Silvina Rocha: “Es muy interesante lo que aparece en el ida y vuelta con el ilustrador, si el escritor se presta a ese juego”
En esta segunda parte de la entrevista a Silvina Rocha, la autora
nos cuenta de sus nuevos proyectos, entre otros la tercera parte de López -un
perro que da mucho qué hablar-; de la relación con las editoriales, a veces muy
grata, a veces compleja; de una novela, todavía inédita, que parte de la obra
de Lewis Carroll y, entre otras muchas cosas, del ida y vuelta en el trabajo en
conjunto con los ilustradores.
Mario Méndez: Decías que Mateo y su gato rojo, y Por
qué los elefantes prefieren jugar a la mancha son los que más te
identifican…
Silvina Rocha: Son por los que más me conoce la gente. Y por
López, también. Que no se ganó
ninguna cucarda especial pero tiene el amor del público. Los pibes lo aman.
MM: ¿Te costó hacer la segunda?
SR: ¡Un montón! No sabés lo que sufrí.
MM: Los sospechaba, porque el final estaba muy
cerrado.
SR: Sí. Para los que no conocen el texto, López
es un perro re malcriado, que conoce a Cartucho, otro perro, bien perro, y se
da cuenta de que su vida no tiene nada que ver con la vida de un perro y quiere
tener esa vida. Y se escapa. La historia terminaba cuando él se va, con esa
frase “Y corrió y corrió bajo un cielo de gaviotas, y nunca más paró”. Para mí,
la historia terminaba ahí. En la editorial me dijeron que los chicos iban a
sufrir porque el perrito se iba de la casa. Y ahí cedí en algo que no tendría
que haber cedido. Entonces le agregué un texto que decía: “Algunos dicen
haberlo visto en la playa con sus crías, otros dicen haberlo visto… “, como una
suposición, pero el señor Cucho dibujó a la familia. Termina en una doble con
la imagen de la López y su familia. La imagen es tan fuerte que no queda como
algo que no se sabe. Entonces me pidieron la segunda parte, pero yo no quería
continuarla desde López y su familia, yo quería contar que López la había
pasado mal. Me costó un montón, porque no lo pensé desde un principio como
saga. Para mí cerraba y terminaba acá. Cuando me pidieron la continuación me
pregunté desde dónde retomarlo. ¿Desde el perrito y la familia? ¿O desde que se
va a la mierda y por eso la pasa mal? Se caga de hambre, no sabe qué hacer,
quiere hacer como Cartucho, cazar palomas, le va mal…
Asistente: Acá tenés la explicación, parece.
Cucho: Contá sobre la carta del tipo que escribió
sobre la vida de los perros en la playa.
SR: Era cuidador de perros… ¿Cómo era?
Cucho: El mail me llegó a mí y te lo reenvié. El
tipo decía que el libro está divino, pero que la realidad es que él vive en Mar
del Plata y que en el invierno está lleno de perros abandonados. Y me pedía a
mí, que le dijera a la escritora que por favor hiciéramos uno que mostrara qué
es lo que les pasa a los perros de verdad.
SR: Se lo cumplí.
MM: En la segunda la pasa mal, vuelve a Buenos
Aires…
SR: … y la familia tiene otro perro.
MM: Y al final él encuentra otra familia.
SR: Claro, pero me costó encontrar ese otro
final, que fuera más esperanzador…
Asistente: Pero que se escapa y vuelve después de un
tiempo… A lo mejor la familia ya adoptó a otra mascota…
Asistente: Es posible que no le abran la puerta…
SR: Una parte es lo que le pasó a López. Otra,
no. En la historia, él vuelve, llega a
la casa, los ve con el perro nuevo, y él no se presenta, porque se siente
ofendido. Se queda re mal, duerme a la noche y pasa a una familia de veganos,
que son los Fernández, y el nene, Homero, le dice a la mamá que hay un perrito
abandonado y le pide que lo lleven. Entonces termina así.
Asistente: ¿Termina comiendo lechuga?
