas, y no nos bancamos mucho los sentimientos negativos. Por eso después tienen que regalarle a la gente El monstruo de los colores. (Risas). No nos bancamos bien el tema de la crítica, y somos muy perdonavidas. Hay libros que no deberían seguir circulando en la escuela porque son una porquería inmunda. No voy a decir cuáles. Lo principal, es que todos los libros tienen una ideología. Todos. Porque todos los escritores escriben desde su propia ideología. Entonces, hay libros peligrosos, ideológicamente muy peligrosos. Hay otros que son peligrosos, porque banalizan cosas dolorosas y profundas. El último post que edité, porque tenía algunas cosas que quería revisar, es uno sobre Víctor Jara, que yo había escrito en el 2016, a propósito de que por fin habían juzgado al milico que le pegó el balazo. Pero era un juicio civil, no penal. Entonces lo que le estaban pidiendo era plata, y no cárcel. Entonces hago un post sobre Víctor Jara, y en los libros que yo reseño, hay uno que se llama Luchín. “Luchín” es una de las canciones de Víctor Jara que más se conocen; es una canción bellísima, que le hace a un nene de la villa, un nene muy pobre que tiene características específicas. En Chile la división de clases es muy fuerte, entonces si sos rubio, sos rico, si sos morocho, sos pobre. Entonces, un niño en una villa nunca va a ser rubio. Hago esta aclaración por lo que les voy a contar. Entonces, un nene, en una villa es morocho, de pelo muy negro, muy duro… va a tener esas características físicas, casi siempre. El libro está editado por una editorial chilena, y está ilustrado por una ilustradora que a mí me encanta, pero que hace un Luchín muy clarito, muy rubiecito y muy limpio. Entonces, las ilustraciones son hermosas, porque ella dibuja precioso, pero yo no podía dejar de decir que no era Luchín, que ideológicamente estaba haciendo una manipulación obscena de lo que es la niñez y la pobreza en Chile, en ese tiempo, además. Estamos hablando de los setenta, cuando eran más pobres todavía, porque ahora por lo menos se pueden comprar zapatos. Lo que estaba haciendo era ideológicamente obsceno. Y lo tenía que decir. Me podría haber callado, porque en realidad me encantan las ilustraciones; la ilustradora es divina, pero no podés hacer esa manipulación tan hostil de la pobreza en Chile, ponerla como “for export”. Y esas cosas, sí tenés que señalarlas. Hay cosas que podés dejar pasar y otras que no. Por ejemplo, hay un libro de V&R que es exactamente igual a otro libro de Kókinos. Pero exactamente igual. Tampoco podés dejarlo pasar, hay cosas en las que entra en juego la ética. Y si uno se va a dedicar a hacer reseña, podés tomar la decisión de reseñar solo los libros que te gustan y solo hablar bien. Pero todo el resto de la gente a la que no le reseñe el libro, va a entender que no la quiero romper. También puede pasar que no tenga tiempo para escribir y hacer todas las reseñas que tengo que hacer. Pero si yo recibo un libro en específico y prefiero no hacer una devolución, el otro tiene que entender que yo estoy siendo amable. Pero hay cosas con las que no puedo ser amable. Por ejemplo, señalar que Luchín no es un niñito limpito, con zapatitos, en una casita donde todo está ordenado, porque es mentira. Es mentira porque además es cuestión de poner en YouTube la canción de Luchín, te das cuenta de a quién le estaba hablando Víctor Jara.

AT: Eso se da para los dos lados, incluso. Cuando tocan intereses o ideologías, vos mismo pusiste como ejemplo que esto sería lo mismo, pero visto desde el otro lado. El libro de Silvia Schujer tuvo una crítica despiadada: así que no siempre son tan perdonavidas, los críticos.

MM: En ese caso yo señalaba algo que venía de afuera del campo. Era un periodista de derecha, que consideraba que la literatura infantil  no podía tocar ciertos temas.

