Cien años de la muerte de Amado Nervo

Hace no tanto tiempo, en los libros de lectura de los últimos años de la primaria, se publicaban poemas de Amado Nervo. En general, los versos iban acompañados de una breve reseña biográfica, en la que se hacía referencia a una vida desgraciada: la muerte de su padre, el suicidio de su hermano, y la muerte de Ana Cecilia Deillez, su gran amor y a quien dedicó el poemario La amada inmóvil. La figura de Nervo era el sinónimo del amor romántico y desdichado. A pesar de que se trata de uno de los representantes del modernismo, la poesía de Amado Nervo no es revisitada en la actualidad por el público lector, cosa que sí sucede con la de Rubén Darío, el fundador del movimiento. En el centenario de su muerte, compartimos dos poemas de Nervo: el que le dedica a su amada a seis meses de su muerte, y "En paz", que quizá sea el más conocido.


Seis meses

¡Seis meses ya de muerta! Y en vano he pretendido 
un beso, una palabra, un hálito, un sonido... 
y, a pesar de mi fe, cada día evidencio 
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio... 

Si yo me hubiese muerto, ¡qué mar, qué cataclismos, 
qué vértices, qué nieblas, qué cimas ni qué abismos 
burlaran mi deseo febril y omnipotente 
de venir por las noches a besarte en la frente, 
de bajar con la luz de un astro zahorí, 
a decirte al oído: No te olvides de mí. 

Y tú, que me querías tal vez más que te amé, 
callas inexorable, de suerte que no sé 
sino dudar de todo, el alma, del destino, 
¡y ponerme a llorar en medio del camino! 
Pues con desolación infinita evidencio 
que detrás de la tumba ya no hay más que silencio...


En paz
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, 
porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; 

porque veo al final de mi rudo camino 
que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, 
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! 

Hallé sin duda largas las noches de mis penas; 
mas no me prometiste tan sólo noches buenas; 
y en cambio tuve algunas santamente serenas... 

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

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