SR: Tiene otros quilombos. Lo bautizan “Tofu”, no
sabe responder al nombre… Volviendo al tema de la escritura, es muy diferente
cuando vos te planteás escribir un libro en partes o en un continuado, a cuando
lo pensás cerrado.
MM: En tu cabeza la historia estaba terminada.
Alejandro Alonso: Hay una cosa que siempre pasa con las
segundas partes…
SR: Que no son buenas. (Risas).
AA: Yo tengo la teoría, y se ve en las películas,
de que en la primera parte tenés la posibilidad de presentar al personaje. En
la segunda parte no, ya tenés que meterlo en una estructura. En la primera
parte tenés toda una cosa emocionante, que pasa en las de súper héroes; la
primera película es buenísima y la segunda no sirve para nada. Porque en la
primera ves el origen y la segunda no es lo mismo.
SR: De todas maneras, el personaje ya está
planteado, pero yo pensaba que la segunda parte tenía que ser para un pibe que
pudiera comprar el libro y entendiera sin tener que haber leído el primero.
Como que tenés que ir mechando cosas. Retomando un poco la historia de atrás
para que se entienda.
MM: Hay una cosa del aspecto comercial que suele
pasar también. Las segundas partes rinden mucho menos. ¿Eso te pasó o fue
parejo?
SR: Total. El segundo es arrastrado por el
primero, con suerte. Ahora, la tercera, que la tengo un poco más clara, va a
quedar mejor que este segundo.
MM: ¿Sale pronto?
SR: No sé, se la vamos a ofrecer a Quipu a ver si
le interesa.
MM: ¿Lo hicieron sin preguntar?
SR: Le fuimos contando a la editora que estamos
trabajando en ello.
MM: Igual, muchas veces es curiosa la insistencia
en las segundas o terceras partes, porque los editores saben que se vende
bastante menos.
Cucho: Pero va a ser un recomienzo, porque como no
se llama más López va a vender un montón. (Risas).
MM: Ojalá, ojalá.
Asistente: ¿Tiene los dos apellidos, López- Fernández?
SR: No, él sigue siendo López. Vive como López,
es su identidad. Está bueno, esa parte me gustó. Pensarla desde el sentido de
la identidad. A qué nombre responde él realmente, cómo se siente o se piensa.
Él sigue siendo López.
MM: Ya que hablamos de proyectos, este es un
proyecto que está empezado. ¿En qué otros proyectos andás?
SR: Yo siempre ando armando cosas, hay una parte
del oficio que es “ofrecer” el trabajo a las editoriales. Ese es otro gran
trabajo y requiere mucha energía. Siempre lo hablo con Laura Ávila: a mí no me
encargan libros. Salvo esto, pedirme la segunda de López. Entonces trabajo sobre lo que vengo escribiendo, los textos
que más me gustan y que considero que junto con las ilustraciones, pueden
transformarse en un libro.
MM: Me habías dicho que tenías un proyecto de
autoedición…
SR: Sí. Tengo estas cositas que voy ofreciendo, y
el gran proyecto es una novela que voy a autoeditarme. Me gusta hacer algunas
aclaraciones, porque quería hacer bien el proyecto. Entonces tengo una editora
(de la carrera), tengo una diseñadora, y tengo un ilustrador que es un capo. Es
una novela que escribí hace un montón. No es fácilmente publicable, porque yo
tomé algunos personajes de Alicia, y
reformulé todo eso.
Álvar Torales: ¿Es para jóvenes o para niños?
SR: Para doce años en adelante; está hecha de
manera muy teatral, hay muchos personajes, hay mucho diálogo. Esa novela hizo
un camino… Algunos me la hicieron mierda. No voy a dar nombres, pero me dijeron:
“Esto, no”. En un momento parecía que me la iba a publicar Random House. De
hecho, Vero Carrera es mi editora porque sin conocerme a mí todavía, hizo una
lectura crítica para Random. Una estupenda lectura crítica.
MM: Y les gustó.
SR: Sí. Me dijeron que había tenido un muy buen
informe de lectura, pero que no por eso necesariamente me la iban a publicar.