Asistente: Lo criticaron a Pescetti por escribir sobre la caca…

MM: Exacto.

CMA: O Harold Bloom con Harry Potter…

MM: ¿Harold Bloom habló mal de Harry Potter?

CMA: Sí. Por eso Pescetti escribió “Yo leí Harry Potter y me gustó”.

MM: ¿Hay temas que todavía no entran?

CMA: Sí, un montón. Casi no entran las muertes de las madres, los abandonos de los padres, pero entraron…

MM: Bueno, Zona Libre ha sido, como su nombre lo indica, una zona de libertad para ciertos temas, para ciertos escritores, para ciertas cuestiones…

CMA: Sí. Igual, yo creo que en un punto la sociedad se ha ido haciendo más conservadora con el tiempo. Que un libro como Los ojos del perro siberiano, no sé si hoy lo reeditarían así. Para mí, hay un neo conservadorismo duro, que además tiene una matriz rarísima, porque dicen que es la escuela, y la escuela dice que no. Entonces. ¿Dónde está? No en la escuela. Porque la escuela recibe lo que vos editaste. Y además, ¿qué escuela? Es muy raro. Hay como un revisionismo importante en la literatura.

MM: Yo tengo una mirada más optimista. Creo que hay un cambio, un progreso.

CMA: Para mí, no. Creo que la censura es uno de los temas más duros en este momento. El tema de las princesas, de que no se pueden hacer cuentos de princesas…

MM: Pero eso pasa mucho en los manuales. ¿En la literatura en general también?

CMA: Sí, también. Pasa mucho. No es un buen tiempo para las princesas éste. (Risas).

MM: Te debía una pregunta. Vamos a ver si la podemos meter. Hablando de realismo, y de crítica, acá salió la cuestión del lenguaje inclusivo, que es una cuestión que podrá aparecer en una novela tranquilamente. Así como se abordó la cuestión de los géneros.

CMA: Las novelas que escriben los pibes en Wattpad están casi todas en inclusivo. Yo soy súper feminista, y para mí, el lenguaje inclusivo es una forma más de invisibilización de las mujeres. Cuando yo voy a un lugar, y veo que en la concurrencia hay solo dos hombres, listo: “Todas”. Acá, por ejemplo: todas.

MM: Somos “nosotras”…

CMA: Sí.

AT: ¿Todos y todas?

MM: Esta es jugosa. Ahora vamos con eso. ¿Vos creés que el lenguaje inclusivo invisibiliza a la lucha feminista? ¿A la mujer? ¿Cómo es?

CMA: Tengo que entrar en cosas mucho más sutiles. El movimiento feminista es un movimiento. Como el peronismo. Entonces hay muchas formas de feminismo, y mucho se habla de la segunda, tercera y cuarta ola. En cada una de esas olas ha habido una ideología imperante, y una de las ideologías más fuertes que está funcionando en este momento en el feminismo es una idea de “lo no binario”. Y con esa idea de lo no binario, con la que yo estoy completamente de acuerdo y tiene todo el sentido del mundo, se esconde una forma nueva de discriminación (digo yo, y esta es mi posición personal), en la que una minoría del movimiento trans que también como el feminismo tiene muchas vertientes, les recomiendo leer a Marlene Wayar, que nos explica a las mujeres cómo tenemos que vestirnos, cómo tenemos que ser. Es muy complejo, porque ser mujer es muchas cosas, muchas formas. Entonces, las decisiones de escoger o no determinadas terminaciones, o el “todes”. No es gratuito, e implica embanderarse en un montón de ideologías que te posicionan. Todo es ideológico, siempre. Tomar las cosas a la ligera, sin pensar, sin ponerlas en tensión es algo que es complejo. Yo soy socialista, mi forma de pensar el feminismo piensa en la diferencia de clases además de la de género. Yo no soy mujer igual que Lagarde, por mucho que ella sea mujer. Porque tenemos una diferencia de clases, y eso marca una ruptura fundamental. Para mí, las pequeñas decisiones implican grandes decisiones políticas. Durante mucho tiempo, por ejemplo, yo no me metí en la lucha ecologista. Porque hace diez años atrás, embanderase en la lucha ecologista implicaba posicionarse políticamente atrás de Greenpeace. Mi forma de pensar la política y las decisiones, siempre tienen una forma de pensarme a mí misma como un sujeto político que piensa muchísimo cada uno de los movimientos que tiene que hacer para tomar cada una de las decisiones que van apareciendo. Yo no me pongo alegremente detrás de ninguna bandera. Ni siquiera del “todes”.

MM: ¿Ni del “todas y todos”?

CMA: No. Si me pusiera en este momento detrás de una feminista que creo me representa casi en la totalidad es de Rita Segato. No creo que detrás de nadie más.

MM: ¿Y Rita Segato cómo habla?

CMA: Rita Segato es una socióloga increíble, que tiene un libro increíble que se llama Contrapedagogías de la crueldad. Creo que es uno de los libros más interesantes que leí en mi vida. Rita dice, por ejemplo, que todas las veces que nosotras vemos un femicidio, es una forma de anestesiarnos para que cuando sigan ocurriendo, nosotros lo veamos como algo banal. Y no como algo extraordinario. Que estemos cada vez más anestesiados. Entonces, el mundo se vuelve cada vez más cruel, para anestesiarnos de la barbarie. Y nuestra tarea fundamental es optar por la sutileza, por la dulzura, para oponernos a la crueldad. La amabilidad, lo social, el socialismo, el compañerismo, el compartir con otro. Porque a lo que está tendiendo el capitalismo es a la crueldad, y a hacernos como una costra, para que las cosas terribles que pasan no nos duelan. Que alguien esté muerto ahí, y que vos pases y lo corras con el pie. Y además, Rita tiene una cosa maravillosa, que es que está en contra del feminismo punitivista. Ella está muy en contra de lo del escrache y todo eso. Dice que no sirve para nada, y que muchas veces hay cosas ocultas atrás, que hay que ir con mucho cuidado y tranquilidad. Que hay casos en los que está perfecto, y casos en los que hay que ir tranqui.

Asistente: ¿Cómo se llama el libro?

CMA: El libro se llama Contrapedagogías de la crueldad. Y tiene otro…

Asistente: El de los colonialismos…

CMA: El de los colonialismos es mucho más específico. Tiene otro que se llama La guerra contra las mujeres. Cada uno de los libros que tiene es increíble. Ese es un librazo. Cualquier cosa que busquen en YouTube para escucharla… la verdad que Rita es increíble. Porque además, unas de las cosas interesantes que tiene es que habla siempre desde lo Latinoamericano. Ella dice que nosotros estamos del lado de acá, que no podemos estar comiéndonos el feminismo que nos traen desde Estados Unidos, en donde están teniendo otras discusiones a las que nosotros no nos acercamos porque vivimos en el tercer mundo. Acá todavía estamos pensando en cómo salir de la emergencia alimentaria. Hay que poner eso en perspectiva. Es súper interesante.

MM: Vos fuiste a Chile, con Matilde

CMA: Ahora voy a Chile. Con Matilde y con Nunca Jamás.

MM: Ya habías ido, ¿o no?

CMA: Sí. Pero cuando fui fue como algo más livianito. Ahora voy a presentar los dos.


MM: Fuiste a Perú, también. Y éste tema específico del lenguaje, para la inclusión en la literatura…

CMA: Fuera de la Argentina, en general, los chicos leen en todos los españoles. No tienen esta cosa de que “no está en rioplatense”. Igual, Matilde yo lo escribí en mi chileno, que es una mentira, porque es un chileno de los ochenta, entonces no existe, es como un chileno perdido. Entonces, cuando lo sacaron acá, decidimos que la voz del narrador fuera en un argentino bastante neutro, igual, y que la nena hablara en chileno. Y cuando fue a Chile, no le cambiamos nada, pero yo tenía muchas ganas de que fuera en chileno chileno. Y entonces lo revisamos.