Yo estaba re entusiasmada de que me lo fuera a publicar Sudamericana, y cuando
me dijeron que no, no se me ocurrió preguntarles por qué, o si podía ser al
otro año. Pero me entusiasmé, me pareció que había gente que estaba leyendo eso
desde la misma mirada, y que algo había. La lectura que había hecho Vero
Carrera era muy parecida a como yo entendí la novela. Es un proyecto enorme
para mí, en el que de alguna manera hago de editora. También me recuesto en
gente que sabe mucho, y me quedo re tranquila porque va a haber un montón de
cosas que yo no voy a ver y ellos me van a ayudar. Me parece que en estos
tiempos es importante autoeditarse, si tenés dinero. Igual no tengo mucho, así
que estoy tratando de optimizar. Una de las opciones era publicarlo en IDEA.ME,
pero no.
MM: ¿Saben qué es IDEA.ME?
Asistentes: No.
SR: Pedís plata. A mí no me da para pedir plata
cuando yo soy editada, pero es un mambo mío.
Asistente: En algunos géneros lo están haciendo algunos
editores.
SR: Bueh… Si un editor empieza a pedir eso
estamos al horno.
AA: Lo que pasa es que hay que tener un cierto
“fandom” que te siga, digamos. No es fácil. Tenés que tener quien empiece a mover
la rueda.
SR: Para mí es como una postura ideológica.
Confío en ese texto y le pongo plata. Voy a hacer doscientos ejemplares. Si le
va bien, lo seguiré reeditando.
MM: ¿Y cómo pensás la distribución?
SR: ¿Doscientos ejemplares? Traigo hoy, por
ejemplo, a vender acá.
MM: Dos o tres librerías especializadas…
SR: Exactamente. O Internet. Tengo que ver. Voy a
necesitar mucha ayuda del “boca en boca”.
Asistente: Yo compré libros Por IDEA.ME. La mano del pintor, de María Luque, que
es de editorial Sigilo. En su momento, la explicación era que se trataba de un
libro enorme, con color, un libro muy caro. A mí no me parece que sea pedir
plata, lo tomo como una venta adelantada…
SR: Es verdad; podría hacerlo como venta
adelantada.
AA: En su momento, colaboré mucho con la primera
revista digital de la Argentina. Una revista de ciencia ficción que todavía
existe. Y querían sacar un libro. El problema era que salió siempre en digital,
no en papel. Entonces, lo que hicieron justamente, fue esta venta adelantada, y
tuvieron muchísimo éxito.
SR: ¿Pero primero fue un cómic?
AA: No, te hablo de textos de ciencia ficción,
cuentos. La gente que lo quería, valoraba a los autores, valoraba el trabajo
editorial, entonces puso la plata para la venta adelantada. Yo creo que tiene
que ver con eso. Vos tenés tu público, y un cierto prestigio, y eso es lo que
la gente quiere.
SR: Por ahí no me quiero deprimir cuando nadie
ponga la plata… (Risas).
MM: Mal momento para poner plata…
Asistente: Todo el proyecto es un trabajito…
SR: Creo que a la larga, honestamente, como yo me
juego por este proyecto en el que trabajé muchísimo, un montón, si a esto más o
menos le va bien, y alguna editorial lo ve y le interesa, se lo voy a vender de
otra manera. Si quieren editarlo mejor, con más ejemplares, con otra tapa…
veremos.
AT: Está la editorial Amauta. (Risas).
MM: Sí. Vamos a pasar la gorra dentro de un rato.
Asistente: Hay casos de textos editados primero por
artistas en digital, y después vienen las editoriales y quieren editarlos en
papel. Pero eso es otra historia…
SR: Hablemos también de lo que sería lo digital.
No está mal. Es una manera, que a mí sí me interesa mucho lo digital.
Asistente: No sé si sería el caso.
SR: Yo tampoco. Hay que investigar mucho. Pero
también sería una opción. Lo que pasa es que si yo voy a poner un ilustrador
genial que va a ilustrar eso, no sé si mostrarlo digital. Hago doscientos
libros y veo cómo funciona.
MM: Por lo que contaste hiciste poco recorrido…
Fuiste a Random, que es Sudamericana y ahora también Alfaguara…
SR: No, fue un recorrido larguísimo. Empezó así:
me lo iba a publicar Comunicarte, la editorial cordobesa. La editora me dijo
que le parecía interesante, porque allá no tenían ese tipo de cosas. Le dije
que pensaba presentarlo en concurso, y le dije hasta qué día tenía para “darme
el sí” antes de meterlo en concurso. Ese día lo meto al concurso de SM, a
última hora. Cuando salgo de SM, me llama, y me pregunta que por qué lo metí.
Yo no sabía qué hacer, fui y lo saqué… ¡qué boluda! Con todo el quilombo que
armé… Ahora Ce Repetti me odia. Era re loco lo que estaba pasando. Después,
Comunicarte nunca más me llamó. Cada vez que llamé a la editora, no me
contestó. Después de eso, fue lo de Sudamericana. Hizo su camino. No me
acuerdo, pero creo que lo volví a presentar en SM y no funcionó, porque creo
que no es para el catálogo de SM, tampoco. También puede que dependa de con qué
competí en el concurso.
MM: Hizo un camino por dos o tres editoriales.
Asistente: ¿Conocés la editorial Muchas voces?
SR: Me suena. ¿Es de acá o española?
Asistente: Es de acá, es una editorial chiquita.
SR: Lo que tiene este texto es que es muy
político. Tiene una entrelínea… ¿Viste las películas de Pixar, en las que hay
como dos niveles de lectura, y los adultos entienden un montón de guiños? Creo que eso también pasa. Y en ese doble
guiño… Porque es la historia de una niña a la que una reina le robó su nombre,
hay una corte y cuatro milicos inútiles. Reconozco que no es tu texto fácil y
que seguramente no pueda venderse en las escuelas.
Asistente: Me hace acordar a lo que pasó con la saga de
Bodoc, cuando salió en Norma, que era como inclasificable.
SR: Por eso, es un texto raro…
Asistente: El último de Bodoc, también. La rosa inesperada. Es inclasificable…
SR: Hablemos también de lo difícil que es meter
los rebotados… Armemos esa editorial…
MM: Hablemos de eso. ¿De qué no podemos hablar
los escritores?
Asistente: Hay una editorial que toma
textos rebotados. Tienen su local en la calle Perú.
MM: Yo tengo uno ahí. En realidad no es una
editorial, es un proyecto muy interesante, que salió de un programa de
Desarrollo Social. Son unas chicas que enseñan a hacer encuadernación, hacen un
libro artesanal, con ilustraciones de los chicos que están en un Hogar, y hacen
grabado. Un día creo que fue Ana María Shua que los visitó, y nunca habían
escuchado el adjetivo de libro “rebotado”. Quisieron saber cómo era eso,
entonces ella les mandó el cuento y lo publicaron. Y después, el año pasado
salió uno de Nicolás Schuff, y uno mío. Rebotados de los manuales, o de
editoriales. Porque el tema no se trata, por lo que sea, ellos hacen “los
rebotados”. Los inclasificables podría ser otro, o los osados. Hay muchas
posibilidades. En Amauta teníamos la idea de hacer una colección de libros
osados, nos presentamos a un subsidio, y fueron tres libros que después
salieron, en otras editoriales. Uno salió en SM, Piedra libre, de Jorge Grubissich. El otro, Como una película
en pausa, de Melina Pogorelski también salió, en Edelvives… De los tres,
salieron dos en otras editoriales. Hay que ser insistente, hay que seguir y
seguir. Hay que golpear puertas, que además se van abriendo. Hay temas que se
publican hoy, que hace diez años no se publicaban, hace veinte menos, y así. Y
otros, al revés. Hay de todo. Por eso te preguntaba, me parece que tenías más
cuerda para seguir recorriendo.
SR: Me olvidé, pero lo mandé a un par de
editoriales más que lo leyeron. Pero no entraba en las colecciones. Eso pasa
también. En el oficio te vas dando cuenta. Si hay una editorial que tiene su
fondo de colecciones, esas colecciones tienen una línea en la que a veces lo
que vos escribiste, no entra. No importa si está bueno o está malo. Por más que
esté bueno, no entra. Para mí también es interesante pensar si existen
editoriales que son osadas para publicar cosas…
MM: Bueno, lo primero que se viene a la cabeza es
Zona Libre.
SR: Pero es para jóvenes. Mi libro es para
chicos.
Asistente: Vos dijiste a partir de doce años…
Asistente: Podría ir…
SR: ¿Doce es juvenil?
MM: Y, está cerca del límite, sí.
SR: Bueno, por ahí me lo toma Norma en Zona Libre
algún día… Cómo me gustaría…
MM: ¿Por qué no?
AT: Con la edad del secundario.
Asistente: Por lo que dijiste, sería bueno que en algún momento hayan visto alguna versión de Alicia…
SR: Es divino. Yo lo escribí porque me voló la
cabeza Alicia a través del espejo,
que para mí es todavía mejor que Alicia
en el país de las Maravillas. Es un raro caso de segunda versión mejor que
la primera. El tipo agarró todos esos elementos que estaba manejando y los
exprimió a más no poder, le sacó todo el jugo. Yo creo que todos somos “los
Salieris de Carroll”. Algo le robamos, nos abrió la cabeza.
MM: Es uno de los que no escribía atado a nada.
SR: Cuando te ponés a pensar que el tipo publicó
eso, más o menos en 1850… genial. Un aplauso a ese editor. Tenía dibujos,
caligramas, había un manejo con el tamaño de la tipografía cuando los
personajes hablaban bajito… Todo lo que se pudo jugar para el armado de un
libro en esa época, me parece una genialidad.
MM: Es cierto. Entonces, en proyecto tenemos el
tercer López que a lo mejor sale con Cucho, lo auto editado, ¿y estás
escribiendo? Porque estos están casi escritos…
SR: Tengo un texto que estoy trabajando con Paz
Tamburrini, que lo hice para un manual, y me gustó mucho, pero todavía está muy
verde, no logré que Paz me hiciera dos ilustraciones.
MM: Un libro ilustrado, cortito…
SR: Sí, un libro para chicos. Más de
grandes, no tengo.
MM: A muchos de los que no escribimos libros para
chicos chiquitos, nos resulta particularmente difícil. ¿Cómo encarás el relato
breve? ¿Por qué empezaste por ahí? ¿Te parece que es más o menos difícil?
SR: No sé si es más fácil o más difícil. Es donde
yo me siento más cómoda. Es como esto que me pareció siempre la poesía, esto de
simple y además, sustancioso… Me manejo bien en el formato chico. Por ejemplo,
una de las tantas cosas que creo que nadie va a publicarme y quizá me auto
publique en algún momento, es una serie de micro relatos que tengo. Me gusta
ese formato, me sale fácil, fluye, me siento cómoda. No sé si es más fácil para
todos, para mí sí.
MM: Es donde estás cómoda. Ya que antes
mencionaste “El ruiseñor”, y ahora esto de Alicia,
nosotros ya empezamos la semana pasada con versiones, adaptaciones y demás.
¿Qué opinión tenés sobre el tema? ¿Son válidas? Evidentemente, te gustan… Las
adaptaciones, más que las versiones. Achicamientos que a veces se hacen de una
novela antigua. ¿Cómo lo ves?
SR: A mí me gustan más las reversiones. Tomo una
idea y con eso, deliro. No estoy atada a nada. Las adaptaciones me parecen como
el resumencito… También es cierto, que en libros más extensos y complejos como
los de Verne, por ejemplo, son necesarias.
Vos hiciste una reversión…
MM: Es más una adaptación.
SR: Bueno, vos me vas a confirmar, pero tal vez
en la extensión y el tipo de lenguaje de Verne, si vos se lo querés dar a leer
ahora a un pibe, no lo agarra ni a ganchos. Si estás haciendo la versión del Quijote… Andá a leerle el Quijote a un pibe. Me parece que tiene
que estar hecho con criterio. No es que descrea de las adaptaciones. Como
siempre, depende de cómo están hechas. No sé si te contesté la pregunta.
MM: Seguro que sí. A ver estimados… ¿Quién tiene
una pregunta? A ver Álvar…
AT: Te voy a sacar un poquito de la LIJ. Escuchando
la biografía que leía Mario, dice que sos cantante. Y también que escribís
poesía. La pregunta sería si alguna vez escribiste poesía para canciones. Y si
es así, si eso requiere una técnica especial, como la que Homero Expósito
llamaba “cancionística”. ¿O se escribe igual que cualquier otra poesía?
SR: No. La música te obliga a tener una
estructura más fija en la versificación. Podés tener tus licencias, pero como
la música tiene una estructura bastante “parecida”, tiene que encajar en
determinada cantidad de compases y todo eso, no es que no se puede hacer música
con cosas que no tienen la misma cantidad de sílabas… se puede, pero
normalmente, es mejor que tenga una estructura, porque hay algo de la música
que funciona así. Estrofa, estribillo, estrofa. El estribillo es como el
resumen, el momento power. Veo
bastantes similitudes entre la poesía escrita nada más, y la poesía en la
música. Eso está muy ligado. Yo empecé escribiendo poesía, y cuando tuve que
grabar un disco y ya había aprendido un poco a componer (horriblemente como
hago, pero lo hago) (Risas), porque no toco ningún instrumento, iba escribiendo
las dos cosas al mismo tiempo. Primero me aparecía la letra, cuatro versos
disparadores de algo, y después iba tratando de hacer la música, y así grabé un
disco que tiene ocho composiciones mías.
MM: ¿Es todo tango? No me acuerdo.
SR: Hice una cosa que no haría nunca más, típica
de primer disco en el que querés meter todo. Entonces puse tangos clásicos, con
un poco de tango reo y un poco de mis composiciones.
MM: ¿Son tangueras?
SR: Más música ciudadana. Hay una que le escribí
a la Pizarnik que es la que más me gusta de todas.
AT: Tipo Eladia…
SR: Algunos, sí. A Eladia la amo, fuertemente.
Asistente: ¿Cómo se llama el disco?
SR: Mujeres.
MM: ¿Se consigue?
SR: ¡Lo podría haber traído! Me quedaron mil
ochocientos discos, los tengo en el ropero. (Risas). Yo les juro que se los
traigo. Los dejo acá y se los reparten. (Risas).
Asistente: Como Les Luthiers que los venden en el hall
del teatro.
SR: También, no sé cuántos discos edité. Creo que
eran mil. ¿A quién se los vendés?
MM: ¿No lo tenés subido a Spotify?
SR: Ahí no, no soy tan moderna, ese disco tiene
catorce años. Pero estaban subidos a YouTube muchos de los temas, y mi ex
marido me los bajó porque era el canal de él, o no sé. Yo no los volví a subir
nunca más.
Asistente: Averiguá cómo se pueden subir a Spotify. No
es difícil.
SR: Honestamente, a Spotify subiría tres temas.
Haría una nueva edición.
Asistente: ¿Hacés recitales? ¿Presentás las canciones en
vivo?
SR: Lo hice en mi época de música, en la que me
cagué de hambre. Tres personas. Te van a ver tu papá, tu mamá, tus amigos, a la
décimo quinta vez ya no va nadie. Vos tenés que alquilar el lugar, pagar el
sonido, pagarle a los músicos… Pagué por tocar casi siempre, entonces no. A mí,
lo que más me gustaba era componer. El lenguaje de la música es muy hermoso. Es
el lenguaje que más amo. Y si querés, como dijiste que íbamos a hablar de cine,
hablamos de cine.
MM: Cómo no…
SR: Porque hace mucho que quiero hacer animación.
No sé bien cómo, pero quisiera pasar una historia a movimiento, con sonido. Ni
siquiera música necesariamente, puede ser sonido…
Laura Ávila: Un libro pasado a movimiento es una película.
(Risas).
SR: Yo dije animación… ¿Cómo dirías?
LA: Algo ilustrado querés. No que sea con
actores en vivo…
SR: No stop motion, o algo así, quiero hacer animación.
Asistente: Hay una película
de animación que cuenta la historia de unos libros que salen volando por la
ventana de una biblioteca, porque están hartos de estar ahí parados. No
recuerdo bien el móvil, pero terminan yéndose por la ventana, como hojas del
otoño que el viento lleva de acá para allá.
Y están felices porque los pibes los agarran, se produce toda una
revolución en cada ciudad a la que llegan porque qué es eso de que vuelen
libros.
Asistente: ¿No es de
Dreamworks, eso?
Asistente: Hay varias productoras
de animación y stop motion que están
por acá.
Asistente: ¿No hay una
animación del libro de los elefantes?
SR: Hay un book tráiler, que es muy lindo. Ahí me re entusiasmé… ver los
personajes en movimiento y con sonido…
Asistente: Hay una
aplicación, no sé muy bien cómo es, que son libros en stop motion que permiten una cierta interacción.
SR: Les llaman libros enriquecidos. Una
vez me crucé con una mina que estaba estudiando Diseño en la FADU, y me dijo
que encontró el libro de elefantes en la Feria; ella tenía que hacer un
trabajo, y miró distintos libros. Y se quedó con el de los elefantes que le
encantó. Y empezó a explicarme todas las posibilidades que hay. Sacás una foto
de acá y los personajes te aparecen en este ámbito. Interactuás en un espacio
que parece real.
Asistente: Es como esas
películas en la que se mezclan la realidad y los dibujos animados.
MM: Ya en Mary Poppins había algo así, ¿no? ¿Alguien quiere hacer otra
pregunta?
AT: Perdón que los saqué del tema…
MM: No, está bien. Salió esto del cine…
SR: Estábamos hablando de los lenguajes,
en realidad. De la música, de la escritura, y del cine, o de la animación, del stop motion. ¿Por qué no?
Alejandro Alonso: Con
estos libros ilustrados, o libros álbum, hay un lenguaje nuevo que no es la
literatura de uno escribiendo y nada más. Es parecido a hacer cine, porque hay
que poner en juego a muchas personas. Por eso para mí es más difícil hacer este
tipo de libros, que escribir una novela. Me gustaría que expliquen el proceso
de lo que hicieron en López.
SR: Es que justamente, el primer López no lo trabajamos juntos. El de Mateo, sí. En el caso del de López, a vos, Cucho, te cayó el texto,
tenías determinada cantidad de hojas.
Cucho: Yo dije que iba a hacerle caso a
todos, y después hice lo que quise. (Risas).
SR: Hablando en serio, los ilustradores
tienen como una impronta. Uno lee un texto tuyo y se da cuenta de que es de
Mario Méndez. Con los ilustradores pasa lo mismo. La plástica de Cucho ya era
muy parecida a la del cómic y la historieta. Ya elegir ese ilustrador, te daba
la idea de qué tipo de ilustración iba a tener.
Cucho: En el caso de López, la editorial no eligió el ilustrador, lo elegiste vos.
SR: Sí. Te elegí, Cucho. (Risas). Le
propuse ese ilustrador a la editorial y ellos aceptaron. Les gustó.
Asistente: En López vos vas leyendo, y hay una línea
narrativa que es del texto, y otra que es la de la ilustración. Entonces hay
como chistes internos, que son de la ilustración.
SR: Totalmente… vos ibas a hablar de la
diferencia entre libro álbum y libro ilustrado…
MM: Vos ibas a hablar de eso…
SR: Es muy interesante lo que aparece en
el juego con el ilustrador si un escritor se presta a ese juego, porque hay un
ida y vuelta. Un texto puede decir una cosa, y la ilustración puede hacerle un
guiño a ese texto. Incluso puede contradecirlo completamente. Y si refleja
exactamente lo que está diciendo el texto sería libro ilustrado. Yo creo que a
esta altura de la soireé, no hay
ningún ilustrador que ilustre representando exactamente el texto… Eso ya no es
así, entonces se desdibuja esa línea divisoria entre libro álbum y libro
ilustrado. Porque si te encontrás con un buen ilustrador… Se han escrito pilas
de libros hablando de la teoría del libro álbum, y para mí esa división ya no
existe de forma tan tajante. Y después está el libro objeto, que funciona
realmente así, me parece interesante porque hay mucho cruce ahí, los lenguajes
empiezan a empastarse, a enriquecerse mutuamente, y ahí ganan.
Cucho: Ya que estamos con esto, para mí la
interacción hace que la identidad del escritor y la del ilustrador, tengan un
hijo nuevo. El libro tiene el ADN de los dos y es un ser independiente. Es el
resultado.
SR: El ilustrador y el escritor pueden
ser cada uno, y se enriquecen…
MM: ¿Con Diego Moscato no hay proyecto de
procreación?
SR: Uy, no hables así que ya tuve un
reclamo de Diego. Pero ahora está queriendo cambiar de lenguaje, de hecho no
está dibujando, está filmando; quiere hacer cine…
MM: ¿Estás dejando el dibujo, Diego?
Diego Moscato: No,
estoy sumando opciones, estoy trabajando con la imagen, pero en vez del tablero
con otras cosas, por costos. Me interesa mucho más moverme por ahí. Sin dejar
el dibujo, obviamente, pero es como complementar el lenguaje gráfico porque el
tema de la composición, la luz, el color, es lo mismo, pero con otras
herramientas.
MM: Diego Moscato, por si no saben quién
está hablando. Bien, por mí, no tengo más preguntas, y Pablo nos va a echar.
(Risas). ¿Hay alguien que tenga otra pregunta antes del brindis?
AT: ¿Alguna vez escribiste a cuatro
manos?
SR: Me encantaría.
AT: Con Laura, por ejemplo…
SR: Siempre quiero escribir algo con
ella. Esa es la asignatura pendiente. Ya vamos a lograrlo. Hay que encontrar
algo que nos interese. Ahí veo más difícil pegarle al tono, pero se me ocurre
que debe ser un trabajo muy enriquecedor desde la escritura.
AT: Vos escribiste siendo cuatro…
MM: Sí, a ocho manos. No lo haría nunca
más. (Risas). Yo hice trampa. Mandé una cosa que se puede poner o sacar, que es
una leyenda, y después, sí colaboré con el resto del texto. La novela se llama La katana perdida.
SR: Le dijiste al editor que se
arreglara…
Asistente: Hay un libro a
cuatro manos que fue premiado, Quizás en
el tren, de Martín Blasco y Andrea Ferrari. Y lo que cuentan es que cada
uno escribió un personaje…
SR: Ah, es más interesante así y más
ordenado seguramente…
Asistente: Tiene una
unidad, pero cada capítulo tiene el punto de vista de uno de los personajes.
SR: Desde ese lugar parece más fácil de
escribir…
AT: El almirante flotante tiene como ocho
o diez autores, todos famosos…
AA: Dentro de la literatura policial, sí.
AT: Lo curioso es que cada uno escribió
un capítulo sin conocer el resultado, dándole su impronta a la historia. El
tema es que aparece el almirante muerto, en un riacho de esos que hay en
Inglaterra, entonces alguien, el primero, se pregunta qué pasó. Cada uno
escribe algo distinto.
SR: Te puedo asegurar que ahí hay un
trabajo del editor que ni te cuento.
AT: El capítulo que escribió Agatha
Christie es desopilante.
AA: Se pusieron de acuerdo para que las
grandes plumas escribieran un libro. No volvieron a hacerlo nunca más.
SR: Por ahí no se pusieron de acuerdo.
Cayó la editorial que los editaba a todos…
AA: No, estaban en un club. Era muy de la
época…
AT: El London
Detection Club…
MM: Muy bien. Bueno, antes de la firma de
libros (que ya hay varios que vienen en busca de su dedicatoria) vamos a darle
un aplauso a Silvina. Gracias, Sil.
APLAUSO
FINAL.
Comentarios
Publicar un comentario