MM: ¿Lo cambiaron?

CMA: Sí.

MM: ¿Y está circulando en Chile?

CMA: Está circulando. Hay muy poca literatura sobre la dictadura en Chile. La dictadura sigue viva, seguimos con la Constitución de Pinochet, si ustedes buscan en Twitter, la gente dice abiertamente que es seguidora de Pinochet. Hay gente que se junta en los bares a celebrar el 11 de setiembre, es un país complejo.

MM: Cuando viniste, ¿ya conocías la literatura infantil y juvenil argentina?

CMA: Conocía muy poco. Cuando vine, no había leído mucha literatura argentina de ninguna. Excepto a Cortázar.

MM: ¿Y leías literatura infantil y juvenil de Chile o de otros países?

CMA: Sí. Leía desde que era chica…

MM: Entonces ya te interesaba la literatura infantil y juvenil antes de llegar acá…

CMA: Sí.

MM: ¿Y por qué te interesó?

CMA: La razón fundamental al principio, fue porque era con lo que ganaba plata. Trabajaba en una librería, y el dueño me pidió que nos especializáramos. Y nos especializamos en Fantasy, y en literatura infantil, en el año ’97. Entonces ahí empecé a leer y leer, porque es lo que uno tiene que hacer cuando es librero. Cuando terminé de trabajar en esa librería, ya me había leído bastante de literatura infantil y juvenil argentina. Tengo algunos problemitas, porque todos esos libros que para la gente de acá son fundamentales, a mí en general no me gustan, porque los leí de vieja. Me parecen ñoños…

MM: O sea que estás más apegada a los últimos exponentes de la literatura infantil y juvenil…

CMA: Sí. Yo leo mucha literatura infantil traducida. Me encanta la literatura infantil inglesa; los ingleses son muy potentes. La literatura infantil española es bastante más ñoña que la de acá, bastante, bastante, bastante. La alemana es increíble; las tendencias en la literatura infantil de afuera son más o menos las mismas que acá. Están buscando las mismas cosas. Mucho tema de género; pero leo todo el tiempo, y hay autores de acá que me parecen increíbles.

Asistente: Un tal Mario Méndez. ¿Lo conocés?

CMA: Escribe bastante bien ese chico, sí. Muy jovencito… (Risas).

Asistente: ¿Y qué leías vos?

CMA: Nöstlinger.

MM: ¿Y chilenos?

CMA: No muchos. Papelucho, que es muy gracioso. Es muy ñoña. (Risas). Había uno que me encantó, y creo que desde ahí aprendí a lloriquear, que se llama El niño que enloqueció de amor, que era para llorar a los gritos. Un pibe enamorado de una chica grande. Terrible. Cuando era chica leía muchísimos mitos y leyendas. Yo soy muy miedosa, y cuando era chica no había tele. O había tele durante tres horas. Entonces mi mamá tenía siempre prendida la radio; y había muchos programas de radioteatro. Y había uno en Chile que me encantaba, que se llamaba Lo que cuenta el viento. Era un programa de cuentos de terror en radioteatro. Leyendas urbanas, en general. Terrible. (Risas). Pero aparte lo hacían a las ocho de la noche. Nosotros nos acostábamos muy temprano, entonces mi mamá lo ponía, y se escuchaba el ruido de la puerta, y se escuchaban los cuervos, era de terror.

MM: Ahora cambiamos de literatura. Me contó un pajarito que también escribís para adultos.

CMA: Es decir mucho. Acabo de terminar, por primera vez, una novela para adultos. Es muy corta; es una nouvelle, muy terrible…

MM: ¿Querés contarnos algo?

Asistente: ¿Realista o de terror?

CMA: Realista. Es sobre un grupo de pibes en mil novecientos ochenta y pico en Chile. Me gustó mucho escribirla, no hay manera de que la publique nadie, porque es muy terrible, pero estoy muy contenta.

MM: Eso no importa, ¿no? Hay un momento en el que eso no importa…

CMA: No, ya no me importa. Estuve en la tensión. Porque me enfrenté a que si seguía por ahí estaba condenada a morir en mi cajón. Mah sí…

MM: Hay editoriales pequeñas y de vanguardia que por ahí…

CMA: Es recontra mil específico. Años ochenta, secundario… Tendría que ir a cautivar a algún editor en Chile, pero yo la terminé, y decir eso también es una mentira terrible, porque es un primer final…

AT: SI querés te puedo conectar con un editor. Amauta se llama… (Risas).

CMA: Sería tu primer título para adultos…

MM: Habría que ver, habría que ver.

CMA: Yo estoy muy contenta, me gusta mucho lo que quedó. Pero es una novela que además va a exigirle mucho al lector; estás todo el tiempo teniendo que ver quién está hablando, y eso está bueno.

MM: ¿También en el taller con Julián López?

CMA: Sí.

MM: ¿Leyeron Una muchacha muy bella?

Asistentes: Sí.


CMA: Tienen que leer La ilusión de los mamíferos. Juli tiene una cosa con el lenguaje que es muy hermosa, muy poética; hace mucho que no leía una novela en la que vas como comiendo palabras. Ahí hay un gran tema de lo que pasa en la literatura infantil cuando terminás. O qué me pasó con la novela de Julián, La ilusión de los mamíferos. Me daba cuenta de cuánto vamos limpiando el lenguaje de palabras complejas, para poder hacerlo más escolar. Y eso sí me tiene súper preocupada. Porque lo que tiene la novela de Julián, mas allá de que está muy bien escrita, es densidad en la palabra; hay ilusión en la palabra, apuesta a la palabra como si fuera una cosa. Y nosotros, cuando escribimos para pibes, vamos como despojando y alivianando el lenguaje, para que no sea tan denso, tan pesado, para que sea más comprensible. Eso es más preocupante que cualquier otra cosa.

Asistente: La ilusión de los mamíferos lo leí tres veces. Pero justamente, porque quería atrapar las frases, no quería perderlas. Igual se me perdieron. Es muy impresionante.

CMA: Pero porque tiene esta cosa de que es muy denso en la palabra.

Asistente: Ahora que vos lo decís, me pregunto si la belleza de ese libro, no es la manera en la que él describe sentimientos, que son algo muy difícil de describir…

CMA: Sí, totalmente.

Asistente: Y cuando pienso en los libros de literatura infantil, cuánto están limpios de eso… Y por qué…

CMA: Sí. Porque nosotros tenemos miles de prejuicios con respecto a los pibes. Que no entienden, que no leen, que mirá si le pongo esta palabra y después tiene que buscarla en el diccionario. Y yo tengo recuerdos de haber leído cuando era chica (y les deba pasar lo mismo a ustedes) libros de grandes, porque no había libros para adolescentes. Lo que entendías, lo entendías. Y lo que no, te “embromabas”. A llorar a la iglesia. Y leíamos Rayuela, que es denso. Lo que nos pasa en la literatura para pibes es que confiamos muy poco en que los chicos tienen capacidad, entonces se va volviendo cada vez más superficial. Cada vez más soso.

MM: A veces pasa que hay problemas con los editores. Parecieran no confiar justamente en la capacidad del lector niño/joven de reponer lo que no está. Hay que explicarles, porque te dicen que no lo van a entender. ¿Qué hacés vos en esos casos?

CMA: Depende. En general, mando a la mierda. (Risas). Con amor, claro. Porque mi lector ideal es un pibe o una piba que puede con todo. En general entienden todo. Y lo que no entienden, te juro que lo van a googlear. Si les interesa. Si no, van a tirar el libro a la mierda. Y está perfecto. Pero hay que tenerles confianza. Por otro lado, si vos leés lo que escriben en Wattpad, te querés suicidar con una galletita…



MM: ¿Muy malo? Nunca hice la experiencia.

CMA: Hacelo. A mí me sirve mucho para monitorear cosas que se me escapan. Hay algo en el ritmo, en la velocidad con la que viven, a la que nosotros no estamos acostumbrados. Hay una película que pasó por la cartelera sin pena ni gloria que es una versión del Rey Arturo. Y está filmada de acuerdo a cómo el director cree que los pibes piensan. Creo que es de Cameron. Tiene una velocidad y una forma de llevar la cámara, que me daba cuenta de que eso es lo que hace John Green. Ese es el yeite que tiene. Todo el tiempo está pasando algo, todo el tiempo está tirando información. Y nuestras novelas tienen otra temporalidad. Yo creo que hay que empezar a entrenarse.

MM: Bueno, abro para las preguntas del amable público.

Asistente: ¿Autores argentinos que no te parezcan ñoños?

CMA: Hay un montón que no me parecen ñoños…

Asistente: Tres…

CMA: Te puedo nombrar diez, si querés. Eduardo Abel Gimenez, increíble. Florencia Gattari, Meli Pogorelsky, Laura Ávila, acá presente, que tiene libros impresionantes y muy bellos. Además, el tiempo cinematográfico, es el tiempo de los pibes. Tenemos que convencerla de que escriba alguna realista, a ver si johngreenea. (Risas). Hay un libro de Laura Escudero, que me gustó mucho. Martín Blasco es un genio. Andrea Ferrari es otra genia…

MM: Van ocho. Yo creo que está bien.

CMA: Igual, no tengo mucha memoria, les tengo que avisar. Obviamente me estoy olvidando de la mitad de los amigos, y cuando salga esto me van a querer matar.

MM: Lo corregimos. Anotamos veinte. ¿Para qué está la edición?

CMA: Hay gente haciendo cosas súper interesantes, respetuosa de la infancia.


Asistente: Cuando seleccionás y ves lo que les gusta a los chicos, ¿ves que hay coincidencia?

CMA: Depende. Pero cuando seleccionás para la escuela, no estás pensando en el lector alumno. Estás pensando también en las cosas que vos tenés que dar para leer. Hay cosas que yo quiero que las hayan pasado, que las hayan visto, más allá de que te gusten o no. Porque estamos hablando de escuelas públicas y de bibliotecas escolares. No de la biblioteca del niño. Entonces, hay cosas que tienen que estar a disposición. Son cosas que forman parte de la cultura, más allá de que les gusten o no, y que deberían estar a disposición de todos. Si yo comprara solo los libros que les gustan a los pibes, en primaria solo tendría que comprar libros de dinosaurios, cómics, terror y punto. Tenemos que pensar en ampliar un poquito eso.

Asistente: ¿Eso es todo lo que les gusta, o es porque no les damos más?

CMA: Yo creo que tiene que ver mucho con lo que les gusta, con lo que les pasa, con un lenguaje al que están habituados. Todo lo que tenga muchas imágenes es algo que los chicos manejan súper bien. No necesitan un mediador, por lo general. Pueden decodificarlo solos. También entiendo que a los adultos se les hace muy difícil soltar, dejar de decidir. Las bibliotecas escolares tendrían que tener un poco de todo para que cada uno vaya a buscar lo que le guste. Hay unas indicaciones acerca de cómo tendría que estar organizada una biblioteca escolar para que pudieran encontrar lo que le gusta. Tendría que haber biografías, narrativa histórica, guiones, teatro… Porque hay lectores niños, igual que hay lectores adultos, que no te agarran un libro de literatura ni a patadas. Sin embargo, las bibliotecas escolares están llenas de literatura, como si todos leyeran solo literatura.

Asistente: En la biblioteca popular, gustan mucho los libros de Iamiqué, por ejemplo.

CMA: Sí, porque los chicos son súper inteligentes y una de las cosas que saben es que cuando van a una biblioteca tienen poco tiempo. Entonces necesitan “libros para pescar”. Si voy a una biblioteca en la que voy a tener dos horas, no me puedo poner a leer una novela donde yo tengo que sumergirme. Por eso las bibliotecas se llevan mucho los informativos, porque son libros en los que puedo ir pispeando y ver dónde están mis compañeros. Los lectores son capaces de saber qué libro pueden usar y en qué momento.

Asistente: ¿Vos formas parte del grupo que hizo los Desafíos?

CMA: No, esa es la gente de primaria; yo soy del Plan de Lectura.

Asistente: Hace unos años se les regalaban tres libros a los chicos; fue una lástima que se sacara.

CMA: También dirigí eso. Igual, mi yo del presente le dice a mi yo del pasado, que cómo se gastó esa plata en libros para los pibes cuando podría haberlos mandado a la biblioteca.

Asistente: Sí, pero estaba bien que los chicos tuvieran libros.

CMA: Tenía un sustento, que lo había pensado el entonces ministro Narodowski. Pero yo cambié tanto desde ese momento hasta ahora, que te puedo decir que eso puede lograrse con un libro en una biblioteca. Porque hay que pasar de la mirada de lo propio y personal a la mirada de lo colectivo. Las bibliotecas son “generadoras de colectivo”. Son lugares de encuentro. Por eso iban siempre de la manito con el anarquismo. Hay que volver a pensar así, hay que volver a las bibliotecas.

Asistente: Lo que pasa es que también era una posibilidad de que los chicos leyeran. Las bibliotecas escolares tienen sus pros y sus contras. Por eso a veces está bien lo de los Desafíos, me parece…

CMA: Vamos a trabajar en eso, muy fuerte. El poder de lo colectivo. A mí no me molesta para nada obligar a leer… La escuela también está para eso. Uno tiene que formar lectores que quieran leer, que lean, que tengan tiempo para leer, pero que también tengan que leer. Porque eventualmente, en la vida normal del mundo exterior de la escuela, también vas a tener que leer, sí o sí. Cuando estés en la universidad, cuando tengas que presentar un informe porque sos docente, o porque sos técnico. Tenés que leer, sí o sí. Te guste, no te guste. El progresismo es muy raro, hay como un movimiento muy raro cuando tenés que obligar al otro a hacer algo. Los pibes te tienen que mandar la ubicación cuando salen desde la casa porque los pueden secuestrar. ¿Les gusta? ¿Es antidemocrático? Me la mandás igual. Acá es lo mismo. Tenés que leer este libro, porque yo te voy a evaluar. Punto. Tampoco hay que darle tanta vuelta. La libertad se puede tener con otro tipo de textos. Es raro obligar a alguien a leer literatura, pero hay cosas que tienen que leer, sí o sí.

MM: Y que si no existe esa obligatoriedad, no van a leer…

CMA: Y si no leen no van a poder ser ciudadanos completos. No podemos seguir generando analfabetos funcionales porque no tenemos el coraje de decirles que tienen que leer “esto”. Porque si no leés esto, cuando te pasen un contrato laboral no vas a poder decodificarlo. Tenés que leer esto, te guste o no te guste. Es un garrón, te odian con toda el alma. Es como tener críos.

Asistente: A la larga lo agradecen…

CMA: También pueden no agradecerlo. Lo tenés que hacer igual. Ese es el punto.

MM: Está buenísimo. Yo creo que se merece un aplauso.

APLAUSO FINAL.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Cincuenta años sin J.R.R. Tolkien: cómo lo cuidó un sacerdote español y qué tiene que ver la Patagonia con “El señor de los anillos”

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo